Por Elisa Cano

Todos sabemos cuáles son…Imanes, camisetas de “estuve en Barcelona y me acordé de ti”, ceniceros, llaveros y un sinfín de artículos previsibles comprados en el último momento en tiendas para turistas o aeropuertos que, además de salirnos más caros, acaban guardados en cualquier cajón. Pero escoger recuerdos para nosotros mismos o nuestros amigos y familiares no tiene por qué ser una tarea desesperante que nos robe tiempo de nuestras vacaciones.

Para empezar, es una buena idea tener muy claro con quien queremos tener un detalle para a la hora de comprar hacerlo pensando en los gustos de esa persona y marcarnos un presupuesto aproximado para no excedernos o quedarnos cortos con los regalos, además de tener muy presente durante nuestras compras que todo lo que adquiramos tendrá que ir dentro de nuestra maleta en el viaje de vuelta. Una buena idea para no acabar necesitando un baúl solo para los souvenirs, es hacer regalos colectivos, que puedan ser compartidos y disfrutados por toda la familia o grupo de amigos. En este sentido, son muy socorridos los productos gastronómicos típicos del lugar que estemos visitando como bebidas alcohólicas, quesos o dulces, que transportarán a nuestros amigos a su lugar de procedencia a través de sus olores y sabores. Es importante recordar que los alimentos frescos, contando con que en la aduana nos permitan su ingreso, será poco probable que lleguen a destino en perfectas condiciones, por lo que será preferible decidirse por los productos empaquetados o en conserva.

En cuanto a los regalos para decorar el hogar, como los artículos típicos de artesanía y cerámica, son desaconsejables debido a su gran tamaño y fragilidad, y teniendo en cuenta que en la actualidad podemos encontrar por internet páginas fantásticas de decoración y regalos con líneas de productos importadas o inspiradas en los parajes más exóticos, resulta poco práctico invertir nuestros ahorros para las vacaciones en ello.

No temas ser original y creativo en la elección de los recuerdos, un souvenir no tiene por qué llevar inscrito en letras enormes el lugar de procedencia, puede ser algo adquirido en un almacén o feria artesanal de la zona, incluso algún objeto realmente útil de uso cotidiano, nos ahorraremos agobios de última hora y dinero, ya que en estos mercados y puestos callejeros es posible regatear los precios en muchas ocasiones. Lo importante es disfrutar eligiendo y visitando porque a través de estas compras conoceremos también más cosas sobre la cultura del lugar en el que os encontremos.