Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas
Tengo una mala noticia: no fue de casualidad

Aviso a navegantes

|

A más de un líder político de nuestro país, se le habrá atragantado como ninguna otra la victoria de Tsipras en las urnas helenas. En unos pocos meses, todos ellos con más bajos que altos y alguna que otra decepción, los amigos de Syrisa han vuelto a alzarse con una mayoría de escaños que les permitirá gobernar nuevamente; eso sí, con una pequeña ayuda. Se ha demostrado, por tanto, que el empuje de los podemitas griegos no era flor de un día. El mensaje de que una nueva y mejorada actividad política es posible ha calado hondo en sus conciudadanos, que no han dudado en confiar de nuevo en el hombre que ha revolucionado como pocos la manera de hacer política en el continente europeo.

Con razón o no, estos resultados tan peculiares no hacen más que incidir en la desesperada situación en que se encuentra un elevadísimo número de griegos, por un lado, y lo poco o nada que tienen que perder si la única persona en quien verdaderamente confían fracasa finalmente, por otro. El sufragio concedido a Tsipras es lo más parecido a una huida hacia adelante, de la que podemos haber sido testigos privilegiados en los últimos años.

Su pueblo le ha agradecido, de la mejor manera que sabía y podía, que el político no se aferrase como una lapa al cargo después de decepcionar a la mayoría simple de los votantes. Mariano Rajoy, nuestro presidente, podía haber hecho lo mismo tras comprobar in situ no sólo que la práctica totalidad de sus promesas preelectorales eran irrealizables en una España acuciada por la crisis económica, sino que también se quedaría corto en otros aspectos, pero nuestro presidente no fue valiente, y por eso ahora sobrevuela sobre su cabeza la sombra de un más que posible fracaso electoral el próximo diciembre.

Aviso a navegantes

Tengo una mala noticia: no fue de casualidad
Francisco J. Caparrós
lunes, 21 de septiembre de 2015, 22:06 h (CET)
A más de un líder político de nuestro país, se le habrá atragantado como ninguna otra la victoria de Tsipras en las urnas helenas. En unos pocos meses, todos ellos con más bajos que altos y alguna que otra decepción, los amigos de Syrisa han vuelto a alzarse con una mayoría de escaños que les permitirá gobernar nuevamente; eso sí, con una pequeña ayuda. Se ha demostrado, por tanto, que el empuje de los podemitas griegos no era flor de un día. El mensaje de que una nueva y mejorada actividad política es posible ha calado hondo en sus conciudadanos, que no han dudado en confiar de nuevo en el hombre que ha revolucionado como pocos la manera de hacer política en el continente europeo.

Con razón o no, estos resultados tan peculiares no hacen más que incidir en la desesperada situación en que se encuentra un elevadísimo número de griegos, por un lado, y lo poco o nada que tienen que perder si la única persona en quien verdaderamente confían fracasa finalmente, por otro. El sufragio concedido a Tsipras es lo más parecido a una huida hacia adelante, de la que podemos haber sido testigos privilegiados en los últimos años.

Su pueblo le ha agradecido, de la mejor manera que sabía y podía, que el político no se aferrase como una lapa al cargo después de decepcionar a la mayoría simple de los votantes. Mariano Rajoy, nuestro presidente, podía haber hecho lo mismo tras comprobar in situ no sólo que la práctica totalidad de sus promesas preelectorales eran irrealizables en una España acuciada por la crisis económica, sino que también se quedaría corto en otros aspectos, pero nuestro presidente no fue valiente, y por eso ahora sobrevuela sobre su cabeza la sombra de un más que posible fracaso electoral el próximo diciembre.

Noticias relacionadas

Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto