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Ana Morilla

Ha nacido el centro derecha

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Cuando Gonzalez Pons dijo que un partido político tras dos derrotas tiene que vivir una adolescencia, no sabía aún que la crisis identitaria del PP se saldaría con su nombramiento como Vicesecretario de comunicación y con más inteligencia de la que cabía esperar de la errática desaceleración de su partido.

En el inicio del texto de la ponencia política que se debatirá estos días en el Congreso Popular, no hay cambios sustanciales con “los valores y princios” históricos de la derecha española a que tanto ha aludido siempre el sector duro del PP. La ponencia insiste en su inicio en las mismas claves que en la anterior etapa: Estado de las Autonomías en la “indisoluble unidad de la nación Española” y en los referentes clásicos liberales y conservadores: “el libre mercado, la libertad individual, el imperio de la ley, democracia y derechos humanos, separación de poderes y gobierno limitado”. Sorprende la forma de enunciar éste último sin tapujos, y la falta de tacticismo al no incorporar aquí elementos clásicos de la izquierda que asumen ya otras derechas europeas, como “cohesión social” o “igualdad de oportunidades”, a la que sí se alude repetidamente más adelante, pero con un curioso giro que parece referirla a la ausencia de privilegios entre Comunidades y a los conceptos de meritocracia y capacidad, en lugar de a la necesidad de apoyo a los más débiles para el acceso a derechos básicos.

Sin embargo, al avanzar en la ponencia, hay un radical cambio de estilo. Un tono diferente que parece haber surgido de la victoria de la moderación en el debate ideológico o de la libertad tras el portazo de San Gil. Artículos propios de un partido de centro reformista y que llevan el sello del moderado Soria; incluso incurren en ciertas contradicciones con el discurso anterior. Se habla de nuevo de “cohesión”, otra vez de “igualdad de oportunidades” con estilo muy distinto y hasta de “politicas sociales que garanticen la justa distribución de la riqueza”. El resto del patchwork de la ponencia, y exceptuando el bloque sobre ETA y el terrorismo, es un ejemplo de corrección política y desideologización. El tratamiento que se da a Inmigración, Igualdad real y de género, Educación, Seguridad o Política internacional, podría ser similar al de otras derechas moderadas europeas y tiene muy poco que ver con las posiciones que han defendido anteriormente en el PP Astarloa, Aristegui o Mayor Oreja.

Pero además, para confiar en la futura centralidad del PP, están los gestos de Rajoy desde su derrota hasta hoy: la oferta constante – y sincera - de Pactos de Estado, el apoyo incondicional al Gobierno en el último atentado de ETA, la elección de Soraya y de los propios encargados de la Ponencia, la actitud parlamentaria pactista, el centrar la oposición en temas económicos y de gestión olvidando las confrontaciones ideológicas más identitarias, la salida de Acebes o San Gil, la posición de independencia y resistencia frente a Mundo y Cope, la revuelta del ala dura, azuzada por Pedro J. y liderada por Aguirre, Oreja, Aristegui o Elorriaga, resistiendose al giro al centro.

Y ahora un equipo con imagen renovada y posiciones muy poco maximalistas. La única concesión a la era Aznar, Ana Mato, ha sido relegada a la cocina de organización interna. La elección de Mª Dolores de Cospedal como segunda y del resto de Vicesecretarios es todo un golpe de inteligencia y habilidad política: figuras incontestables como la propia Cospedal, Arenas o González Pons, pero cuyo perfil técnico, tono autocrítico y estilo en comunicación e imagen significa una renovación profunda más allá de las formas. Es cierto que Rajoy no se ha atrevido a culminar su hazaña contra el sector duro incorporando a Gallardón y es cierto también que ha ganado la batalla de desactivar adversarios con éste dream team, pero aún no sabemos qué ocurrirá en el Congreso, qué enmiendas se impondran y qué últimas revueltas le depararán los críticos, los duros y los excluidos. Todavía está por ver que no hay nuevas rebeliones de “valores y principios” que impongan su cuota frente al pragmatismo de la nueva era. Es pronto sí, y hay que esperar al domingo, pero muy probablemente ha nacido un nuevo centro derecha en España.

Ha nacido el centro derecha

Ana Morilla
Ana Morilla
domingo, 22 de junio de 2008, 06:02 h (CET)
Cuando Gonzalez Pons dijo que un partido político tras dos derrotas tiene que vivir una adolescencia, no sabía aún que la crisis identitaria del PP se saldaría con su nombramiento como Vicesecretario de comunicación y con más inteligencia de la que cabía esperar de la errática desaceleración de su partido.

En el inicio del texto de la ponencia política que se debatirá estos días en el Congreso Popular, no hay cambios sustanciales con “los valores y princios” históricos de la derecha española a que tanto ha aludido siempre el sector duro del PP. La ponencia insiste en su inicio en las mismas claves que en la anterior etapa: Estado de las Autonomías en la “indisoluble unidad de la nación Española” y en los referentes clásicos liberales y conservadores: “el libre mercado, la libertad individual, el imperio de la ley, democracia y derechos humanos, separación de poderes y gobierno limitado”. Sorprende la forma de enunciar éste último sin tapujos, y la falta de tacticismo al no incorporar aquí elementos clásicos de la izquierda que asumen ya otras derechas europeas, como “cohesión social” o “igualdad de oportunidades”, a la que sí se alude repetidamente más adelante, pero con un curioso giro que parece referirla a la ausencia de privilegios entre Comunidades y a los conceptos de meritocracia y capacidad, en lugar de a la necesidad de apoyo a los más débiles para el acceso a derechos básicos.

Sin embargo, al avanzar en la ponencia, hay un radical cambio de estilo. Un tono diferente que parece haber surgido de la victoria de la moderación en el debate ideológico o de la libertad tras el portazo de San Gil. Artículos propios de un partido de centro reformista y que llevan el sello del moderado Soria; incluso incurren en ciertas contradicciones con el discurso anterior. Se habla de nuevo de “cohesión”, otra vez de “igualdad de oportunidades” con estilo muy distinto y hasta de “politicas sociales que garanticen la justa distribución de la riqueza”. El resto del patchwork de la ponencia, y exceptuando el bloque sobre ETA y el terrorismo, es un ejemplo de corrección política y desideologización. El tratamiento que se da a Inmigración, Igualdad real y de género, Educación, Seguridad o Política internacional, podría ser similar al de otras derechas moderadas europeas y tiene muy poco que ver con las posiciones que han defendido anteriormente en el PP Astarloa, Aristegui o Mayor Oreja.

Pero además, para confiar en la futura centralidad del PP, están los gestos de Rajoy desde su derrota hasta hoy: la oferta constante – y sincera - de Pactos de Estado, el apoyo incondicional al Gobierno en el último atentado de ETA, la elección de Soraya y de los propios encargados de la Ponencia, la actitud parlamentaria pactista, el centrar la oposición en temas económicos y de gestión olvidando las confrontaciones ideológicas más identitarias, la salida de Acebes o San Gil, la posición de independencia y resistencia frente a Mundo y Cope, la revuelta del ala dura, azuzada por Pedro J. y liderada por Aguirre, Oreja, Aristegui o Elorriaga, resistiendose al giro al centro.

Y ahora un equipo con imagen renovada y posiciones muy poco maximalistas. La única concesión a la era Aznar, Ana Mato, ha sido relegada a la cocina de organización interna. La elección de Mª Dolores de Cospedal como segunda y del resto de Vicesecretarios es todo un golpe de inteligencia y habilidad política: figuras incontestables como la propia Cospedal, Arenas o González Pons, pero cuyo perfil técnico, tono autocrítico y estilo en comunicación e imagen significa una renovación profunda más allá de las formas. Es cierto que Rajoy no se ha atrevido a culminar su hazaña contra el sector duro incorporando a Gallardón y es cierto también que ha ganado la batalla de desactivar adversarios con éste dream team, pero aún no sabemos qué ocurrirá en el Congreso, qué enmiendas se impondran y qué últimas revueltas le depararán los críticos, los duros y los excluidos. Todavía está por ver que no hay nuevas rebeliones de “valores y principios” que impongan su cuota frente al pragmatismo de la nueva era. Es pronto sí, y hay que esperar al domingo, pero muy probablemente ha nacido un nuevo centro derecha en España.

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