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O, acaso, ¿ambas cosas a la vez?

¿Pucherazo o golpe de Estado en Catalunya?

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Continuamos sin saber, a siete días de las elecciones autonómicas catalanas, lo que tiene previsto el Estado español para el caso, cada vez más probable a medida que se acercan los comicios; de que se produzca, en el nuevo Parlamento catalán que surja de las urnas, una declaración unilateral de independencia o, aún que ésta no llegara a producirse inmediatamente, por no considerar los independentistas catalanes que sea el momento oportuno, se esperara trabajando en las instituciones adecuadas hasta los resultados de las legislativas del próximo mes de Diciembre, momento en que, de no ganar con suficiente holgura el PP, se podrían dar circunstancias más favorables para intentar, de nuevo, el paso definitivo mediante la declaración, por el Parlamento catalán, de la independencia de Catalunya del resto de la nación española.

Sin embargo, como ya vienen alardeando los que se pronuncian por independizarse, el Gobierno no fue capaz de intervenir en las anteriores ocasiones, como fue el caso del 9N del 2014, en la que se plantó cara al Gobierno y la mojigatería del ejecutivo del señor Rajoy permitió que se celebrara una remedo de votación (es verdad que sin ninguna efecto práctico), en el que muchos catalanes acudieron a votar sin que ni los convocantes ni la Generalitat, que les brindó todo su apoyo, ni los dirigentes catalanes que la convocaron sin esconderse de ello, sufrieran las consecuencias legales y penales que debieran de haberse producido. En estos últimos días ya se están propagando por todo el territorio catalán, nuevas consignas que van, desde la llamada a la desobediencia civil o, últimamente, dando a conocer a través de un sms, que se trasmite a los teléfonos que constan en las bases de datos de sus diversas organizaciones. En dicho mensaje, en el que, dando por descontada la victoria del independentismo, se dan instrucciones para la “desconexión” a partir de “un 28 en el que se comenzará el proceso de constitución de la república catalana, la fase definitiva del golpe de estado”

Para estos señores las declaraciones de los líderes mundiales “son pura filfa” (que se lo pregunten al señor Tsipras de Grecia y verán lo que les contesta) y, en cuanto a las declaraciones de Obama, dicen que “el reconocimiento de Catalunya lo hará el Congreso y no él”. Demagogia pura y dura pero que, a oídos de los miles y cientos de miles de fanáticos que no quieren enterarse de las consecuencias reales que tendría para una Catalunya independiente el salirse de la nación española, les suenan a música celestial. En cuanto al aviso de los bancos de que un estado catalán independiente crearía graves problemas de seguridad jurídica y que, con toda probabilidad, llevaría a muchas de las entidades bancarias sitas en Catalunya a considerar la posibilidad de buscar asiento en otro lugar; basta que hagamos mención a unas palabras de esta extravagante periodista, Karmele Marchante, una habitual asistente a los programas basura de las TV, en fase de decrepitud y deseosa de adquirir una fama que hasta ahora no ha conseguido, ha afirmado en su twuit: “El banco de Sabadell y la Caixa hacen boicot a la Independencia Que se vayan y las quemen!!!!!”. Aparte de que la forma de expresarse contiene una imperdonable falta de concordancia, en lo dicho por esta señora se empiezan a notar las connotaciones con aquellos anarquistas catalanes que con sus soflamas, extorsiones y crímenes tanto contribuyeron al inicio de la Guerra Civil. Y es que, en este proceso separatista, ya se están produciendo los mismos enfrentamientos, entre los miembros de la misma parentela, que tanto contribuyeron a la separación irreconciliable de tantas familias con motivo de aquella contienda entre hermanos.

Y puede que tengamos que hacer referencia, una vez más, a la pasividad, inmovilismo, tranquilidad y, algunos diríamos que, falta de españolismo de un Gobierno que ha dejado pasar el tiempo, ha permitido que los separatistas hayan hecho su propaganda libremente y han dejado que el gobierno catalán dejara de cumplir las leyes estatales y las sentencias de los tribunales sin actuar legalmente contra ello. En todo caso, han llevado a cabo una política de apaciguamiento, de blandura y de una paciencia desmedida, cuando no se han dejado chantajear por los catalanes, inyectándoles cantidades exorbitantes de dinero que se ha detraído del destinado a otras comunidades más necesitadas. Ahora, ya tarde para componendas, se van a encontrar ante hechos consumados contra los cuales no valen más cesiones, más tolerancia o hacerse el despistado para no verse obligados a tener que intervenir. Parece que no se enteran, parece que prefieren seguir esperando hasta ver lo que ocurre y parece que, en realidad, no saben muy bien el camino a tomar, ante un desafío como el que les plantean los separatistas catalanes que, de momento parece que son los que llevan dirigiendo su proceso con más seguridad que la que viene demostrando el Gobierno de España en cuanto a las contramedidas para pararles los pies a los que pretenden dividir España.

No sé si los españoles, a veces más preocupados por otras futesas sin importancia que por los verdaderos problemas que vienen afectando a la nación, se han enterado del peligro al que deberemos enfrentarnos; unas perspectiva desoladoras debidas a dos factores que, incomprensiblemente, se ha permitido que fueran adquiriendo fuerza y llegaran a influir de una manera determinante en el comportamiento y las ideas de muchos ciudadanos españoles que, apenas hace unos años, hubieran sido inaccesibles a ello. El primero, el que hemos venido citando relativo al nacionalismo independentista catalán y, el segundo, la gran amenaza de la implantación en España de un nuevo régimen de tipo comunista, con la llegada de los comunistas bolivarianos, apoyados por el dictador de Venezuela, Maduro, que se han valido de las ansias de determinadas cadenas televisivas de conseguir aumentar sus audiencias, aunque haya sido a costa de promocionar, con la colaboración estelar de periodistas de la izquierda, como es el caso del señor Jesús Cintora (TV4), a un grupo de peligrosos activistas, llegados de Venezuela con el propósito de acabar con el gobierno de Rajoy y ayudar a crear el caos político en España, algo que, desgraciadamente, parece que vienen consiguiendo.

En todo caso y volviendo al tema de Catalunya, no sabemos de qué medios se va a valer el Estado español para controlar a las juntas electorales de las diversas localidades catalanas que, evidentemente, estarán al servicio del independentismo; para evitar un previsible pucherazo en las votaciones. Recordemos los que se produjeron cuando se proclamó la II República y se dio por vencedores a los republicanos y resultó que, cuando se recontaron los votos, el resultado total era a favor del régimen monárquico y, lo mismo sucedió, cuando se hizo con el poder el Frente Popular, en febrero de 1,936 cuando la revolución de los sindicatos marxistas y la propia ERC impidieron que se valoraran los graves errores que se habían producido en cuanto al recuento de votos y la victoria de las izquierdas.

Resulta imposible tomar en consideración que, como dicen los nacionalistas, se hayan confabulado contra Catalunya todos los mandatarios europeos, incluido el Parlamento y el propio señor Obama, para “ayudar” al gobierno español en “asustar” a los catalanes, cuando les advierten de los resultados de una independencia de Catalunya de España. Ni tienen necesidad de hacerlo, ni el problema catalán, fuera de las fronteras de España, les causa ninguna inquietud y, por supuesto, no forman ninguna confabulación para perjudicar al pueblo catalán. Otra cosa es que se les advierta de las consecuencias de toda índole de tomar una determinación semejante. El caso de Grecia es un ejemplo palpable de que, cuando llega el momento, la UE sabe las determinaciones que se han de tomar.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se ve con inquietud la forma en la que, los líderes del movimiento revolucionario independentistas, pretenden justificar la secesión, queriendo convencer a los ciudadanos catalanes, con evidente mala fe, mintiendo, engañando, tergiversando los hechos y ocultándoles la verdadera realidad de las secuelas de una acción semejante, que dejaría a los catalanes fuera de todos los beneficios de la pertenencia a la UE y de su vínculo con España.

¿Pucherazo o golpe de Estado en Catalunya?

O, acaso, ¿ambas cosas a la vez?
Miguel Massanet
lunes, 21 de septiembre de 2015, 06:26 h (CET)
Continuamos sin saber, a siete días de las elecciones autonómicas catalanas, lo que tiene previsto el Estado español para el caso, cada vez más probable a medida que se acercan los comicios; de que se produzca, en el nuevo Parlamento catalán que surja de las urnas, una declaración unilateral de independencia o, aún que ésta no llegara a producirse inmediatamente, por no considerar los independentistas catalanes que sea el momento oportuno, se esperara trabajando en las instituciones adecuadas hasta los resultados de las legislativas del próximo mes de Diciembre, momento en que, de no ganar con suficiente holgura el PP, se podrían dar circunstancias más favorables para intentar, de nuevo, el paso definitivo mediante la declaración, por el Parlamento catalán, de la independencia de Catalunya del resto de la nación española.

Sin embargo, como ya vienen alardeando los que se pronuncian por independizarse, el Gobierno no fue capaz de intervenir en las anteriores ocasiones, como fue el caso del 9N del 2014, en la que se plantó cara al Gobierno y la mojigatería del ejecutivo del señor Rajoy permitió que se celebrara una remedo de votación (es verdad que sin ninguna efecto práctico), en el que muchos catalanes acudieron a votar sin que ni los convocantes ni la Generalitat, que les brindó todo su apoyo, ni los dirigentes catalanes que la convocaron sin esconderse de ello, sufrieran las consecuencias legales y penales que debieran de haberse producido. En estos últimos días ya se están propagando por todo el territorio catalán, nuevas consignas que van, desde la llamada a la desobediencia civil o, últimamente, dando a conocer a través de un sms, que se trasmite a los teléfonos que constan en las bases de datos de sus diversas organizaciones. En dicho mensaje, en el que, dando por descontada la victoria del independentismo, se dan instrucciones para la “desconexión” a partir de “un 28 en el que se comenzará el proceso de constitución de la república catalana, la fase definitiva del golpe de estado”

Para estos señores las declaraciones de los líderes mundiales “son pura filfa” (que se lo pregunten al señor Tsipras de Grecia y verán lo que les contesta) y, en cuanto a las declaraciones de Obama, dicen que “el reconocimiento de Catalunya lo hará el Congreso y no él”. Demagogia pura y dura pero que, a oídos de los miles y cientos de miles de fanáticos que no quieren enterarse de las consecuencias reales que tendría para una Catalunya independiente el salirse de la nación española, les suenan a música celestial. En cuanto al aviso de los bancos de que un estado catalán independiente crearía graves problemas de seguridad jurídica y que, con toda probabilidad, llevaría a muchas de las entidades bancarias sitas en Catalunya a considerar la posibilidad de buscar asiento en otro lugar; basta que hagamos mención a unas palabras de esta extravagante periodista, Karmele Marchante, una habitual asistente a los programas basura de las TV, en fase de decrepitud y deseosa de adquirir una fama que hasta ahora no ha conseguido, ha afirmado en su twuit: “El banco de Sabadell y la Caixa hacen boicot a la Independencia Que se vayan y las quemen!!!!!”. Aparte de que la forma de expresarse contiene una imperdonable falta de concordancia, en lo dicho por esta señora se empiezan a notar las connotaciones con aquellos anarquistas catalanes que con sus soflamas, extorsiones y crímenes tanto contribuyeron al inicio de la Guerra Civil. Y es que, en este proceso separatista, ya se están produciendo los mismos enfrentamientos, entre los miembros de la misma parentela, que tanto contribuyeron a la separación irreconciliable de tantas familias con motivo de aquella contienda entre hermanos.

Y puede que tengamos que hacer referencia, una vez más, a la pasividad, inmovilismo, tranquilidad y, algunos diríamos que, falta de españolismo de un Gobierno que ha dejado pasar el tiempo, ha permitido que los separatistas hayan hecho su propaganda libremente y han dejado que el gobierno catalán dejara de cumplir las leyes estatales y las sentencias de los tribunales sin actuar legalmente contra ello. En todo caso, han llevado a cabo una política de apaciguamiento, de blandura y de una paciencia desmedida, cuando no se han dejado chantajear por los catalanes, inyectándoles cantidades exorbitantes de dinero que se ha detraído del destinado a otras comunidades más necesitadas. Ahora, ya tarde para componendas, se van a encontrar ante hechos consumados contra los cuales no valen más cesiones, más tolerancia o hacerse el despistado para no verse obligados a tener que intervenir. Parece que no se enteran, parece que prefieren seguir esperando hasta ver lo que ocurre y parece que, en realidad, no saben muy bien el camino a tomar, ante un desafío como el que les plantean los separatistas catalanes que, de momento parece que son los que llevan dirigiendo su proceso con más seguridad que la que viene demostrando el Gobierno de España en cuanto a las contramedidas para pararles los pies a los que pretenden dividir España.

No sé si los españoles, a veces más preocupados por otras futesas sin importancia que por los verdaderos problemas que vienen afectando a la nación, se han enterado del peligro al que deberemos enfrentarnos; unas perspectiva desoladoras debidas a dos factores que, incomprensiblemente, se ha permitido que fueran adquiriendo fuerza y llegaran a influir de una manera determinante en el comportamiento y las ideas de muchos ciudadanos españoles que, apenas hace unos años, hubieran sido inaccesibles a ello. El primero, el que hemos venido citando relativo al nacionalismo independentista catalán y, el segundo, la gran amenaza de la implantación en España de un nuevo régimen de tipo comunista, con la llegada de los comunistas bolivarianos, apoyados por el dictador de Venezuela, Maduro, que se han valido de las ansias de determinadas cadenas televisivas de conseguir aumentar sus audiencias, aunque haya sido a costa de promocionar, con la colaboración estelar de periodistas de la izquierda, como es el caso del señor Jesús Cintora (TV4), a un grupo de peligrosos activistas, llegados de Venezuela con el propósito de acabar con el gobierno de Rajoy y ayudar a crear el caos político en España, algo que, desgraciadamente, parece que vienen consiguiendo.

En todo caso y volviendo al tema de Catalunya, no sabemos de qué medios se va a valer el Estado español para controlar a las juntas electorales de las diversas localidades catalanas que, evidentemente, estarán al servicio del independentismo; para evitar un previsible pucherazo en las votaciones. Recordemos los que se produjeron cuando se proclamó la II República y se dio por vencedores a los republicanos y resultó que, cuando se recontaron los votos, el resultado total era a favor del régimen monárquico y, lo mismo sucedió, cuando se hizo con el poder el Frente Popular, en febrero de 1,936 cuando la revolución de los sindicatos marxistas y la propia ERC impidieron que se valoraran los graves errores que se habían producido en cuanto al recuento de votos y la victoria de las izquierdas.

Resulta imposible tomar en consideración que, como dicen los nacionalistas, se hayan confabulado contra Catalunya todos los mandatarios europeos, incluido el Parlamento y el propio señor Obama, para “ayudar” al gobierno español en “asustar” a los catalanes, cuando les advierten de los resultados de una independencia de Catalunya de España. Ni tienen necesidad de hacerlo, ni el problema catalán, fuera de las fronteras de España, les causa ninguna inquietud y, por supuesto, no forman ninguna confabulación para perjudicar al pueblo catalán. Otra cosa es que se les advierta de las consecuencias de toda índole de tomar una determinación semejante. El caso de Grecia es un ejemplo palpable de que, cuando llega el momento, la UE sabe las determinaciones que se han de tomar.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se ve con inquietud la forma en la que, los líderes del movimiento revolucionario independentistas, pretenden justificar la secesión, queriendo convencer a los ciudadanos catalanes, con evidente mala fe, mintiendo, engañando, tergiversando los hechos y ocultándoles la verdadera realidad de las secuelas de una acción semejante, que dejaría a los catalanes fuera de todos los beneficios de la pertenencia a la UE y de su vínculo con España.

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