Estamos acostumbrados a las injusticias de la vida y a ver como, en nuestra sociedad, abundan quienes sin otros méritos que la pillería ni otros talentos que el don de saber engañar a la gente, consiguen escalar los peldaños de este anhelado para muchos y difícilmente alcanzable para la mayoría de ciudadanos, camino que tienen que recorrer los aspirantes a medrar en la vida y conseguir el éxito y el poder que los sitúe por encima de sus conciudadanos, consistente en hacerse con el bien supremo de obtener la fama. Cuando personajes, aparentemente inocuos, carentes de escrúpulos y grandes embaucadores, son capaces de sortear los difíciles caminos del esfuerzo, el estudio, el trabajo, la inteligencia y la competencia, para lograr escalar a través de atajos, recomendaciones, presiones o chantajes, una situación privilegiada, un puesto elevado o un cargo prominente que, a través de los procedimientos normales, nunca hubieran sido capaces de conseguir.

Resulta decepcionante comprobar como resulta de fácil y gratificante, para algunos personajes descarados, ambiciosos, carentes de escrúpulos y dispuestos a utilizar todos los medios decentes o indecentes, legales o ilegales, éticos o antiéticos para conseguir, por procedimientos maliciosos, alcanzar el objetivo que se han propuesto.

No existen, entre los distintos estamentos sociales, aquellos que estén libres de albergar a alguno o algunos de estos personajes que han conseguido venderse para entrar a formar parte de este reducido club de los famosos. Desde el “pequeño Nicolás” un caradura avispado que consiguió engañar hasta a la propia realeza, hasta otros personajes tan bastos, cutres e incultos como la llamada “princesa del pueblo”, la señora Belén Estéban, que, valiéndose de haber formado pareja con un conocido y famoso torero, del que tuvo una hija; con sus maneras arrabaleras, sus desplantes de verdulera y sus expresiones vulgares, ha conseguido ser invitada asidua en todos los programas “basura” y “reality shows” emitidos por las cadenas televisivas, que se destacan por sacrificar la calidad y la seriedad de sus producciones, a la satisfacción de los más bajos instintos de la numerosa audiencia que se solaza con esta clase de espectáculos, mezquinos y de mal gusto. Eso sí, ha conseguido sacar partido de toda su vida privada, incluidos varios matrimonios, ya que, por sus actuaciones, recibe importantes compensaciones económicas que nunca hubiera soñado conseguir si se hubiera conformado con recibir las cantidades que le enviaba el torero para atender a su sustento y el de su hija.

Lo cierto es que esta clase de personajes proliferan más de lo que hubiera sido deseable. Veamos el caso de este presentador conocido como el “Gran Wiomyng” un señor que fracasó en sus estudios de medicina, ha intentado destacar, sin conseguirlo, interviniendo en papeles secundarios de algunos bodrios cinematográficos y acabó fichando por una de estas cadenas destacadas por ser la divulgadora de los más conocidos programas “basura”. Un amargado, antisistema, con ínfulas de intelectual, uno de estos cínicos que es un ejemplo viviente de aquel conocido aforismo: “la cara es el espejo del alma”; que se la tiene jurada a la derecha, a la que no para, con mejor o peor fortuna, de zaherir y descalificar, aunque difícilmente su humor ácido y sus pobres argumentos, pueden hacer mella en personas de un determinado nivel cultural que, por supuesto, no se dedican a seguir su programa.

Y, dentro de otro orden, si vamos a parar al ambiente político, tenemos que destacar alguna declaración de este “anfant terrible” de Podemos, el señor Monedero que, no contento con no haber demostrado de donde recibió el dinero por unos trabajos no realizados; en su afán de destacar y de que se hable de él, en momentos en que su partido parece que ha entrado en barrena, se ha salido con una boutade, impropia de una persona que presume de tener una carrera universitaria, cuando se ha permitido lanzar el siguiente mensaje en la redes : “Ofensiva desastrosa en Siria y naufragio de Rato. Mientras, Aznar, responsable en ambos casos, se hace el estadista. Gente con impunidad” Nada más que un embustero patológico como este señor puede hilvanar tal cantidad de sandeces, absurdos, engaños y mala uva en sólo dos líneas de texto. O no sabe nada de Historia, o no tiene sentido del ridículo o está dispuesto a desbarrar con tal de salir en la noticias de los periódicos. No sé si el señor Pablo Iglesias se debe sentir muy contento con su subordinado cuando se permite decir tal cúmulo de tonterías que ni un niño de dos años se podría creer.

Pero es que, señores, no para aquí la lista de arribistas que se apuntan a cualquier medio para salir en las revistas. Aquí tenemos a otra don nadie, una señora peluquera, doña Raquel Mosquera, cuyo único “mérito” consiste en haberse casado con Pedro Carrasco, un boxeador de fama que ya murió hace años. Desde entonces no ha parado de cometer tonterías, equivocaciones que la llevaron al borde de la locura. No ha dejado de hacer uso de su vida particular para conseguir su momento de fama, haciendo ostentación de sus “novios” sin que haya conseguido más que convertirse en el hazmerreír de quienes siguen sus peripecias. Ahora se avecina otro culebrón que añadir a la familia de la cantadora I. Pantoja, en esta ocasión, a cargo de la madre biológica de su hija adoptada, Chabelita Pantoja. El olor del dinero y de la fama por lo visto ha despertado, después del transcurso de los años, el amor materno de Roxana Salca, que ya ha aparecido contando la conocida historia de la madre en apuros que tuvo que desprenderse de su hija recién nacida. Demasiado tiempo transcurrido para que, este súbito arrepentimiento, con todas las apariencias de ser un negocio encubierto de estos que, con tanta frecuencia, conocemos. Sin duda, material de primera mano para revistas del corazón.

Pero no queremos acabar este comentario sin hacer mención a nuestra reina Leticia. Es evidente que se ha tomado en serie este apelativo que se le viene dando de ser la representación de nuestra moda y elegancia. Todos hemos podido ver como le gusta exhibirse ante las reinas y primeras damas de los países que visita, sola o acompañada del Rey. Sin embargo, recientemente, parece que ha querido dar un paso adelante en su afán de figurar y por ello no dudó en ponerse una minifalda que dejaba sus piernas al descubierto con ocasión de la fiesta de la Banderita de la Cruz Roja. Ya resultó algo impactante y, evidentemente, impropio de una señora que ya no es una jovencita y con dos hijas. Pero es que, señores, da la sensación de que la experiencia le resultó grata y, posiblemente, hubo más de una de sus amistades que le debió alabar el gusto, animándola a que siguiera mostrando aquella parte de su anatomía de la que parece estar tan orgullosa. Ahora, ha sido con motivo de la entrega en el senado del premio Luis Carandell de periodismo, cuando apareció de nuevo con una minifalda blanca y medias negras. Un contraste evidentemente impactante y, debo decirlo francamente, poco adecuado para una persona de la realeza que debiera mostrarse más comedida en su vestimenta, lo que no quiere decir que no pueda lucir elegante.

La Reina de España no debe prestarse a frivolidades ni dar la impresión de que quiere emular a las modelos o convertirse en una exhibicionista. Cada momento de la vida de una persona requiere que sea capaz de hacer autocrítica de si misma, acepte las servidumbres que su condición real le impone y darse cuenta de que, lo que a cualquier otra persona normal, de su edad, le estaría perfectamente permitido, incluso adecuado; en el caso de su persona, la esposa de SM el Rey, no parece que tal atuendo, tan ligero y corto de falda, sea el que corresponda a su condición de madre de las infantas.

O así es como, señores, desde el punto de vista de un ciudadano de a pie, vemos como en nuestra nación, a punto de salir de una crisis que ha supuesto grandes sacrificios para el pueblo español; la pluralidad de tantas personas que viven del cuento y se valen de su posición de famosos para hacerse ricos, en muy elevada, cuando otras personas de muchos más méritos, de grandes conocimientos, como investigadores, inventores, genios de las letras o de la práctica de la medicina, tienen que conformarse con compensaciones económicas que, al lado de las de estos aprovechados, resultan ridículas. Y lo peor: estos de las izquierdas, que tanto protestan contra los empresarios y el capitalismo, parecen estar de acuerdo con que ello suceda. Acaso piensan que ellos harían lo mismo si pudieran.