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Las perspectivas son de las pocas cosas que no tienen fin mientras circulemos por este mundo. Cada quien constituimos un manantial del que emergen los más variados puntos de vista. En tan floreciente actividad no existen lugares amplios para las pausas; es entendible que añoremos esos momentos de sosiego, que los disfrutemos en sus breves transcursos. Una cierta reacción a dicha vorágine la podemos vislumbrar a través de los COLECCIONISMOS, con ánimo de fijación sobre aspectos concretos, extravagancias, objetos curiosos, recuerdos entrañables, como reflejo de las sensibilidades peculiares. Aunque ficciones forzando la realidad, acomodaticias; cabe el planteamiento de su utilidad para el reposo de sus practicantes.

Frente a la denominada opinión pública, manoseada hasta las peores deformaciones a base de frivolidades, de modo que ya no sabemos lo que realmente significa; el conocimiento y las ideas acumuladas por la sociedad dejan un sedimento progresivo. Constituyen la NOOSFERA, gestada por las sucesivas entradas conceptuales, con el olvido de las ideas superadas. Esa suma selectiva utiliza la participación masiva e insoslayable. ¿En qué grado influye cada sujeto? Todos estamos dentro o fuera simultáneamente, en función de la mentalidad aplicada. Ahora bien, dicha noosfera es ingobernable por parte de sus integrantes; la sedimentación de los contenidos adquiere vida propia, puesta a disposición del conjunto, sin exclusiones.

Los destellos de cada momento apabullan en sus inicios, se amortiguan con el paso del tiempo; configurándose esa pátina permanente que nadie controló. Los diferentes jerarcas sociales creerán otra cosa, sin embargo, ellos también acaban diseminados entre el polvo. La disyuntiva permanece abierta entre quienes optan por las buenas intenciones colaboradoras, frente a los desentendidos de la comunidad. El HECHIZO aparecerá donde menos lo pensemos, lo atendamos o lo ignoremos, con hambre de disfrutarlo en aras de la felicidad o con la frialdad de no hacerle ni caso o incluso denigrarlos. Estamos ante una sensación de hambre que no se compra; entramos en la vida con ese sino, que subsiste.

Desde las trayectorias educativas a las relaciones familiares, pasando por las presiones sociales, estamos muy alejados del empeño dirigido al desarrollo pleno de cada persona. Predomina una suerte de trabas impositivas generadas por un sinfín de motivaciones. Las INTROMISIONES sobrepasan las meras influencias, conexiones o parentescos; su rango invasivo asalta las intimidades; las habrá originadas en la ignorancia, sin habérselo propuesto. Aunque sorprende el grado de tolerancia ante esos comportamientos invasivos de unas personas sobre otras. Sin librarnos de tales intervenciones, quedamos alicaídos en cuanto a la dignidad individual e incluso con respecto a la responsabilidad. ¿Será por comodidad, que las toleramos?

Frente a las actitudes de un quietismo castrante copado por la indiferencia, por impericia o por necedad; disponemos de potentes recursos que sirvan de revulsivo. Los principales discurren por los derroteros de la EXCITACIÓN EMOCIONAL, que son enérgicos detonantes, buenas señales de alarma. Vibran con ellos las fibras íntimas de cada sujeto; con frecuencia, al margen de sesudos razonamientos, en una exhibición espontánea sometida a riesgos permanentes. El mejor conocimiento de las emociones permite acercarnos a sus influjos con cierta capacidad de control. Sin que descuidemos la utilización de dichos efectos por parte de los manipuladores, se valen de ellos para la desorientación provocada en el público.

Los conocimientos se dan la mano con la ignorancia en cuanto intentamos asegurar algo. Las ramas de las incógnitas siguen en pie. Las VACILACIONES adquieren el rango de realidad inesquivable. Quien no duda es posible que sea el mayor ignorante. Otra cuestión peor será que, pese a ellas, ejerzan con intromisiones, dominios y abusos, sobre cualquiera al que encuentren desprevenido. Tampoco la duda ha de ser eterna, necesitamos navegar entre ellas, marcados por el sino de la incertidumbre. En los líderes, sean empresariales o políticos, del ámbito familiar o de sus abundantes litigios personales; la buena administración de las vacilaciones es primordial, entronca con las decisiones adecuadas.

Frente a los nubarrones tan frecuentes de la sociead moderna (Basta atisbar los titulares informativos), comparece un maridaje devorador por la conjunción de INDIGNACIÓN y VICTIMISMO, rayano en la complicidad con los desbarajustes denunciados, si sólo permanecemos anclados en esa fase. Clamamos contra la violencia que profesores, psicólogos o autoridades no lograron atajar. Pero, ¡Oh, paradoja!, silenciamos el distanciamiento libertino previo; evidente en las acciones de adultos desaforados, grupos juveniles o incluso en el trato de unos familiares ocupados en otros menesteres. La diferenciación entre indignación, víctimas, cómplices o protagonistas, reúne morbo y dificultades, con numerosas aportaciones.

Habrán observado ustedes el embrollado juego de mentiras y verdades en el que estamos envueltos, le entra a uno vértigo sólo de pensarlo. ¿Con quién y con qué nos la estamos jugando? ¿Tendremos opciones para aclararnos? Los pretendidos puntos de apoyo se tornan inestables al menor contratiempo; no pocas veces influyen en sentido perjudicial. En estas situaciones suelen abrirse BRECHAS reveladoras, por una irrupción impertinente en las pantallas o por filtraciones imprevistas. Dejan ver algo de lo existente por detrás de las apariencias. De las buenas novedades apenas nos percatamos, abrumados como solemos estar por las malas artes que detectamos. Hemos de estar atentos a los mensajes surgidos desde tales aperturas.

Dicen que existe, y seguramente será verdad, eso que abarca la palabra RESPONSABILIDAD; ahora bien, es indeterminada en sus límites e imprecisa en la definición de sus contenidos. Puestos a ser observadores, contemplamos como cada persona la concibe de distinta manera y la practica todavía con mayor número de variables. Es curiosa la manera esporádica de utilizarla, cuando sí, cuando no, a capricho y conveniencia. En ocasiones se practica de forma concienzuda, coherentes con las necesidades de la vida en común. Aunque si miramos las trapisondas bancarias, Junta de Andalucía y sindicatos en los ERES, poco honorables políticos, hacedores de entuertos, etc.; lucen como fantasías burlescas a costa de la gente.

Cualquiera podrá añadir referencias a ciertas tramas no mencionadas. Las VALORACIONES no radican en la estructura en sí de los entes creados, sino en las actitudes de quienes protagonizan sus funcionamientos. Sin dejar de lado la complicidad de los ciudadanos, que tienden a silenciarse, una vez diluidos en la masa.

Las diferentes tramas pueden parecernos dependencias insensatas plenas de responsabilidades ajenas. El grado de implicación de cada ciudadano no es patente a simple vista. ¡Son tantas las ideas y maneras! Nos acucian las aceleradas conexiones sociales que nos involucran a todos. Quizá sea la ASIGNATURA pendiente que no acabamos de afrontar. Contemplativos o activos, somos parte crucial de las tramas.

Tramas virtuales

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 4 de septiembre de 2015, 06:12 h (CET)
Las perspectivas son de las pocas cosas que no tienen fin mientras circulemos por este mundo. Cada quien constituimos un manantial del que emergen los más variados puntos de vista. En tan floreciente actividad no existen lugares amplios para las pausas; es entendible que añoremos esos momentos de sosiego, que los disfrutemos en sus breves transcursos. Una cierta reacción a dicha vorágine la podemos vislumbrar a través de los COLECCIONISMOS, con ánimo de fijación sobre aspectos concretos, extravagancias, objetos curiosos, recuerdos entrañables, como reflejo de las sensibilidades peculiares. Aunque ficciones forzando la realidad, acomodaticias; cabe el planteamiento de su utilidad para el reposo de sus practicantes.

Frente a la denominada opinión pública, manoseada hasta las peores deformaciones a base de frivolidades, de modo que ya no sabemos lo que realmente significa; el conocimiento y las ideas acumuladas por la sociedad dejan un sedimento progresivo. Constituyen la NOOSFERA, gestada por las sucesivas entradas conceptuales, con el olvido de las ideas superadas. Esa suma selectiva utiliza la participación masiva e insoslayable. ¿En qué grado influye cada sujeto? Todos estamos dentro o fuera simultáneamente, en función de la mentalidad aplicada. Ahora bien, dicha noosfera es ingobernable por parte de sus integrantes; la sedimentación de los contenidos adquiere vida propia, puesta a disposición del conjunto, sin exclusiones.

Los destellos de cada momento apabullan en sus inicios, se amortiguan con el paso del tiempo; configurándose esa pátina permanente que nadie controló. Los diferentes jerarcas sociales creerán otra cosa, sin embargo, ellos también acaban diseminados entre el polvo. La disyuntiva permanece abierta entre quienes optan por las buenas intenciones colaboradoras, frente a los desentendidos de la comunidad. El HECHIZO aparecerá donde menos lo pensemos, lo atendamos o lo ignoremos, con hambre de disfrutarlo en aras de la felicidad o con la frialdad de no hacerle ni caso o incluso denigrarlos. Estamos ante una sensación de hambre que no se compra; entramos en la vida con ese sino, que subsiste.

Desde las trayectorias educativas a las relaciones familiares, pasando por las presiones sociales, estamos muy alejados del empeño dirigido al desarrollo pleno de cada persona. Predomina una suerte de trabas impositivas generadas por un sinfín de motivaciones. Las INTROMISIONES sobrepasan las meras influencias, conexiones o parentescos; su rango invasivo asalta las intimidades; las habrá originadas en la ignorancia, sin habérselo propuesto. Aunque sorprende el grado de tolerancia ante esos comportamientos invasivos de unas personas sobre otras. Sin librarnos de tales intervenciones, quedamos alicaídos en cuanto a la dignidad individual e incluso con respecto a la responsabilidad. ¿Será por comodidad, que las toleramos?

Frente a las actitudes de un quietismo castrante copado por la indiferencia, por impericia o por necedad; disponemos de potentes recursos que sirvan de revulsivo. Los principales discurren por los derroteros de la EXCITACIÓN EMOCIONAL, que son enérgicos detonantes, buenas señales de alarma. Vibran con ellos las fibras íntimas de cada sujeto; con frecuencia, al margen de sesudos razonamientos, en una exhibición espontánea sometida a riesgos permanentes. El mejor conocimiento de las emociones permite acercarnos a sus influjos con cierta capacidad de control. Sin que descuidemos la utilización de dichos efectos por parte de los manipuladores, se valen de ellos para la desorientación provocada en el público.

Los conocimientos se dan la mano con la ignorancia en cuanto intentamos asegurar algo. Las ramas de las incógnitas siguen en pie. Las VACILACIONES adquieren el rango de realidad inesquivable. Quien no duda es posible que sea el mayor ignorante. Otra cuestión peor será que, pese a ellas, ejerzan con intromisiones, dominios y abusos, sobre cualquiera al que encuentren desprevenido. Tampoco la duda ha de ser eterna, necesitamos navegar entre ellas, marcados por el sino de la incertidumbre. En los líderes, sean empresariales o políticos, del ámbito familiar o de sus abundantes litigios personales; la buena administración de las vacilaciones es primordial, entronca con las decisiones adecuadas.

Frente a los nubarrones tan frecuentes de la sociead moderna (Basta atisbar los titulares informativos), comparece un maridaje devorador por la conjunción de INDIGNACIÓN y VICTIMISMO, rayano en la complicidad con los desbarajustes denunciados, si sólo permanecemos anclados en esa fase. Clamamos contra la violencia que profesores, psicólogos o autoridades no lograron atajar. Pero, ¡Oh, paradoja!, silenciamos el distanciamiento libertino previo; evidente en las acciones de adultos desaforados, grupos juveniles o incluso en el trato de unos familiares ocupados en otros menesteres. La diferenciación entre indignación, víctimas, cómplices o protagonistas, reúne morbo y dificultades, con numerosas aportaciones.

Habrán observado ustedes el embrollado juego de mentiras y verdades en el que estamos envueltos, le entra a uno vértigo sólo de pensarlo. ¿Con quién y con qué nos la estamos jugando? ¿Tendremos opciones para aclararnos? Los pretendidos puntos de apoyo se tornan inestables al menor contratiempo; no pocas veces influyen en sentido perjudicial. En estas situaciones suelen abrirse BRECHAS reveladoras, por una irrupción impertinente en las pantallas o por filtraciones imprevistas. Dejan ver algo de lo existente por detrás de las apariencias. De las buenas novedades apenas nos percatamos, abrumados como solemos estar por las malas artes que detectamos. Hemos de estar atentos a los mensajes surgidos desde tales aperturas.

Dicen que existe, y seguramente será verdad, eso que abarca la palabra RESPONSABILIDAD; ahora bien, es indeterminada en sus límites e imprecisa en la definición de sus contenidos. Puestos a ser observadores, contemplamos como cada persona la concibe de distinta manera y la practica todavía con mayor número de variables. Es curiosa la manera esporádica de utilizarla, cuando sí, cuando no, a capricho y conveniencia. En ocasiones se practica de forma concienzuda, coherentes con las necesidades de la vida en común. Aunque si miramos las trapisondas bancarias, Junta de Andalucía y sindicatos en los ERES, poco honorables políticos, hacedores de entuertos, etc.; lucen como fantasías burlescas a costa de la gente.

Cualquiera podrá añadir referencias a ciertas tramas no mencionadas. Las VALORACIONES no radican en la estructura en sí de los entes creados, sino en las actitudes de quienes protagonizan sus funcionamientos. Sin dejar de lado la complicidad de los ciudadanos, que tienden a silenciarse, una vez diluidos en la masa.

Las diferentes tramas pueden parecernos dependencias insensatas plenas de responsabilidades ajenas. El grado de implicación de cada ciudadano no es patente a simple vista. ¡Son tantas las ideas y maneras! Nos acucian las aceleradas conexiones sociales que nos involucran a todos. Quizá sea la ASIGNATURA pendiente que no acabamos de afrontar. Contemplativos o activos, somos parte crucial de las tramas.

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