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Alicia Martínez

Rajoy descubre la pólvora

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Rajoy es tan pavoroso como la pavorosa carmen Rigalt -esa fea periodista de boca fea, labios embutados y que se expresa con una pésima oralidad desdentada-. Ambos, se adornan de una tenaz resistencia, aunque la columnista de EL MUNDO se machaca enérgicamente en el gimnasio, quizá, para calmar sus embates de pasión que ya no juveniles, sino de otro tipo.

A Rajoy, la oposición a registros le ha debido hacer resistente pero con las secuelas del desvarío propio del opositor. Ante Pedro J. Ramírez – ese actor con tirantes de la comedia política que forma pareja inconsistente con una diseñadora infantiloide hasta en las medias- explica sus planes si un día llegara a ser presidente. Como es de derechas, usa su peculiar moral que responde a una ideología y a un tiempo concreto. Así, nos viene a decir algo parecido a lo que manifestara el enano sarkozyniano Napoleón “El Estado soy Yo “. Es decir, el gallego opositor de antañazo, nos dice, más o menos, “O Dios o Frankenstein”. Y se queda tan confiado, lo que no significa que transmita confianza, ya que para transmitir tal esencia hay que tener garantía del éxito. Ahora, se entretiene, cerca de ocho horas, conversando y debatiendo con “la noche y con el viento”, pues el pedante de Pedro J. Ramírez no es más que noche por su oscuridad y viento por lo liviano y artificial de su pensamiento. En esas ocho horas que imaginamos de un redicho insoportable entre ambos, el presunto presidente, que nunca lo será, le dice entre otras cosas, al de los tirantes -por cierto, ya es hora que también luzca pajarita para rematar su indumentaria de payaso- , “hace cuatro años estaba encorsetado (…)”, como si el del EL MUNDO no supiera de los influjos que la corsetería puede dar. Pensamos, que el diálogo entre ambos encorsetados discurriría también por los entresijos interiores que los hombres de ciertas apetencias suelen congratularse.

En el colmo de aquel “Diálogo de Cortesanas”, al más puro estilo Aretino, el antiguo opositor se explaya diciendo “Seré un presidente previsible, patriota, independiente, moderado y resolutivo”. Nos quedamos perplejos, pues es lo mismo que el que dice al optar, por ejemplo, a la presidencia de un club de fútbol que será un presidente fiel con su equipo, de los colores de su equipo, resuelto para el bien de su equipo e independiente para no dejarse sobornar por otros intereses que no sean los de su equipo. No te jode. Imaginemos, queridos lectores que nos leen con la inteligencia del que sabe leer, que Rajoy u otro macaco – un ejemplo es el venezolano Chávez- que dijera “seré un presidente imprevisible, antipatriota, dependiente del soborno, moderado en la virtud y tan resolutivo como para vender mi alma política si Artur Mas me consigue una gabardina como la del director de EL MUNDO”.

No sea usted ingenuo, señor Rajoy. Continúe conversando con el de los tirantes, pero no manifieste las circunstancias lógicas que todo presidente ha de tener con su país.

Comprendemos ahora la retirada de Gallardón que sigue erre que erre con su pataleta de desengaño o ataque de cuernos. Descúbranos algo real que no hiera la inteligencia de sus conciudadanos.

Rajoy descubre la pólvora

Alicia Martínez
Alicia Martínez
viernes, 1 de febrero de 2008, 00:44 h (CET)
Rajoy es tan pavoroso como la pavorosa carmen Rigalt -esa fea periodista de boca fea, labios embutados y que se expresa con una pésima oralidad desdentada-. Ambos, se adornan de una tenaz resistencia, aunque la columnista de EL MUNDO se machaca enérgicamente en el gimnasio, quizá, para calmar sus embates de pasión que ya no juveniles, sino de otro tipo.

A Rajoy, la oposición a registros le ha debido hacer resistente pero con las secuelas del desvarío propio del opositor. Ante Pedro J. Ramírez – ese actor con tirantes de la comedia política que forma pareja inconsistente con una diseñadora infantiloide hasta en las medias- explica sus planes si un día llegara a ser presidente. Como es de derechas, usa su peculiar moral que responde a una ideología y a un tiempo concreto. Así, nos viene a decir algo parecido a lo que manifestara el enano sarkozyniano Napoleón “El Estado soy Yo “. Es decir, el gallego opositor de antañazo, nos dice, más o menos, “O Dios o Frankenstein”. Y se queda tan confiado, lo que no significa que transmita confianza, ya que para transmitir tal esencia hay que tener garantía del éxito. Ahora, se entretiene, cerca de ocho horas, conversando y debatiendo con “la noche y con el viento”, pues el pedante de Pedro J. Ramírez no es más que noche por su oscuridad y viento por lo liviano y artificial de su pensamiento. En esas ocho horas que imaginamos de un redicho insoportable entre ambos, el presunto presidente, que nunca lo será, le dice entre otras cosas, al de los tirantes -por cierto, ya es hora que también luzca pajarita para rematar su indumentaria de payaso- , “hace cuatro años estaba encorsetado (…)”, como si el del EL MUNDO no supiera de los influjos que la corsetería puede dar. Pensamos, que el diálogo entre ambos encorsetados discurriría también por los entresijos interiores que los hombres de ciertas apetencias suelen congratularse.

En el colmo de aquel “Diálogo de Cortesanas”, al más puro estilo Aretino, el antiguo opositor se explaya diciendo “Seré un presidente previsible, patriota, independiente, moderado y resolutivo”. Nos quedamos perplejos, pues es lo mismo que el que dice al optar, por ejemplo, a la presidencia de un club de fútbol que será un presidente fiel con su equipo, de los colores de su equipo, resuelto para el bien de su equipo e independiente para no dejarse sobornar por otros intereses que no sean los de su equipo. No te jode. Imaginemos, queridos lectores que nos leen con la inteligencia del que sabe leer, que Rajoy u otro macaco – un ejemplo es el venezolano Chávez- que dijera “seré un presidente imprevisible, antipatriota, dependiente del soborno, moderado en la virtud y tan resolutivo como para vender mi alma política si Artur Mas me consigue una gabardina como la del director de EL MUNDO”.

No sea usted ingenuo, señor Rajoy. Continúe conversando con el de los tirantes, pero no manifieste las circunstancias lógicas que todo presidente ha de tener con su país.

Comprendemos ahora la retirada de Gallardón que sigue erre que erre con su pataleta de desengaño o ataque de cuernos. Descúbranos algo real que no hiera la inteligencia de sus conciudadanos.

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