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Atención sostenida

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Una de las condiciones básicas para un buen rendimiento intelectual es, precisamente, la atención durante periodos prolongados de tiempo. Y la disposición atencional está disminuyendo en calidad y cantidad, por el uso excesivo de los dispositivos electrónicos, por parte de muchos menores y jóvenes. Lo que suele ir unido a una reducción muy considerable del tiempo dedicado a la lectura, o a actividades que potencian la imaginación y la creatividad, como escribir, pintar, dibujar, calcular, construir puzzles, etc.

Las pantallas son para los adolescentes, fundamentalmente, un medio de distracción, comunicación y juego. Y esto, en sí mismo, no es malo, en mi opinión. Los problemas surgen con la dependencia constante de estos aparatos que puede crear adicción. Restando tiempo para otras actividades, y para la interacción social.

Las pantallas están presentes en las vidas desde hace decenios, pero desde los años noventa del pasado siglo hasta la actualidad, la revolución tecnológica causada por la generalización del uso de Internet y de la telefonía móvil, está produciendo una situación que está llegando a ser preocupante, en relación con el aprendizaje y la enseñanza.

La proliferación de todo tipo de dispositivos y pantallas, sobre todo en estos últimos años, con la llegada al mercado de los relojes inteligentes, etc, y sobre todo con el WhatsApp, y un mundo casi infinito de aplicaciones y juegos disponibles en los smartphones está cambiando los hábitos mentales de muchos.

Aunque parece que todo el conocimiento y el saber están al alcance de un clic, en realidad, no es así. Es evidente que la cantidad de información existente en Internet es inmensa, pero esto no significa que no existan conocimientos, datos, etc., que no están en la red. La importancia clave de las bibliotecas, y los libros publicados en papel no debe ser olvidada.

Y la búsqueda del saber exige o requiere una actitud investigadora que es enseñable, y precisa de práctica, ya que no se aprende a investigar desde la pasividad, y la falta de interés y atención. Y lo que fomentan, en numerosos casos, las pantallas son actitudes de cómodo abandono y falta de esfuerzo. Si se piensa que la adquisición de conocimientos y habilidades intelectuales es algo fácil, y que se da por añadidura, simplemente, viendo o contemplando, lo que aparece en la televisión, el ordenador, la tableta, y el móvil durante horas y horas se está en un error.

Ante este panorama, no es extraño, que salten las alarmas respecto al bajo nivel de atención que ya se puede ver en las aulas, por parte de ciertos alumnos. Algo que, es verdad, que ha sucedido siempre, pero que hoy en día está potenciado, por la distracción causada por los móviles en los adolescentes. Indudablemente, también es posible un buen uso de este tipo de tecnologías. Y tienen potencialidades educativas innegables que es preciso aprovechar, pero de acuerdo con unos criterios y métodos que ya están muy estudiados y analizados por los expertos.

Como también dice Silvia Álava, especialista del Colegio de Psicólogos de Madrid no se trata de «demonizar este tipo de tecnología, los niños de hoy son nativos digitales, pero tampoco de permitir su abuso». Y en una investigación realizada sobre el tiempo dedicado, diariamente, a los dispositivos electrónicos en la Universidad de Cambridge, los resultados son muy claros y contundentes. Dedicar tres, cuatro, cinco o seis horas a estar viendo pantallas empeora, considerablemente, el rendimiento escolar. A más tiempo dedicado a ver la televisión, etc., generalmente, peores calificaciones.

Las conclusiones son evidentes. Para que el rendimiento sea óptimo en los centros educativos los estudiantes deben aprender a concentrarse, y a prestar la máxima atención en clase. Lo que redundará en mejores resultados, y un mejor y más profundo aprendizaje de los contenidos de las asignaturas que estudien.

Atención sostenida

José Manuel López García
viernes, 4 de septiembre de 2015, 22:59 h (CET)
Una de las condiciones básicas para un buen rendimiento intelectual es, precisamente, la atención durante periodos prolongados de tiempo. Y la disposición atencional está disminuyendo en calidad y cantidad, por el uso excesivo de los dispositivos electrónicos, por parte de muchos menores y jóvenes. Lo que suele ir unido a una reducción muy considerable del tiempo dedicado a la lectura, o a actividades que potencian la imaginación y la creatividad, como escribir, pintar, dibujar, calcular, construir puzzles, etc.

Las pantallas son para los adolescentes, fundamentalmente, un medio de distracción, comunicación y juego. Y esto, en sí mismo, no es malo, en mi opinión. Los problemas surgen con la dependencia constante de estos aparatos que puede crear adicción. Restando tiempo para otras actividades, y para la interacción social.

Las pantallas están presentes en las vidas desde hace decenios, pero desde los años noventa del pasado siglo hasta la actualidad, la revolución tecnológica causada por la generalización del uso de Internet y de la telefonía móvil, está produciendo una situación que está llegando a ser preocupante, en relación con el aprendizaje y la enseñanza.

La proliferación de todo tipo de dispositivos y pantallas, sobre todo en estos últimos años, con la llegada al mercado de los relojes inteligentes, etc, y sobre todo con el WhatsApp, y un mundo casi infinito de aplicaciones y juegos disponibles en los smartphones está cambiando los hábitos mentales de muchos.

Aunque parece que todo el conocimiento y el saber están al alcance de un clic, en realidad, no es así. Es evidente que la cantidad de información existente en Internet es inmensa, pero esto no significa que no existan conocimientos, datos, etc., que no están en la red. La importancia clave de las bibliotecas, y los libros publicados en papel no debe ser olvidada.

Y la búsqueda del saber exige o requiere una actitud investigadora que es enseñable, y precisa de práctica, ya que no se aprende a investigar desde la pasividad, y la falta de interés y atención. Y lo que fomentan, en numerosos casos, las pantallas son actitudes de cómodo abandono y falta de esfuerzo. Si se piensa que la adquisición de conocimientos y habilidades intelectuales es algo fácil, y que se da por añadidura, simplemente, viendo o contemplando, lo que aparece en la televisión, el ordenador, la tableta, y el móvil durante horas y horas se está en un error.

Ante este panorama, no es extraño, que salten las alarmas respecto al bajo nivel de atención que ya se puede ver en las aulas, por parte de ciertos alumnos. Algo que, es verdad, que ha sucedido siempre, pero que hoy en día está potenciado, por la distracción causada por los móviles en los adolescentes. Indudablemente, también es posible un buen uso de este tipo de tecnologías. Y tienen potencialidades educativas innegables que es preciso aprovechar, pero de acuerdo con unos criterios y métodos que ya están muy estudiados y analizados por los expertos.

Como también dice Silvia Álava, especialista del Colegio de Psicólogos de Madrid no se trata de «demonizar este tipo de tecnología, los niños de hoy son nativos digitales, pero tampoco de permitir su abuso». Y en una investigación realizada sobre el tiempo dedicado, diariamente, a los dispositivos electrónicos en la Universidad de Cambridge, los resultados son muy claros y contundentes. Dedicar tres, cuatro, cinco o seis horas a estar viendo pantallas empeora, considerablemente, el rendimiento escolar. A más tiempo dedicado a ver la televisión, etc., generalmente, peores calificaciones.

Las conclusiones son evidentes. Para que el rendimiento sea óptimo en los centros educativos los estudiantes deben aprender a concentrarse, y a prestar la máxima atención en clase. Lo que redundará en mejores resultados, y un mejor y más profundo aprendizaje de los contenidos de las asignaturas que estudien.

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