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Paco Milla

Bruce Springsteen y violencia "aprobada"

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No se alarmen, de momento “el jefe” no tiene nada que ver con ningún tipo de violencia, salvo que, con escasos 60 kilos y rozando 60 años, se erige como una autentica bomba de energía, aunque, eso si, explota de forma secuencialmente-gradual durante el concierto y aun sigue habiendo fans, que confiesan ver una enorme aura que le rodea. O aura, o trabajo y esfuerzo. Digo esto, porque a poca gente he visto sudar tan profusamente y menos normal aun, es que ese sudor, me lo llevara yo a casa impregnado en mis cabellos (entonces los tenia) y ropas. (Además me llevé otras cosas, valiosas y que dejaré para el cuerpo del artículo o reflexión).

Tómenselo a broma, pero bajo el “monstruo rockero”, a ras de taurina arena, en la zona de seguridad, allá donde los focos no alumbran, frente a aquellas jóvenes a las que no les importa ser literalmente aplastadas por la multitud contra la valla de seguridad, ni orinarse encima para no perder el sitio, estaba el mismo que aparece en mi espejo cuando me peino, cumpliendo con su trabajo.

Es ahora, viendo en el telediario, que el “Boss” continua llenando estadios, cuando vienen a mi memoria aquellas 24 horas que pasamos como escoltas de él, su esposa e hijo, allá por los noventa.

Y hago esta entradilla, para que vean ustedes, por si nunca lo pensaron que “la violencia” utiliza diferentes caretas dentro de cualquier carnaval, con el fin de lograr muestra aprobación o no.

Es complicado, por tanto, escribir sobre algo que todo el mundo trata de negativo, hasta que le toca a ellos utilizarla o servirse de ella. Yo, para entrar a saco y encender la hoguera, les diré que solo la violencia, es capaz de abortar la violencia.

Si el agresor no tiene miedo… llevará a cabo la agresión. Es solo mi opinión y no tengo porque estar en posesión de la verdad.

Jamás leí articulo o tratado alguno, que distinga sobre lo que yo llamaría violencia aprobada, reprobada, pasiva, de enseñamiento u oculta, por el mero hecho de sustentarse en la defensa del “bueno o del malo”, mostrarse u ocultarse ante los ojos del publico o del propio agresor. Todos renegamos de ella, pero en el fondo la necesitamos.

El subconsciente trata de ocultarlo, echándole encima el manto blanco, que transforma su nombre en el de seguridad, pero cuando unos manifestantes o aburridos jovenzuelos, actúan violentamente en el corte de una carretera, rompiendo escaparates o mobiliario urbano, enfrente tienen a la violencia de los policías que lanzan pelotas de goma y usan las porras para meterlos en vereda.

Es entonces cuando aplaudimos que acuda el séptimo de caballería, ¿se imaginan que los agentes, rogaran, suplicaran y pusieran la otra mejilla?
Si ustedes son amigos de los matices, maticemos: cuando un … digamos, escoltado, va rodeado de tres tipos vestidos de negro, armados y con wallkies o micros en las muñecas, en cierta forma, también podríamos llamarlo violencia, aunque solo sea de intimidación, puesto que en innumerables ocasiones, solo esta visión ya basta para que el agresor desista.

La misma violencia, utilizará un franco tirador oculto, si su cerebro le dice que es el momento de acariciar el gatillo, para proteger a la victima escoltada, convirtiéndose en el agresor del agresor.

¿Cuantos políticos o lideres o elegidos, habrán salvado sus vidas, solo por la parafernalia que les rodea? Son sueldos que han de pagarse a gusto, pues el mero hecho de que nada ocurra, ya es noticia.

Los escoltas, están preparados, deben hacerlo y lo harán (utilizar la violencia) con un único fin: salvar la vida de sus protegidos y la propia ( a veces el orden cambia). Por eso, cada vez que escucho decir, cantar, proclamar, recitar o gritar, que la violencia sobra, me dan ganas de reír hacia adentro, que es la forma mas penosa de reír.

Volviendo al tema Sprigsteen, en aquel concierto, todo transcurrió con normalidad durante las 48 horas que estuvo en la ciudad. Pero en el transcurso del evento surgieron dos problemas:

El primero nos paso a todos por la espalda; muy trajeado y con una credencial, del mundial 82 , o de la convención anual de hijos de Utah pelirrojos, o de la legion extranjera con derecho a roce en las discotecas de Marbella, ¿qué mas da?

El caso es que llevaba una credencial y gracias a ella, SE NOS COLÓ y accedió a la zona de seguridad bajo el escenario, lo cruzó a ras de suelo, saludándonos a todos amistosamente y palmeándonos la espalda y acto seguido subió por la escalera lateral y se colocó tras Bruce, limitándose a saludar al publico. Los wllkies comenzaron a echar humo y los escoltas de las alas del escenario retiraron inmediatamente a la esposa y el pequeño de allí.

El “agresor” tuvo 10 segundos, (como minimo) para haber intentado, lo que hubiera querido contra el cantante, hasta que nos echamos encima de él “de forma violentamente aprobada”. Bajo el escenario le cayeron de todos los tamaños y a comisaría llegó, “pelin estropeadillo” por su gesta, pero lo consiguió. Todo se debía a una apuesta con su panda de amigos, hecha días atrás, pero repito: lo consiguió.

La segunda ocasión problemática, la provocó el propio escolta personal del americano, pues dejándose este, caer del escenario, el mastodonte Mike, le puso la mano en el pecho y lo acercó al publico.

Este gesto,(le veréis, le tendréis cerca, pero no le tocareis), sin duda estudiado y entrenado entre ellos, estuvo muy, pero que muy a cerca de salir caro, pues en un momento dado, el enorme oso americano, comenzó a pedir ayuda a los enanos españoles que por allí pululábamos, pues el publico, consiguió enganchar una de las manos del dios y se lo llevaban hacia el mar de tiburones, que en aquel momento, a nosotros nos parecía el poblado suelo de la plaza de toros.

Lo agarramos como pudimos, (con violencia) algunos de seguridad saltaron a la arena y reptando sobre las cabezas de los asistentes, (con violencia) consiguieron que los que querían llevárselo a “terreno neutral” desistieran de ello, nos acordamos de la entrañable señora que un día tuvo a bien traer a Mike a este valle de lagrimas, (con violencia verbal) y devolvimos al “sesenta kilos de energía pura al escenario, (con mesurada violencia). A todo esto, decir que en ningún momento dejó de cantar (con voz violentamente rasgada y cazallera).

De la misma forma, cuando una pua, fue lanzada por el mito (violentamente), yo la recogí, e inmediatamente hice un gesto (violento), la lancé al publico, solo que mis dedos inexplicablemente no se abrieron y sin violencia alguna, la introduje en mi bolsillo.

La violencia pues, mata, daña, insulta, provoca, humilla, pero también todo lo contrario y déjenme decirles que poner el otro carrillo, en la mayoría de los casos, no surte efecto.

Contra los cocodrilos, hay que pelear a dentelladas, porque por lo general, el talante no basta, e incluso solo vale para animar al enemigo, demostrándole nuestra debilidad. Si te encierras con un gato, has de afilar tus uñas, por si acaso, al margen de que inteligentemente dejes una salida. No se si estas letras serán útiles para alguien, pero hoy toca escribir y esto es lo que hay. Ojala yo tuviera alguna duda sobre lo que narro. Eso me gustaría, sería bonito y esperanzador, pero… Sean felices y buenas vacaciones.

Bruce Springsteen y violencia "aprobada"

Paco Milla
Paco Milla
sábado, 19 de julio de 2008, 22:18 h (CET)
No se alarmen, de momento “el jefe” no tiene nada que ver con ningún tipo de violencia, salvo que, con escasos 60 kilos y rozando 60 años, se erige como una autentica bomba de energía, aunque, eso si, explota de forma secuencialmente-gradual durante el concierto y aun sigue habiendo fans, que confiesan ver una enorme aura que le rodea. O aura, o trabajo y esfuerzo. Digo esto, porque a poca gente he visto sudar tan profusamente y menos normal aun, es que ese sudor, me lo llevara yo a casa impregnado en mis cabellos (entonces los tenia) y ropas. (Además me llevé otras cosas, valiosas y que dejaré para el cuerpo del artículo o reflexión).

Tómenselo a broma, pero bajo el “monstruo rockero”, a ras de taurina arena, en la zona de seguridad, allá donde los focos no alumbran, frente a aquellas jóvenes a las que no les importa ser literalmente aplastadas por la multitud contra la valla de seguridad, ni orinarse encima para no perder el sitio, estaba el mismo que aparece en mi espejo cuando me peino, cumpliendo con su trabajo.

Es ahora, viendo en el telediario, que el “Boss” continua llenando estadios, cuando vienen a mi memoria aquellas 24 horas que pasamos como escoltas de él, su esposa e hijo, allá por los noventa.

Y hago esta entradilla, para que vean ustedes, por si nunca lo pensaron que “la violencia” utiliza diferentes caretas dentro de cualquier carnaval, con el fin de lograr muestra aprobación o no.

Es complicado, por tanto, escribir sobre algo que todo el mundo trata de negativo, hasta que le toca a ellos utilizarla o servirse de ella. Yo, para entrar a saco y encender la hoguera, les diré que solo la violencia, es capaz de abortar la violencia.

Si el agresor no tiene miedo… llevará a cabo la agresión. Es solo mi opinión y no tengo porque estar en posesión de la verdad.

Jamás leí articulo o tratado alguno, que distinga sobre lo que yo llamaría violencia aprobada, reprobada, pasiva, de enseñamiento u oculta, por el mero hecho de sustentarse en la defensa del “bueno o del malo”, mostrarse u ocultarse ante los ojos del publico o del propio agresor. Todos renegamos de ella, pero en el fondo la necesitamos.

El subconsciente trata de ocultarlo, echándole encima el manto blanco, que transforma su nombre en el de seguridad, pero cuando unos manifestantes o aburridos jovenzuelos, actúan violentamente en el corte de una carretera, rompiendo escaparates o mobiliario urbano, enfrente tienen a la violencia de los policías que lanzan pelotas de goma y usan las porras para meterlos en vereda.

Es entonces cuando aplaudimos que acuda el séptimo de caballería, ¿se imaginan que los agentes, rogaran, suplicaran y pusieran la otra mejilla?
Si ustedes son amigos de los matices, maticemos: cuando un … digamos, escoltado, va rodeado de tres tipos vestidos de negro, armados y con wallkies o micros en las muñecas, en cierta forma, también podríamos llamarlo violencia, aunque solo sea de intimidación, puesto que en innumerables ocasiones, solo esta visión ya basta para que el agresor desista.

La misma violencia, utilizará un franco tirador oculto, si su cerebro le dice que es el momento de acariciar el gatillo, para proteger a la victima escoltada, convirtiéndose en el agresor del agresor.

¿Cuantos políticos o lideres o elegidos, habrán salvado sus vidas, solo por la parafernalia que les rodea? Son sueldos que han de pagarse a gusto, pues el mero hecho de que nada ocurra, ya es noticia.

Los escoltas, están preparados, deben hacerlo y lo harán (utilizar la violencia) con un único fin: salvar la vida de sus protegidos y la propia ( a veces el orden cambia). Por eso, cada vez que escucho decir, cantar, proclamar, recitar o gritar, que la violencia sobra, me dan ganas de reír hacia adentro, que es la forma mas penosa de reír.

Volviendo al tema Sprigsteen, en aquel concierto, todo transcurrió con normalidad durante las 48 horas que estuvo en la ciudad. Pero en el transcurso del evento surgieron dos problemas:

El primero nos paso a todos por la espalda; muy trajeado y con una credencial, del mundial 82 , o de la convención anual de hijos de Utah pelirrojos, o de la legion extranjera con derecho a roce en las discotecas de Marbella, ¿qué mas da?

El caso es que llevaba una credencial y gracias a ella, SE NOS COLÓ y accedió a la zona de seguridad bajo el escenario, lo cruzó a ras de suelo, saludándonos a todos amistosamente y palmeándonos la espalda y acto seguido subió por la escalera lateral y se colocó tras Bruce, limitándose a saludar al publico. Los wllkies comenzaron a echar humo y los escoltas de las alas del escenario retiraron inmediatamente a la esposa y el pequeño de allí.

El “agresor” tuvo 10 segundos, (como minimo) para haber intentado, lo que hubiera querido contra el cantante, hasta que nos echamos encima de él “de forma violentamente aprobada”. Bajo el escenario le cayeron de todos los tamaños y a comisaría llegó, “pelin estropeadillo” por su gesta, pero lo consiguió. Todo se debía a una apuesta con su panda de amigos, hecha días atrás, pero repito: lo consiguió.

La segunda ocasión problemática, la provocó el propio escolta personal del americano, pues dejándose este, caer del escenario, el mastodonte Mike, le puso la mano en el pecho y lo acercó al publico.

Este gesto,(le veréis, le tendréis cerca, pero no le tocareis), sin duda estudiado y entrenado entre ellos, estuvo muy, pero que muy a cerca de salir caro, pues en un momento dado, el enorme oso americano, comenzó a pedir ayuda a los enanos españoles que por allí pululábamos, pues el publico, consiguió enganchar una de las manos del dios y se lo llevaban hacia el mar de tiburones, que en aquel momento, a nosotros nos parecía el poblado suelo de la plaza de toros.

Lo agarramos como pudimos, (con violencia) algunos de seguridad saltaron a la arena y reptando sobre las cabezas de los asistentes, (con violencia) consiguieron que los que querían llevárselo a “terreno neutral” desistieran de ello, nos acordamos de la entrañable señora que un día tuvo a bien traer a Mike a este valle de lagrimas, (con violencia verbal) y devolvimos al “sesenta kilos de energía pura al escenario, (con mesurada violencia). A todo esto, decir que en ningún momento dejó de cantar (con voz violentamente rasgada y cazallera).

De la misma forma, cuando una pua, fue lanzada por el mito (violentamente), yo la recogí, e inmediatamente hice un gesto (violento), la lancé al publico, solo que mis dedos inexplicablemente no se abrieron y sin violencia alguna, la introduje en mi bolsillo.

La violencia pues, mata, daña, insulta, provoca, humilla, pero también todo lo contrario y déjenme decirles que poner el otro carrillo, en la mayoría de los casos, no surte efecto.

Contra los cocodrilos, hay que pelear a dentelladas, porque por lo general, el talante no basta, e incluso solo vale para animar al enemigo, demostrándole nuestra debilidad. Si te encierras con un gato, has de afilar tus uñas, por si acaso, al margen de que inteligentemente dejes una salida. No se si estas letras serán útiles para alguien, pero hoy toca escribir y esto es lo que hay. Ojala yo tuviera alguna duda sobre lo que narro. Eso me gustaría, sería bonito y esperanzador, pero… Sean felices y buenas vacaciones.

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