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Muchos suicidios se producen porque la vida no merece ser vivida.¿Se puede encontrar sentido a la vida?

Absurdidad de la vida

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Basta de hablar sobre la salud mental haced algoes el título del escrito que Lanai Scarr redacta para tratar el espinoso problema de la salud mental que padece Australia y por extensión se puede aplicar a España. Scarr perdió a su madre cuando tenía siete años. Se suicidó gaseandose con el tubo de escape de su automóvil. La mujer durante muchos años tuvo que luchar con su enfermedad mental. Desengañado del sistema sanitario mental Scarr dice: “Lo que todavía es más triste es que después de veinte años mi historia no es única. Familias de toda Australia siguen sufriendo lo mismo”. Un gobierno tras otro gobierno dicen que debe encontrase solución, pero no hacen nada.

La actual ministro de Sanidad australiana Sussan Ley ha dicho que debe apedazarse el sistema sanitario roto: “Todo el mundo debe llevar la carga de responsabilidad y trabajar juntos para corregir la situación. No podemos seguir poniendo cinta adhesiva al sistema de salud mental y esperar que se cure por si solo”.Talvez, sí que el sistema sanitario australiano, como el nuestro, no funcione bien. ¿Es que existe algo que funcione a las mil maravillas? Quienes pretenden perfeccionar al cien por cien el sistema sanitario persiguen una quimera. Esto no significa que no deba trabajarse para mejorarlo. Así y todo siempre aparecerá alguien que venda prótesis defectuosas que afecte el bienestar de quienes las llevan. Vayamos paso a paso. El problema de los suicidios no se lo puede atribuir exclusivamente a los defectos del sistema sanitario. Se buscan exclusivamente soluciones externas cuando también deben tenerse en cuenta la condición espiritual de los enfermos. Desgraciadamente es más fácil medicar a las personas que padecen trastornos mentales, convirtiéndolas en zombis, personas ausentes y sin voluntad, nada tolerantes al dolor, que tratarlas como se merece la dolencia.

La periodista Núria Escur le pregunta al escritor libanés Amin Maalouf: ¿Entiende porque Stefan Zweig acabó suicidándose? La respuesta que recibe es: “Pienso mucho en él. Es un escritor a quien admiro y siento lo que él sintió: No podía aceptar en lo que se ha convertido el mundo. Pero difiero de su decisión final…No podemos dejarnos llevar por la ceguera de la desesperación”. Maalouf remite el problema de los suicidios al interior del hombre.

El caos en que se ha convertido el mundo lleva a la desesperación de muchos que buscan la solución fácil en el suicidio. La vida se ha convertido en un absurdo para un creciente número de personas, no limitado por la edad ni el sexo, que opta por el suicidio como huída de un mundo en el que no vale la pena permanecer.

La era digital permite que muchas personas estén conectadas con desconocidos. Esta peculiaridad hace que las relaciones sean muy superficiales, vinculadas con temas que poco tienen que ver con el crecimiento personal. Son adictos a las pantallitas, pero sin recibir ni dar la amistad que saque del aislamiento a los interlocutores. El resultado es el vacío emocional que favorece el suicidio debido a que la conexión digital no contribuye a la salud del alma.

Una adolescente de 17 años que intentó suicidarse después de haber padecido acoso en la escuela, dijo: “Me siento sola y aislada, no soy feliz. El acoso me persigue por todas partes y realmente no tengo escapatoria. Pensaba: ¿Qué importa vivir si no gusto a nadie? Pensaba: ¿Por qué estoy aquí, si de todas maneras todos tenemos que morir? Qué importa si lo hago ahora”.

La muerte por suicidio sobrepasa a la de los accidentes de transito. En el año 2012 en España murieron 3.539 personas por suicidio ante las 1.915 en accidentes de transito. Se calcula que cada 40 segundas una persona se suicida en algún lugar del mundo.

La lectura puede prevenir o favorecer los suicidios. La generalización del libro como fuente de cultura no es cierta. Hay libros que hacen bien. Son muchos, pero, los que perjudican a la salud mental de los lectores. Los amigos de Nathan Austin que se suicidó, dijeron: “Los libros que leemos en el institutos son oscuros, Parece ser que cada libro que leemos nos diga que la vida no tiene sentido y que el final no importa. Estos libros contribuyen a hacer que la vida no tenga sentido”.

Los prejuicios hacen que el Libro que puede dar sentido a la vida y que enseña que vale la pena vivirla sea el menos leído. La Biblia gira entorno a la persona de Jesús el Hijo de Dios encarnado que da fuerza al acosado, impidiendo que el menosprecio le puedan despertar sentimientos suicidas que en algunos casos llevan al suicidio real. La persona para quien la vida no tiene sentido encontrará en la Biblia el mensaje que le hará revivir y, a pesar de las calamidades de todo tipo que se ven en este mundo, la vida tendrá sentido para ella. En una sociedad en la que existe tanta marginación y sufrimiento la amistad con Jesús borra la soledad depresiva que perjudica a la salud mental. Jesús es la Fuente de la Vida que hace que merezca vivir la vida.

Absurdidad de la vida

Muchos suicidios se producen porque la vida no merece ser vivida.¿Se puede encontrar sentido a la vida?
Octavi Pereña
martes, 15 de septiembre de 2015, 06:31 h (CET)
Basta de hablar sobre la salud mental haced algoes el título del escrito que Lanai Scarr redacta para tratar el espinoso problema de la salud mental que padece Australia y por extensión se puede aplicar a España. Scarr perdió a su madre cuando tenía siete años. Se suicidó gaseandose con el tubo de escape de su automóvil. La mujer durante muchos años tuvo que luchar con su enfermedad mental. Desengañado del sistema sanitario mental Scarr dice: “Lo que todavía es más triste es que después de veinte años mi historia no es única. Familias de toda Australia siguen sufriendo lo mismo”. Un gobierno tras otro gobierno dicen que debe encontrase solución, pero no hacen nada.

La actual ministro de Sanidad australiana Sussan Ley ha dicho que debe apedazarse el sistema sanitario roto: “Todo el mundo debe llevar la carga de responsabilidad y trabajar juntos para corregir la situación. No podemos seguir poniendo cinta adhesiva al sistema de salud mental y esperar que se cure por si solo”.Talvez, sí que el sistema sanitario australiano, como el nuestro, no funcione bien. ¿Es que existe algo que funcione a las mil maravillas? Quienes pretenden perfeccionar al cien por cien el sistema sanitario persiguen una quimera. Esto no significa que no deba trabajarse para mejorarlo. Así y todo siempre aparecerá alguien que venda prótesis defectuosas que afecte el bienestar de quienes las llevan. Vayamos paso a paso. El problema de los suicidios no se lo puede atribuir exclusivamente a los defectos del sistema sanitario. Se buscan exclusivamente soluciones externas cuando también deben tenerse en cuenta la condición espiritual de los enfermos. Desgraciadamente es más fácil medicar a las personas que padecen trastornos mentales, convirtiéndolas en zombis, personas ausentes y sin voluntad, nada tolerantes al dolor, que tratarlas como se merece la dolencia.

La periodista Núria Escur le pregunta al escritor libanés Amin Maalouf: ¿Entiende porque Stefan Zweig acabó suicidándose? La respuesta que recibe es: “Pienso mucho en él. Es un escritor a quien admiro y siento lo que él sintió: No podía aceptar en lo que se ha convertido el mundo. Pero difiero de su decisión final…No podemos dejarnos llevar por la ceguera de la desesperación”. Maalouf remite el problema de los suicidios al interior del hombre.

El caos en que se ha convertido el mundo lleva a la desesperación de muchos que buscan la solución fácil en el suicidio. La vida se ha convertido en un absurdo para un creciente número de personas, no limitado por la edad ni el sexo, que opta por el suicidio como huída de un mundo en el que no vale la pena permanecer.

La era digital permite que muchas personas estén conectadas con desconocidos. Esta peculiaridad hace que las relaciones sean muy superficiales, vinculadas con temas que poco tienen que ver con el crecimiento personal. Son adictos a las pantallitas, pero sin recibir ni dar la amistad que saque del aislamiento a los interlocutores. El resultado es el vacío emocional que favorece el suicidio debido a que la conexión digital no contribuye a la salud del alma.

Una adolescente de 17 años que intentó suicidarse después de haber padecido acoso en la escuela, dijo: “Me siento sola y aislada, no soy feliz. El acoso me persigue por todas partes y realmente no tengo escapatoria. Pensaba: ¿Qué importa vivir si no gusto a nadie? Pensaba: ¿Por qué estoy aquí, si de todas maneras todos tenemos que morir? Qué importa si lo hago ahora”.

La muerte por suicidio sobrepasa a la de los accidentes de transito. En el año 2012 en España murieron 3.539 personas por suicidio ante las 1.915 en accidentes de transito. Se calcula que cada 40 segundas una persona se suicida en algún lugar del mundo.

La lectura puede prevenir o favorecer los suicidios. La generalización del libro como fuente de cultura no es cierta. Hay libros que hacen bien. Son muchos, pero, los que perjudican a la salud mental de los lectores. Los amigos de Nathan Austin que se suicidó, dijeron: “Los libros que leemos en el institutos son oscuros, Parece ser que cada libro que leemos nos diga que la vida no tiene sentido y que el final no importa. Estos libros contribuyen a hacer que la vida no tenga sentido”.

Los prejuicios hacen que el Libro que puede dar sentido a la vida y que enseña que vale la pena vivirla sea el menos leído. La Biblia gira entorno a la persona de Jesús el Hijo de Dios encarnado que da fuerza al acosado, impidiendo que el menosprecio le puedan despertar sentimientos suicidas que en algunos casos llevan al suicidio real. La persona para quien la vida no tiene sentido encontrará en la Biblia el mensaje que le hará revivir y, a pesar de las calamidades de todo tipo que se ven en este mundo, la vida tendrá sentido para ella. En una sociedad en la que existe tanta marginación y sufrimiento la amistad con Jesús borra la soledad depresiva que perjudica a la salud mental. Jesús es la Fuente de la Vida que hace que merezca vivir la vida.

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