Los ministros de Educación de la Unión Europea han pedido a los gobiernos europeos que adopten medidas urgentes para combatir el abandono escolar, problema que afecta especialmente a España.
Como en éste en muchos temas, en nuestro país estamos cansados de que quien manda relativice la realidad, e imponga opiniones y medidas parciales y subjetivas. Ese es el mayor de los dogmatismos. Lo mismo si son sindicatos, patronales o gobernantes, quienes lo esgrimen. La educación, la defensa de la vida o la seguridad ciudadana no es terreno para experimentos partidistas. Aprovechemos la ocasión para trabajar todos por el bien común. Exijamos libertad de decisión, libertad de debatir, huyamos de lo fácil por acostumbrado, de los clichés y prejuicios.
Por ejemplo y creo que es un buen ejemplo para otros muchos asuntos, en el Pacto Nacional por la Educación hay posibilidades de trabajar por el bien común, sin menospreciar, como se ha hecho últimamente, las aportaciones imprescindibles de los padres y madres de familia. De nada sirve enfrentar a la enseñanza pública contra la de iniciativa social. Urge una mayor calidad en ambas, tanto como urge motivar y respetar la diversidad del pensamiento en la sociedad.
Para recuperar la cultura del esfuerzo y del respeto tendremos que contar con el trabajo de todos, con amplios y generosos acuerdos. Una libertad de andar por casa y sólo para unos cuantos no es bandera que ayude a progresar a una sociedad moderna. La calidad en la enseñanza pasa por la sinceridad en querer servir al bien común, demostrada por los que nos quieran gobernar.
Por eso creo que es justo reclamar que los problemas de los ciudadanos no se solucionan a micrófono cerrado. Urge transparencia en la gestión y en los propósitos, para conseguir así un progreso real y para todos. Esperemos que el Sr. Zapatero afronte en los debates los asuntos importantes, no como quiso hacer recientemente evitando hablar de la inmigración. Pero que no se nos ponga dramático, ni nos intente vender “pacificadoras” máscaras de gas para no contaminarnos de las “terribles” ideas demócrata-liberales del PP.
Quien quiera ser presidente del futuro gobierno de España ha de estar sinceramente dispuesto a consensos básicos en temas de interés nacional –inmigración, terrorismo, educación, empleo, políticas familiares y fiscales- y así gobernar, de verdad, para todos.