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Patxo Palacios

El Summercase Barcelona 08 sale vivo de la guerra de festivales

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Y es que el duelo de titanes que se presentaba este fin de semana entre los dos grandes de los festivales de música veraniegos en España el Summercase y el FIB de Benicassim, se ha saldado con pérdidas en ambos; bien es cierto que el evento madrileño-barcelonés se ha dejado más pelos en la gatera, al pasar de los 109.000 asistentes de 2007 a los 81.000 de esta tercera edición, según informa Sinnamon, la promotora del festival.

Por contra, los datos oficiales apuntaban a que la carismática y longeva cita castellonense (14 ediciones ya) solo había perdido 2.000 visitantes en relación al año pasado, que registró 150.000.

Para más inri, en el mismo fin de semana, el Boss actuaba - y llenaba - por duplicado en la capital condal… casi nada. Por ello, la pérdida ha sido relativa, más bien un mal menor.

Parece que la rivalidad de fechas entre Summercase y FIB comenzó a finales de 2007, cuando Sinnamon decidió trasladar la cita del Summercase del 11 y 12 al 18 y 19, coincidiendo con el FIB. Adujeron que no quería coincidir con dos festivales británicos que se celebraban en esas mismas fechas. ¿Valoraron más los festivales ingleses o decidieron hacer un tour de force? Ellos sabrán, el caso es que los aficionados se han visto obligados a elegir entre una de las dos opciones… se destapó la caja de Pandora y al final, ni tan mal… uno ileso y el otro herido leve en la reyerta.

Lo cierto es que el Summercase hubo momentos en que parecía más una emisión en directo de M 80 que un festival indie, con Blondie, The Verve y Sex Pistols, entre otros, reverdeciendo laureles en la cálida noche barcelonesa.

En todo caso, a pie de playa y la luna llena justo donde acaba el negro del mar, era para sentirse feliz y disfrutar del momento, ciertamente.

La otrora diosa del pop-rock Debbie Harris - 63 primaveras ya, muy bien llevadas- lució un ajustado vestido rayado y se movió con soltura ante un auditorio abarrotado; la rubia sexy hizo disfrutar al público con sus hits ‘Call me’, ‘Heart of glass’ o ‘Maria’, entre otros.

Previamente, el ex Stone Roses Ian Brown divirtió al público con su peculiar estilo de baile-runner y una mezcla de sus temas en solitario y antiguos de la banda de Manchester. Me quedo con ‘Waterfall’. The Verve cumplió sin estridencias (sonó muy bien, por cierto, el celebérrimo Bitter Sweet Simphony de la banda de Wigan).

Mención aparte merece Nick Cave y sus Grinderman, una banda de rock abrasivo que ha formado con unos barbudos y bigotudos que parecen salidos de una película de Tarantino. Un grupo curtido en el maleaje y en tugurios de mala muerte, con un sello de rock sucio auténtico. Nick Cave recordó por momentos a Jim Morrison con sus enajenaciones y estilo en el escenario. Y atención al náufrago que tocó a la derecha de Cave. Una especie de aborigen australiano que agredía con las maracas. El tipo se mostraba como desorientado, pero tocó las maracas, el violín, una mini guitarra de playmobil y lo que le echasen como si estuviera poseído. Una fiera.

Cerraron la noche en el escenario principal, los Primal Scream del scottish Bobby Gillespie ofrecieron un buen concierto. Sonaron ‘Country girl’, ‘Movin on’ y demás, con una interesante versión del ‘No fun’ de Iggy Pop and The Stooges, claros ascendentes en la música y las formas de la banda del ex batería de Jesús and Mary Chains.

La segunda jornada comenzaba - más calurosa aún - con la joven banda de Brighton, The Kooks, desplegando pop british entretenido y con buen sonido. El hándicap de la frialdad de un concierto a primera hora, en relación a los nocturnos, es algo que pagaron varios grupos. Dorian cumplía en casa con su pop amanerado y de calidad en el ‘walkman’ stage. De vuelta al escenario movistar - ¿quién nos mandaría?- el folk pausado y nostálgico de las americanas The Breeders provocó más de un bostezo, que subsanaron de inmediato los veteranos The Stranglers. Los ex teloneros de Ramones nos regalaron una actuación entregada, mezcla de actitud punk y elegancia new wave. No faltó su ultimo hit ‘Golden brown’, con el que han renacido últimamente y otros como ‘Peaches’ o ‘No more heroes’.

Sin solución de continuidad, Kings of Leon se contagió y ofreció al personal un generoso despliegue de energía y tensión. Los hermanos Followill y su primo conjugan el rock sureño (Lynyrd Skynyrd, The Allman Brothers) con guitarras agresivas, bajos largos y profundos y una voz carismática y emotiva. Sin concesiones a la galería ni adornos visuales, triunfaron con temas como Black thumbnail , My party, o Molly´s chamber, entre otras.

Con la velada ya animada, optamos por visitar el ‘converse’ stage - por una vez - para ver una de las sensaciones del año en España, los barceloneses Facto de la fé y las flores azules. Y qué acierto… Oscar Daniello, Helena Miquel y Marc Barrachina ofrecieron uno de los mejores conciertos del Summercase. El grupo creado en 2002 ha experimentado un salto de calidad enorme con la incorporación de la dulce y sensual Helena. Su estilo mezcla el hip hop y un pop electrónico, diferente del machacón rap. Las letras, más poéticas que agresivas, son a la vez positivas y de una sensibilidad existencialista que calan hondo y se pegan cual chicle al zapato. Exploran sensaciones poco habituales en el panorama nacional. No es pues gratuita la elección del grupo por El Corte Inglés para anunciar su primavera “que sí, que sí, qué bien, que me encanta escucharte, adoro sentirte, el barrio es más bonito desde que apareciste…” Su galardonado videoclip de ‘El Indio’ y varios temas incluidos en ‘La Juani’ de Bigas hablan por sí solos. Su segundo CD “En la luz de la mañana” ha supuesto su lanzamiento definitivo al mercado nacional. Por cierto, qué manera de entregarse y bailar de Oscar Daniello. 40 minutos enormes, con público y grupo en perfecta simbiosis.

Pero si había algún grupo mítico en el festival y que marcó una época este era sin duda Sex Pistols, Más muppets ya que punkies peligrosos, los ingleses cumplieron con un buen espectáculo pseudo punk, aún no decadente. No escandalizaron, divirtieron.

A la cabeza un histriónico y medio ido Johnny Rotten, embutido en un chándal bombacho forrado con hojas secas. Y a su lado, los tres restantes fundadores del grupo: el bajista Glenn Matlock (luego sustituido por Sid Vicious), el guitarrista Steve Jones y Paul Cook, con su batería modelo ‘Los Ropper’ pintada con los colores de la bandera inglesa, en una estética ochentera bien lograda.

Bajo el brazo, un buen número de himnos coreados por un público intergeneracional. Empezaron fuerte, con Pretty vacant y God save the Queen. Siguieron No feelings, Liar, Holidays in the sun…

Rotten intentó apuntalar su leyenda contestataria haciendo gárgaras con whisky y escupiéndolo e instando a rezar a Alá entre guitarrazos, pero ya no provocan… divierten.

Otro de los atractivos de la noche, Los Kaiser Chiefs, cumplieron con creces. La banda indie de Leeds (qué prolífico es el norte del Reino Unido en la última década) enganchó pronto al público con el célebre ‘Ruby’ (nº 1 en Inglaterra), de su segundo disco Yours Truly.

Sonido impecable y entrega en el escenario, fueron sucediéndose paulatinamente ‘Everything is average nowadays’, ‘Everyday I love you less and less’… ante un auditorio complacido y complaciente.

Y acabamos con Los Planetas; no es que los granadinos destaparan el tarro de sus esencias. Jota estuvo bastante ausente y no conectó mucho con el público, bastante incondicional, todo sea dicho. Nadie va a discutir a estas alturas su música, pero en Barcelona no se entregaron. Otra vez será.

Salvaje-Man, el amigo de Nick Cave
Los festivales son últimamente un buen escaparate para encontrar las invenciones más ingeniosas del ser humano. El de Summercase 2008 ha sido el vaso-llavero azul o negro

En plena conciencia ecologista, los organizadores se sacaron de la manga un recipientito de plástico duro que, una vez utilizado, se colgaba en la trabilla del pantalón para un posterior reuso. El espectáculo era bastante surrealista y divertido, la verdad, si uno se abstraía y observaba a todo quisqui con el vasito en ristre. Well done! Sólo que lo podían haber hecho un poco más grande: tamaño medio cubata (de Bilbao) o media cerveza (también de Bilbao) por seis y tres euros es pelín caro… hasta para uno de Bilbao.

Por cierto, un público realmente joven éste de Summercase, summer-boys and girls de estética indie aburguesada poco o nada revoltosa y de movimientos civilizados. Y guapo, especialmente el femenino, el nivel ha sido estratosférico… de cuatro que veías tres eran pibones, tanto nacionales como extranjeras (con preeminencia anglosajona y nórdica) y con clase además.
Quizá sea este otro valor añadido, no desdeñable… caiga quien caiga. “En el BBK Live de Bilbao, buena música pero bastantes menos tías buenas” me decía un amigo.

En fin, al tema. El balance como espectador es en general bueno. Ha habido calidad más que digna en los grupos y buena onda entre el personal, mayoritariamente veinteañero; excepción hecha del citado atraco en los precios de la bebida (que no es solo aquí, parece ha devenido ya en norma), no ha habido petardazos ni bronca alguna que lamentar.

Bueno sí, el ‘hostal’ de Psicosis en el que estuvimos alojados… pero eso será motivo de un monográfico más adelante.

Comentar, por último, la percepción que uno tiene de que más de 60 grupos en 24 horas totales – distribuidos en dos días y cuatro escenarios – quizá siga siendo demasiado para digerirlo adecuadamente.

Never mind, mejor el exceso que el defecto.

El Summercase Barcelona 08 sale vivo de la guerra de festivales

Patxo Palacios
Patxo Palacios
viernes, 31 de octubre de 2008, 04:56 h (CET)
Y es que el duelo de titanes que se presentaba este fin de semana entre los dos grandes de los festivales de música veraniegos en España el Summercase y el FIB de Benicassim, se ha saldado con pérdidas en ambos; bien es cierto que el evento madrileño-barcelonés se ha dejado más pelos en la gatera, al pasar de los 109.000 asistentes de 2007 a los 81.000 de esta tercera edición, según informa Sinnamon, la promotora del festival.

Por contra, los datos oficiales apuntaban a que la carismática y longeva cita castellonense (14 ediciones ya) solo había perdido 2.000 visitantes en relación al año pasado, que registró 150.000.

Para más inri, en el mismo fin de semana, el Boss actuaba - y llenaba - por duplicado en la capital condal… casi nada. Por ello, la pérdida ha sido relativa, más bien un mal menor.

Parece que la rivalidad de fechas entre Summercase y FIB comenzó a finales de 2007, cuando Sinnamon decidió trasladar la cita del Summercase del 11 y 12 al 18 y 19, coincidiendo con el FIB. Adujeron que no quería coincidir con dos festivales británicos que se celebraban en esas mismas fechas. ¿Valoraron más los festivales ingleses o decidieron hacer un tour de force? Ellos sabrán, el caso es que los aficionados se han visto obligados a elegir entre una de las dos opciones… se destapó la caja de Pandora y al final, ni tan mal… uno ileso y el otro herido leve en la reyerta.

Lo cierto es que el Summercase hubo momentos en que parecía más una emisión en directo de M 80 que un festival indie, con Blondie, The Verve y Sex Pistols, entre otros, reverdeciendo laureles en la cálida noche barcelonesa.

En todo caso, a pie de playa y la luna llena justo donde acaba el negro del mar, era para sentirse feliz y disfrutar del momento, ciertamente.

La otrora diosa del pop-rock Debbie Harris - 63 primaveras ya, muy bien llevadas- lució un ajustado vestido rayado y se movió con soltura ante un auditorio abarrotado; la rubia sexy hizo disfrutar al público con sus hits ‘Call me’, ‘Heart of glass’ o ‘Maria’, entre otros.

Previamente, el ex Stone Roses Ian Brown divirtió al público con su peculiar estilo de baile-runner y una mezcla de sus temas en solitario y antiguos de la banda de Manchester. Me quedo con ‘Waterfall’. The Verve cumplió sin estridencias (sonó muy bien, por cierto, el celebérrimo Bitter Sweet Simphony de la banda de Wigan).

Mención aparte merece Nick Cave y sus Grinderman, una banda de rock abrasivo que ha formado con unos barbudos y bigotudos que parecen salidos de una película de Tarantino. Un grupo curtido en el maleaje y en tugurios de mala muerte, con un sello de rock sucio auténtico. Nick Cave recordó por momentos a Jim Morrison con sus enajenaciones y estilo en el escenario. Y atención al náufrago que tocó a la derecha de Cave. Una especie de aborigen australiano que agredía con las maracas. El tipo se mostraba como desorientado, pero tocó las maracas, el violín, una mini guitarra de playmobil y lo que le echasen como si estuviera poseído. Una fiera.

Cerraron la noche en el escenario principal, los Primal Scream del scottish Bobby Gillespie ofrecieron un buen concierto. Sonaron ‘Country girl’, ‘Movin on’ y demás, con una interesante versión del ‘No fun’ de Iggy Pop and The Stooges, claros ascendentes en la música y las formas de la banda del ex batería de Jesús and Mary Chains.

La segunda jornada comenzaba - más calurosa aún - con la joven banda de Brighton, The Kooks, desplegando pop british entretenido y con buen sonido. El hándicap de la frialdad de un concierto a primera hora, en relación a los nocturnos, es algo que pagaron varios grupos. Dorian cumplía en casa con su pop amanerado y de calidad en el ‘walkman’ stage. De vuelta al escenario movistar - ¿quién nos mandaría?- el folk pausado y nostálgico de las americanas The Breeders provocó más de un bostezo, que subsanaron de inmediato los veteranos The Stranglers. Los ex teloneros de Ramones nos regalaron una actuación entregada, mezcla de actitud punk y elegancia new wave. No faltó su ultimo hit ‘Golden brown’, con el que han renacido últimamente y otros como ‘Peaches’ o ‘No more heroes’.

Sin solución de continuidad, Kings of Leon se contagió y ofreció al personal un generoso despliegue de energía y tensión. Los hermanos Followill y su primo conjugan el rock sureño (Lynyrd Skynyrd, The Allman Brothers) con guitarras agresivas, bajos largos y profundos y una voz carismática y emotiva. Sin concesiones a la galería ni adornos visuales, triunfaron con temas como Black thumbnail , My party, o Molly´s chamber, entre otras.

Con la velada ya animada, optamos por visitar el ‘converse’ stage - por una vez - para ver una de las sensaciones del año en España, los barceloneses Facto de la fé y las flores azules. Y qué acierto… Oscar Daniello, Helena Miquel y Marc Barrachina ofrecieron uno de los mejores conciertos del Summercase. El grupo creado en 2002 ha experimentado un salto de calidad enorme con la incorporación de la dulce y sensual Helena. Su estilo mezcla el hip hop y un pop electrónico, diferente del machacón rap. Las letras, más poéticas que agresivas, son a la vez positivas y de una sensibilidad existencialista que calan hondo y se pegan cual chicle al zapato. Exploran sensaciones poco habituales en el panorama nacional. No es pues gratuita la elección del grupo por El Corte Inglés para anunciar su primavera “que sí, que sí, qué bien, que me encanta escucharte, adoro sentirte, el barrio es más bonito desde que apareciste…” Su galardonado videoclip de ‘El Indio’ y varios temas incluidos en ‘La Juani’ de Bigas hablan por sí solos. Su segundo CD “En la luz de la mañana” ha supuesto su lanzamiento definitivo al mercado nacional. Por cierto, qué manera de entregarse y bailar de Oscar Daniello. 40 minutos enormes, con público y grupo en perfecta simbiosis.

Pero si había algún grupo mítico en el festival y que marcó una época este era sin duda Sex Pistols, Más muppets ya que punkies peligrosos, los ingleses cumplieron con un buen espectáculo pseudo punk, aún no decadente. No escandalizaron, divirtieron.

A la cabeza un histriónico y medio ido Johnny Rotten, embutido en un chándal bombacho forrado con hojas secas. Y a su lado, los tres restantes fundadores del grupo: el bajista Glenn Matlock (luego sustituido por Sid Vicious), el guitarrista Steve Jones y Paul Cook, con su batería modelo ‘Los Ropper’ pintada con los colores de la bandera inglesa, en una estética ochentera bien lograda.

Bajo el brazo, un buen número de himnos coreados por un público intergeneracional. Empezaron fuerte, con Pretty vacant y God save the Queen. Siguieron No feelings, Liar, Holidays in the sun…

Rotten intentó apuntalar su leyenda contestataria haciendo gárgaras con whisky y escupiéndolo e instando a rezar a Alá entre guitarrazos, pero ya no provocan… divierten.

Otro de los atractivos de la noche, Los Kaiser Chiefs, cumplieron con creces. La banda indie de Leeds (qué prolífico es el norte del Reino Unido en la última década) enganchó pronto al público con el célebre ‘Ruby’ (nº 1 en Inglaterra), de su segundo disco Yours Truly.

Sonido impecable y entrega en el escenario, fueron sucediéndose paulatinamente ‘Everything is average nowadays’, ‘Everyday I love you less and less’… ante un auditorio complacido y complaciente.

Y acabamos con Los Planetas; no es que los granadinos destaparan el tarro de sus esencias. Jota estuvo bastante ausente y no conectó mucho con el público, bastante incondicional, todo sea dicho. Nadie va a discutir a estas alturas su música, pero en Barcelona no se entregaron. Otra vez será.

Salvaje-Man, el amigo de Nick Cave
Los festivales son últimamente un buen escaparate para encontrar las invenciones más ingeniosas del ser humano. El de Summercase 2008 ha sido el vaso-llavero azul o negro

En plena conciencia ecologista, los organizadores se sacaron de la manga un recipientito de plástico duro que, una vez utilizado, se colgaba en la trabilla del pantalón para un posterior reuso. El espectáculo era bastante surrealista y divertido, la verdad, si uno se abstraía y observaba a todo quisqui con el vasito en ristre. Well done! Sólo que lo podían haber hecho un poco más grande: tamaño medio cubata (de Bilbao) o media cerveza (también de Bilbao) por seis y tres euros es pelín caro… hasta para uno de Bilbao.

Por cierto, un público realmente joven éste de Summercase, summer-boys and girls de estética indie aburguesada poco o nada revoltosa y de movimientos civilizados. Y guapo, especialmente el femenino, el nivel ha sido estratosférico… de cuatro que veías tres eran pibones, tanto nacionales como extranjeras (con preeminencia anglosajona y nórdica) y con clase además.
Quizá sea este otro valor añadido, no desdeñable… caiga quien caiga. “En el BBK Live de Bilbao, buena música pero bastantes menos tías buenas” me decía un amigo.

En fin, al tema. El balance como espectador es en general bueno. Ha habido calidad más que digna en los grupos y buena onda entre el personal, mayoritariamente veinteañero; excepción hecha del citado atraco en los precios de la bebida (que no es solo aquí, parece ha devenido ya en norma), no ha habido petardazos ni bronca alguna que lamentar.

Bueno sí, el ‘hostal’ de Psicosis en el que estuvimos alojados… pero eso será motivo de un monográfico más adelante.

Comentar, por último, la percepción que uno tiene de que más de 60 grupos en 24 horas totales – distribuidos en dos días y cuatro escenarios – quizá siga siendo demasiado para digerirlo adecuadamente.

Never mind, mejor el exceso que el defecto.

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