Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Disyuntiva

Colosales silenciamientos

|

La ambigüedad es muy amiga de la incertidumbre. Constituyen una pareja que nos colma de inquietudes, facilitadora también de gran parte de los errores cometidos. Aunque, sabedores de sus influencias, debiéramos prestar atención a sus devaneos, con la cautela necesaria y sin renuncias estúpidas. Contar con su presencia, para las respuestas pertinentes.

Uno de los dilemas acuciantes gira en torno de los silencios. ¿Sirven para algo? Ante la barahúnda ambiental, añoramos con frecuencia los pequeños remansos del silencio. Tienen su sitio, pero no suplantan la necesidad de las expresiones oportunas, de las palabras convenientes, de las decisiones cruciales. Por eso padecemos los efectos de los silencios IMPERTINENTES, cuando precisamos de los testimonios aclaratorios, que no llegan por ignorancia o por pasividad. Puede ser todavía peor, si las manifestaciones son acalladas de manera interesada por agentes perversos, individuales o adscritos a determinadas organizaciones. El ruido informativo encubre demasiados silencios preocupantes de consecuencias penosas.

¡Ay, amigos! Ni la cultura ni las magníficas creaciones son suficientes para una vida humana totalmente satisfactoria, cualquiera notará las enormes miserias arrastradas. Es un pequeño detalle que no solemos valorar en su auténtico significado. Por acción o por omisión, también por exageraciones, el BIEN y el MAL no asientan en territorios bien definidos. Observamos como los muy cultos pueden ser proclives a las desviaciones más abyectas. Parece algo evidente, pero muy poco aplicado en las enseñanzas y sobre todo en las aplicaciones prácticas. Así nos va con la postergación de esta disyuntiva, damos por supuesto lo que ya no queremos percibir estando bien despiertos.

Con el fondo trágico de la vida situado como fondo, la necesidad de colaboración es un clamor frente a las carencias personales o colectivas. Casi no haría falta insistir, las aportaciones deberían sumarse a los afanes superadores de cada deficiencia. Precisamos de la fluidez en esa comunicación. Dichas consideraciones realzan la necedad opuesta, callamos a la vista de la proliferación de MURALLAS separadoras; de las personas entre sí, de las comunidades, de las ideas, de los sentimientos. Son fronteras intratables, de perfil espinoso. Desde tan feroz separación surgen las peores agresiones, recaídas sobre elementos humanos extrañados de cualquier afecto. Quizá alucine y no sean reales estas separaciones; aunque chispean los distanciamientos.

Puestos los obstáculos en el ejercicio de sus propiedades limitadoras, cada día aumenta la algarabía, en un alarde de bytes y decibelios; aunque, curiosamente, contemplamos el olvido, el silenciamiento, de los auténticos DIÁLOGOS. Cómo irán a practicarse en los ambientes donde nadie escucha y todos hablan. Para mayor impedimento, el parloteo continuado emite pocas ideas con fundamento. Precisamos del famoso candil para el hallazgo de algún intercambio satisfactorio, en una tarea frustrante. ¿Será posible invertir la tendencia aisladora?

Hemos llegado a un punto de desconocimiento mutuo entre las personas, que asombra. ¿ A dónde vamos con esa suerte de egoismos desbocados en solitario? Ya no vemos la sonrisa o el trato amable como tales cualidades; porque intuimos por detrás la solapada avidez del disfrute general a costa de cualquiera. La verdadera consideración de la CORTESÍA debe permanecer, si acaso, recluida en algún lugar recóndito. El sucedáneo empalagoso encubridor de actividades maliciosas, forma parte de la hipocresía que todo lo confunde. Lo cortés no impide el arrojo esforzado de la brega diaria contra las dificultades; ahora bien, cuando es auténtico, incluye la añorada presencia del respeto mutuo.

Entre las alharacas públicas observamos la repetición de patrones de conducta poco recomendables. Sustituyendo a los equilibrios de la existencia personal o social, nos desviamos hacia extremos injustificados. Insistimos en aquel freudiano TÓTEM y TABÚ. Debe de ser el destino o cosa parecida, razonamos poco sobre este asunto. Seguimos las directrices de cualquier fantoche plagado de colorido, palabras huecas, poderes extraídos de forma irregular e intenciones pertrechadas en asuntos turbios. Desde la política, la banca, los medios informativos o las mismas algaradas sociales, nos surten de muñecos atrayentes. Mientras, nadie menciona al ente personal de cada sujeto con sus ramificaciones insustituíbles. Funcionamos en escenas falseadas.

A fuerza de razones, buenas, malas o falsas, dejamos tapizado nuestro recorrido existencial, parecen su único componente; ocultando así otras realidades de manera incomprensible. Porque, bien están las razones, pero llevadas a su exclusividad, silencian otros INFINITOS potenciales en los que estamos involucrados, estos quedan tronchados desde el principio al no ser tenidos en cuenta. La razón explicativa de todo cuanto acontece, en realidad, no culmina ninguna explicación.

El caos implícito en todas las influencias quánticas de nuevo conocimiento, deja muy desvaídas a las razones fuertes (Líderes, autoridad, cánones, dogmas) y abre los horizontes a las perspectivas de nuevo cuño. Los citados infinitos no toleran los recortes acartonados; revientan las justificaciones mediocres de quienes intentan controlarlos, ninguno de ellos aporta los conocimientos necesarios. Otra cosa es no hacer frente a esos pretendidos CONTROLADORES, dejarlos hacer, en medio de la necedad imperante.

Relacionado con el párrafo anterior, encontramos una paradoja que ocupa la mente de mucha gente; pretenden ser rotundos en sus decisiones, cuando ni siquiera intentan la comprensión de las demás personas y mucho menos de la complejidad del mundo. Practican el silenciamiento de cuanto atañe a lo MISTERIOSO, lo indefinido, como si no existieran esas realidades. Así, la nada, Dios, la misma esencia del Universo o lo que representa cada ser humano, pasan a ser asuntos innombrables; de esto que no se hable en las escuelas, organismos públicos, sociedad en general. Todo lo cual no es óbice para que sus ínfulas planeen sobre el resto de los ciudadanos. Que no aireen sus carencias, que por otra parte son las de todos.

A veces basta una simple mirada para el descubrimiento de las flagrantes imposturas ocultistas, suelen ser bastante zafias, aunque consigan distraernos y logren sus objetivos. Nuestra falta de atención colabora. Por eso nos conviene evitar la estupidez generalizada como causa de la falta de conocimiento, a pesar de considerarnos el centro del Universo.

El ocultamiento lleva implícita la intención de ciertas voluntades, que no suelen caracterizarse, ni por su franqueza, ni por su gran sabiduría, ni por el interés comunitario. La investigación y la crítica son imprescindibles para el combate esclarecedor, pero no caen como el maná; como mínimo requieren de nuestra VIGILIA incesante. Al menor descuido nos veremos circulando por senderos falseados, en beneficio de sus pérfidos promotores.

Colosales silenciamientos

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 2 de octubre de 2015, 05:48 h (CET)
La ambigüedad es muy amiga de la incertidumbre. Constituyen una pareja que nos colma de inquietudes, facilitadora también de gran parte de los errores cometidos. Aunque, sabedores de sus influencias, debiéramos prestar atención a sus devaneos, con la cautela necesaria y sin renuncias estúpidas. Contar con su presencia, para las respuestas pertinentes.

Uno de los dilemas acuciantes gira en torno de los silencios. ¿Sirven para algo? Ante la barahúnda ambiental, añoramos con frecuencia los pequeños remansos del silencio. Tienen su sitio, pero no suplantan la necesidad de las expresiones oportunas, de las palabras convenientes, de las decisiones cruciales. Por eso padecemos los efectos de los silencios IMPERTINENTES, cuando precisamos de los testimonios aclaratorios, que no llegan por ignorancia o por pasividad. Puede ser todavía peor, si las manifestaciones son acalladas de manera interesada por agentes perversos, individuales o adscritos a determinadas organizaciones. El ruido informativo encubre demasiados silencios preocupantes de consecuencias penosas.

¡Ay, amigos! Ni la cultura ni las magníficas creaciones son suficientes para una vida humana totalmente satisfactoria, cualquiera notará las enormes miserias arrastradas. Es un pequeño detalle que no solemos valorar en su auténtico significado. Por acción o por omisión, también por exageraciones, el BIEN y el MAL no asientan en territorios bien definidos. Observamos como los muy cultos pueden ser proclives a las desviaciones más abyectas. Parece algo evidente, pero muy poco aplicado en las enseñanzas y sobre todo en las aplicaciones prácticas. Así nos va con la postergación de esta disyuntiva, damos por supuesto lo que ya no queremos percibir estando bien despiertos.

Con el fondo trágico de la vida situado como fondo, la necesidad de colaboración es un clamor frente a las carencias personales o colectivas. Casi no haría falta insistir, las aportaciones deberían sumarse a los afanes superadores de cada deficiencia. Precisamos de la fluidez en esa comunicación. Dichas consideraciones realzan la necedad opuesta, callamos a la vista de la proliferación de MURALLAS separadoras; de las personas entre sí, de las comunidades, de las ideas, de los sentimientos. Son fronteras intratables, de perfil espinoso. Desde tan feroz separación surgen las peores agresiones, recaídas sobre elementos humanos extrañados de cualquier afecto. Quizá alucine y no sean reales estas separaciones; aunque chispean los distanciamientos.

Puestos los obstáculos en el ejercicio de sus propiedades limitadoras, cada día aumenta la algarabía, en un alarde de bytes y decibelios; aunque, curiosamente, contemplamos el olvido, el silenciamiento, de los auténticos DIÁLOGOS. Cómo irán a practicarse en los ambientes donde nadie escucha y todos hablan. Para mayor impedimento, el parloteo continuado emite pocas ideas con fundamento. Precisamos del famoso candil para el hallazgo de algún intercambio satisfactorio, en una tarea frustrante. ¿Será posible invertir la tendencia aisladora?

Hemos llegado a un punto de desconocimiento mutuo entre las personas, que asombra. ¿ A dónde vamos con esa suerte de egoismos desbocados en solitario? Ya no vemos la sonrisa o el trato amable como tales cualidades; porque intuimos por detrás la solapada avidez del disfrute general a costa de cualquiera. La verdadera consideración de la CORTESÍA debe permanecer, si acaso, recluida en algún lugar recóndito. El sucedáneo empalagoso encubridor de actividades maliciosas, forma parte de la hipocresía que todo lo confunde. Lo cortés no impide el arrojo esforzado de la brega diaria contra las dificultades; ahora bien, cuando es auténtico, incluye la añorada presencia del respeto mutuo.

Entre las alharacas públicas observamos la repetición de patrones de conducta poco recomendables. Sustituyendo a los equilibrios de la existencia personal o social, nos desviamos hacia extremos injustificados. Insistimos en aquel freudiano TÓTEM y TABÚ. Debe de ser el destino o cosa parecida, razonamos poco sobre este asunto. Seguimos las directrices de cualquier fantoche plagado de colorido, palabras huecas, poderes extraídos de forma irregular e intenciones pertrechadas en asuntos turbios. Desde la política, la banca, los medios informativos o las mismas algaradas sociales, nos surten de muñecos atrayentes. Mientras, nadie menciona al ente personal de cada sujeto con sus ramificaciones insustituíbles. Funcionamos en escenas falseadas.

A fuerza de razones, buenas, malas o falsas, dejamos tapizado nuestro recorrido existencial, parecen su único componente; ocultando así otras realidades de manera incomprensible. Porque, bien están las razones, pero llevadas a su exclusividad, silencian otros INFINITOS potenciales en los que estamos involucrados, estos quedan tronchados desde el principio al no ser tenidos en cuenta. La razón explicativa de todo cuanto acontece, en realidad, no culmina ninguna explicación.

El caos implícito en todas las influencias quánticas de nuevo conocimiento, deja muy desvaídas a las razones fuertes (Líderes, autoridad, cánones, dogmas) y abre los horizontes a las perspectivas de nuevo cuño. Los citados infinitos no toleran los recortes acartonados; revientan las justificaciones mediocres de quienes intentan controlarlos, ninguno de ellos aporta los conocimientos necesarios. Otra cosa es no hacer frente a esos pretendidos CONTROLADORES, dejarlos hacer, en medio de la necedad imperante.

Relacionado con el párrafo anterior, encontramos una paradoja que ocupa la mente de mucha gente; pretenden ser rotundos en sus decisiones, cuando ni siquiera intentan la comprensión de las demás personas y mucho menos de la complejidad del mundo. Practican el silenciamiento de cuanto atañe a lo MISTERIOSO, lo indefinido, como si no existieran esas realidades. Así, la nada, Dios, la misma esencia del Universo o lo que representa cada ser humano, pasan a ser asuntos innombrables; de esto que no se hable en las escuelas, organismos públicos, sociedad en general. Todo lo cual no es óbice para que sus ínfulas planeen sobre el resto de los ciudadanos. Que no aireen sus carencias, que por otra parte son las de todos.

A veces basta una simple mirada para el descubrimiento de las flagrantes imposturas ocultistas, suelen ser bastante zafias, aunque consigan distraernos y logren sus objetivos. Nuestra falta de atención colabora. Por eso nos conviene evitar la estupidez generalizada como causa de la falta de conocimiento, a pesar de considerarnos el centro del Universo.

El ocultamiento lleva implícita la intención de ciertas voluntades, que no suelen caracterizarse, ni por su franqueza, ni por su gran sabiduría, ni por el interés comunitario. La investigación y la crítica son imprescindibles para el combate esclarecedor, pero no caen como el maná; como mínimo requieren de nuestra VIGILIA incesante. Al menor descuido nos veremos circulando por senderos falseados, en beneficio de sus pérfidos promotores.

Noticias relacionadas

La llegada del Partido Popular y de Vox a las instituciones valencianas está suponiendo un arrinconamiento de muchas de las cosas que se habían logrado en las dos legislaturas que PSOE y Compromís estuvieron al frente de la Generalitat y, especialmente, del Ayuntamiento  de València, la capital del País.

¿Qué grupo social podemos considerar como el más elemental? La familia. En la familia, el ser humano “desde su nacimiento se encuentra inmerso en él y es ahí donde vive y desarrolla las experiencias y habilidades que servirán como base para la vida en todos los ámbitos de su existencia”.

En las páginas de la vida, a menudo nos encontramos con momentos de soledad, confusión y desesperación. Pero en esos momentos oscuros, podemos recordar las palabras de Jesús y encontrar consuelo en su promesa de estar siempre a nuestro lado, llevándonos en sus brazos cuando más lo necesitamos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto