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Darío de Escitia en Piedrabuena

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Llegó, escribió (vio) y venció… podemos decir del navarro Darío Frías, parafraseando a Julio César con su famosa frase “Veni, vidi, vici”, quien antecedió en vida al poeta Ovidio, prácticamente los dos fueron coetáneos, un año les separa, en torno a los últimos años antes de Cristo.

Precisamente sobre el mito y desgracia del poeta romano Ovidio gira la obra del joven poeta Darío, ganador del XVII Premio de Poesía “Nicolás del Hierro” y con él todas las vicisitudes del personaje desterrado en Escitia y quién sabe si los destierros personales de cualquier razón están entre estos versos pululando.

Un poema y un error, reconoce Ovidio que fueron las causas del destierro, el poema pudo ser “El arte de amar”. Del error no se sabe, pero los historiadores nos hablan de que estuvo inmerso en ceremonias de adivinación sobre el futuro del emperador, o pudo ser el tono erótico de sus poemas la causa de la molestia del gobernante, o incluso por conocer secretos amorosos de Julia, la hija del emperador. Lo cierto es que el rico y hacendado poeta Ovidio debe marchar de la noche a la mañana a la región de Escitia, cercana al Mar Muerto, muy lejos de Roma, de su familia y de sus posesiones personales.

Unos versos en el Preludio del poemario nos recuerdan con voz de Ovidio y de Darío su triste estado: “En la región de Escitia,/ donde la sangre duele y se congela,/ las murallas/ son altas y las gentes/ cierran puertas/ y ventanas con llave.” Desde este poema hasta el titulado “A modo de epílogo” hay veinticinco composiciones más que nos hablan de cómo se despide de su tierra, de cómo echa de menos a su esposa Fabia y a su hija, de cómo extraña Roma, de cómo añora la casa donde se quedó su vida en parte. “Estás aquí./ Me basta/ con saberte entre las cosas./ Eres casi la lluvia, casi ciega,/ ya casi luz/ o casi transparente.”

En el acto de presentación de la obra estuvo arropado, si es que Darío Frías lo necesita, por el alcalde de Piedrabuena, José Luis Cabezas, quien disertó sobre la alejada región asiática; por el poeta que da nombre al certamen, Nicolás del Hierro, quien se congratuló como todos los que acudimos a saludarlo de poder estar allí, ya que el año pasado por enfermedad no pudo hacerlo; por otros poetas como José Luis Morales o como Pedro Antonio González Moreno, perteneciente al jurado, quien lo acompañó en mesa con unas muy acertadas palabras sobre la obra, y por supuesto, por el poeta piedrabuenero, Paco Caro, quien disertó sobre este Ovidio del siglo XXI, valorando la magnífica proyección de Darío en ganar premios y publicar versos a toda carrera en nuestra provincia y en España en los últimos tres años.

Sobre el amor, sobre la soledad, sobre la muerte… forma parte de una sentida dedicatoria escrita por Darío tras la presentación. Nos quedamos con unos versos finales sobre soledades y destierros, quizá destierros actuales, porque el hombre no siempre puede habitar la tierra que ama y se muda, anda caminos por imperativos que les son ajenos al propio camino del corazón. “Donde el mundo prescribe/ mi corazón deshabitado/ aguarda la pequeña recompensa/ de una noche/ sin hielo.”

Darío de Escitia en Piedrabuena

Nieves Fernández
sábado, 17 de octubre de 2015, 09:46 h (CET)
Llegó, escribió (vio) y venció… podemos decir del navarro Darío Frías, parafraseando a Julio César con su famosa frase “Veni, vidi, vici”, quien antecedió en vida al poeta Ovidio, prácticamente los dos fueron coetáneos, un año les separa, en torno a los últimos años antes de Cristo.

Precisamente sobre el mito y desgracia del poeta romano Ovidio gira la obra del joven poeta Darío, ganador del XVII Premio de Poesía “Nicolás del Hierro” y con él todas las vicisitudes del personaje desterrado en Escitia y quién sabe si los destierros personales de cualquier razón están entre estos versos pululando.

Un poema y un error, reconoce Ovidio que fueron las causas del destierro, el poema pudo ser “El arte de amar”. Del error no se sabe, pero los historiadores nos hablan de que estuvo inmerso en ceremonias de adivinación sobre el futuro del emperador, o pudo ser el tono erótico de sus poemas la causa de la molestia del gobernante, o incluso por conocer secretos amorosos de Julia, la hija del emperador. Lo cierto es que el rico y hacendado poeta Ovidio debe marchar de la noche a la mañana a la región de Escitia, cercana al Mar Muerto, muy lejos de Roma, de su familia y de sus posesiones personales.

Unos versos en el Preludio del poemario nos recuerdan con voz de Ovidio y de Darío su triste estado: “En la región de Escitia,/ donde la sangre duele y se congela,/ las murallas/ son altas y las gentes/ cierran puertas/ y ventanas con llave.” Desde este poema hasta el titulado “A modo de epílogo” hay veinticinco composiciones más que nos hablan de cómo se despide de su tierra, de cómo echa de menos a su esposa Fabia y a su hija, de cómo extraña Roma, de cómo añora la casa donde se quedó su vida en parte. “Estás aquí./ Me basta/ con saberte entre las cosas./ Eres casi la lluvia, casi ciega,/ ya casi luz/ o casi transparente.”

En el acto de presentación de la obra estuvo arropado, si es que Darío Frías lo necesita, por el alcalde de Piedrabuena, José Luis Cabezas, quien disertó sobre la alejada región asiática; por el poeta que da nombre al certamen, Nicolás del Hierro, quien se congratuló como todos los que acudimos a saludarlo de poder estar allí, ya que el año pasado por enfermedad no pudo hacerlo; por otros poetas como José Luis Morales o como Pedro Antonio González Moreno, perteneciente al jurado, quien lo acompañó en mesa con unas muy acertadas palabras sobre la obra, y por supuesto, por el poeta piedrabuenero, Paco Caro, quien disertó sobre este Ovidio del siglo XXI, valorando la magnífica proyección de Darío en ganar premios y publicar versos a toda carrera en nuestra provincia y en España en los últimos tres años.

Sobre el amor, sobre la soledad, sobre la muerte… forma parte de una sentida dedicatoria escrita por Darío tras la presentación. Nos quedamos con unos versos finales sobre soledades y destierros, quizá destierros actuales, porque el hombre no siempre puede habitar la tierra que ama y se muda, anda caminos por imperativos que les son ajenos al propio camino del corazón. “Donde el mundo prescribe/ mi corazón deshabitado/ aguarda la pequeña recompensa/ de una noche/ sin hielo.”

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