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El pensamiento socialista de la Europa de hoy se enfrenta a un proceso de cambio

​La Libertad de los Disidentes

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Parece ser que el pensamiento socialista de la Europa de hoy se enfrenta a un proceso de cambio y de renovación en su forma de estar y querer estar, circunstancia esta que se enmarca en un debate interno entre quienes entienden al socialismo y los partidos que se conforman en torno a estos ideales como herramientas transformacionales y quienes por el contrario ponen más énfasis en la capacidad de de los partidos como plataformas electorales y meros instrumentos marketinianos de bandera y soniquete. Sinceramente soy más de los primeros que de los segundos, no por menos sin capacidad transformadora de la sociedad el socialismo traicionaría a una de sus raíces más profundas como instrumento a disposición de las clases trabajadoras y medias en las defensa de sus libertades y de sus derechos, esos de los que la catedrática de Derecho Civil Rosa María Valpuesta decía que no valía sólo con lograr sino que tocaba después de esto defenderlos con ahínco pues no eran elementos inmutables en un entorno hostil en donde el retroceso de dichas conquistas era algo posible y evidente. No por menos, en los últimos años hemos visto como la ola de conservadurismo que ha barrido al pensamiento socialista en Europa ha acabado al mismo tiempo con los pilares fundamentales de los derechos laborales y sociales de miles de personas , sustituyendo además de paso estas circunstancias a los líderes del socialismo clásico europeo por cortes modernos al estilo norteamericano y con tintes a veces más cercanos al liberalismo más centrista que al socialismo progresista de quienes configuraron a partidos históricos como el SPD o el PSOE, ambos los más antiguos en el panorama político socialista europeo hoy tras la desaparición del partido socialista italiano en los años 90.


Fue esta ola de conservadurismo, de libertad al capital y de necesidades de mercado las que aceptadas por el socialismo europeo como validas permitieron inocular en el tejido de los partidos políticos de izquierda europeos esa nueva doctrina que hacía que las diferencias entre el lenguaje utilizado por los partidos conservadores y los partidos socialistas del panorama europeo en materia económica o de estado fueran cada vez más difusas hasta en algunos momentos mimetizarse en una epidemia gemelar que hacía que el electorado socialista y los movimientos sociales y culturales desarrollados al abrigo del progresismo viesen con estupefacción como la gestión política o la toma de decisión de los líderes de la izquierda en países como Grecia, España, Francia , Alemania o Inglaterra se alejaba de los principios fundamentales en los que el socialismo de Rosa Luxemburgo, Willy Brandt o del PSOE de la transición española se había sustentado.


Perder el lenguaje propio, los pilares de sustento en los valores fundamentales de una ideología y por ende la permeabilidad a la ciudadanía de izquierda son los pecados capitales de quienes movidos por las terceras vías de la city londinense creyeron que la utilidad del los partidos políticos y de las bases de militantes que los conforman estaba en servir de maquinaría electoral en períodos concretos y no en ser herramientas transformadoras de la sociedad y de conexión con esta en ese objetivo.

Hoy, en una Europa irreconocible en donde el convenio europeo de derechos humanos es pisoteado con la misma ignonimia con las que los líderes europeos pasean por la Gran Place de Bruselas mientras millones de personas sufren en las fronteras del viejo continente las voces de los líderes socialistas se escuchan mudas y muchos nos preguntamos cuando entenderemos que el tiempo que nos toca vivir hoy es el de la nueva transformación de una Europa que debe de encontrar su puesto en un mundo en cambio en donde los movimientos financieros, económicos, políticos y culturales se fijan cada vez más en el pacífico y menos en el mediterráneo. Una Europa , que necesita de un nuevo planteamiento progresista desde un socialismo moderno pero con raíces en sus historia y en los valores fundamentales de un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres como decía Rosa Luxemburgo.

Deben servir así los partidos socialistas de la vieja Europa a ser desde la adaptación a este tiempo herramientas de transformación , de utilidad pública en su vocación de servicio al débil desde la óptica de progresividad en la que todos/as nos sintamos participes de la construcción de una sociedad plural, libre y de oportunidades. Apostando por las capacidades y no por la mediocridad, por la excelencia de sus cuadros y el compromiso y no por el aislamiento de quienes se refugian en el marketing político como una nueva religión.


Willy Brandt decía que había que buscar el diálogo con quienes ponen su esfuerzo en hacer posible la democracia, busquemos así a esa ciudadanía que hoy nos espera y que necesita del socialismo transformador como herramienta útil de cambio y de conquista de sus anhelos.

​La Libertad de los Disidentes

El pensamiento socialista de la Europa de hoy se enfrenta a un proceso de cambio
Josu Gómez Barrutia
sábado, 19 de septiembre de 2015, 08:07 h (CET)

Parece ser que el pensamiento socialista de la Europa de hoy se enfrenta a un proceso de cambio y de renovación en su forma de estar y querer estar, circunstancia esta que se enmarca en un debate interno entre quienes entienden al socialismo y los partidos que se conforman en torno a estos ideales como herramientas transformacionales y quienes por el contrario ponen más énfasis en la capacidad de de los partidos como plataformas electorales y meros instrumentos marketinianos de bandera y soniquete. Sinceramente soy más de los primeros que de los segundos, no por menos sin capacidad transformadora de la sociedad el socialismo traicionaría a una de sus raíces más profundas como instrumento a disposición de las clases trabajadoras y medias en las defensa de sus libertades y de sus derechos, esos de los que la catedrática de Derecho Civil Rosa María Valpuesta decía que no valía sólo con lograr sino que tocaba después de esto defenderlos con ahínco pues no eran elementos inmutables en un entorno hostil en donde el retroceso de dichas conquistas era algo posible y evidente. No por menos, en los últimos años hemos visto como la ola de conservadurismo que ha barrido al pensamiento socialista en Europa ha acabado al mismo tiempo con los pilares fundamentales de los derechos laborales y sociales de miles de personas , sustituyendo además de paso estas circunstancias a los líderes del socialismo clásico europeo por cortes modernos al estilo norteamericano y con tintes a veces más cercanos al liberalismo más centrista que al socialismo progresista de quienes configuraron a partidos históricos como el SPD o el PSOE, ambos los más antiguos en el panorama político socialista europeo hoy tras la desaparición del partido socialista italiano en los años 90.


Fue esta ola de conservadurismo, de libertad al capital y de necesidades de mercado las que aceptadas por el socialismo europeo como validas permitieron inocular en el tejido de los partidos políticos de izquierda europeos esa nueva doctrina que hacía que las diferencias entre el lenguaje utilizado por los partidos conservadores y los partidos socialistas del panorama europeo en materia económica o de estado fueran cada vez más difusas hasta en algunos momentos mimetizarse en una epidemia gemelar que hacía que el electorado socialista y los movimientos sociales y culturales desarrollados al abrigo del progresismo viesen con estupefacción como la gestión política o la toma de decisión de los líderes de la izquierda en países como Grecia, España, Francia , Alemania o Inglaterra se alejaba de los principios fundamentales en los que el socialismo de Rosa Luxemburgo, Willy Brandt o del PSOE de la transición española se había sustentado.


Perder el lenguaje propio, los pilares de sustento en los valores fundamentales de una ideología y por ende la permeabilidad a la ciudadanía de izquierda son los pecados capitales de quienes movidos por las terceras vías de la city londinense creyeron que la utilidad del los partidos políticos y de las bases de militantes que los conforman estaba en servir de maquinaría electoral en períodos concretos y no en ser herramientas transformadoras de la sociedad y de conexión con esta en ese objetivo.

Hoy, en una Europa irreconocible en donde el convenio europeo de derechos humanos es pisoteado con la misma ignonimia con las que los líderes europeos pasean por la Gran Place de Bruselas mientras millones de personas sufren en las fronteras del viejo continente las voces de los líderes socialistas se escuchan mudas y muchos nos preguntamos cuando entenderemos que el tiempo que nos toca vivir hoy es el de la nueva transformación de una Europa que debe de encontrar su puesto en un mundo en cambio en donde los movimientos financieros, económicos, políticos y culturales se fijan cada vez más en el pacífico y menos en el mediterráneo. Una Europa , que necesita de un nuevo planteamiento progresista desde un socialismo moderno pero con raíces en sus historia y en los valores fundamentales de un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres como decía Rosa Luxemburgo.

Deben servir así los partidos socialistas de la vieja Europa a ser desde la adaptación a este tiempo herramientas de transformación , de utilidad pública en su vocación de servicio al débil desde la óptica de progresividad en la que todos/as nos sintamos participes de la construcción de una sociedad plural, libre y de oportunidades. Apostando por las capacidades y no por la mediocridad, por la excelencia de sus cuadros y el compromiso y no por el aislamiento de quienes se refugian en el marketing político como una nueva religión.


Willy Brandt decía que había que buscar el diálogo con quienes ponen su esfuerzo en hacer posible la democracia, busquemos así a esa ciudadanía que hoy nos espera y que necesita del socialismo transformador como herramienta útil de cambio y de conquista de sus anhelos.

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