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Un poema de Esther Videgain

La luna está dormida en el descanso de nuestra vida

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La luna acostada,
en esta noche dormida en su paz más necesitada,
hoy las estrellas nos dan la bienvenida hacia la luz del cambio de la esperanza vencida.

La luna acostada,
en esta noche con sus estrellas apagadas,
el somier vacío de sábanas de seda blanca está pensando en el mal continuado del fatigado ser.

La luna acostada,
en el dulce mar de agua salada y en aquel viejo lloro de tu alma,
la oscuridad subió ya cuando el atardecer se postró en el horizonte de esta playa tan cristalina... en su aura y en el karma blanco y limpio por su esencia sin extrañas sucias vivencias.

Unos enamorados andan descalzos por su playa...

La luna acostada,
hoy se levanta por la vida nocturna en esta fiesta,
y en el trabajo en duro y en triste silencio... sólo las estrellas lo observan hoy.

La luna acostada,
cayó otra noche sobre el agotado día, el anciano murió sin sus estrellas,
el luto llegó muy entrada la oscuridad con la manta del desasosiego por el llanto lejano de su vecino, su único amigo y compañero de lágrimas vacías de recuerdos vagos.

¡Despierta luna, despierta!
un nuevo ángel ha llegado hoy... el llanto alegre de esta nueva vida se adueñará de ese viejo que se fue, es el hijo de aquel hombre tan bueno,
ese vecino que se ocupó y fue el apoyo de la inmoralidad de sus seres odiados que tristemente lo abandonaron en vida por el egoísmo del avaro en cariño barato.

¡Despierta luna, despierta!

La luna está dormida en el descanso de nuestra vida

Un poema de Esther Videgain
Esther Videgain
miércoles, 23 de septiembre de 2015, 05:48 h (CET)
La luna acostada,
en esta noche dormida en su paz más necesitada,
hoy las estrellas nos dan la bienvenida hacia la luz del cambio de la esperanza vencida.

La luna acostada,
en esta noche con sus estrellas apagadas,
el somier vacío de sábanas de seda blanca está pensando en el mal continuado del fatigado ser.

La luna acostada,
en el dulce mar de agua salada y en aquel viejo lloro de tu alma,
la oscuridad subió ya cuando el atardecer se postró en el horizonte de esta playa tan cristalina... en su aura y en el karma blanco y limpio por su esencia sin extrañas sucias vivencias.

Unos enamorados andan descalzos por su playa...

La luna acostada,
hoy se levanta por la vida nocturna en esta fiesta,
y en el trabajo en duro y en triste silencio... sólo las estrellas lo observan hoy.

La luna acostada,
cayó otra noche sobre el agotado día, el anciano murió sin sus estrellas,
el luto llegó muy entrada la oscuridad con la manta del desasosiego por el llanto lejano de su vecino, su único amigo y compañero de lágrimas vacías de recuerdos vagos.

¡Despierta luna, despierta!
un nuevo ángel ha llegado hoy... el llanto alegre de esta nueva vida se adueñará de ese viejo que se fue, es el hijo de aquel hombre tan bueno,
ese vecino que se ocupó y fue el apoyo de la inmoralidad de sus seres odiados que tristemente lo abandonaron en vida por el egoísmo del avaro en cariño barato.

¡Despierta luna, despierta!

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