Aunque la Constitución del Paraguay garantiza que todos los ciudadanos tienen derecho a elegir y ser elegidos, que todas las personas son iguales ante la Ley, que todos tienen libertad de reunión y movimiento y la organización política de los ciudadanos es libre, es evidente que en ciertas zonas del país donde imperan con mayor intensidad el clasismo y el racismo, los poderosos han logrado implantar el voto calificado.
Ello quedó demostrado con el robo a la voluntad popular en Loma Plata, feudo de la secta menonita, desprendimiento de los anabaptistas cuya educación contiene fuertes elementos de propaganda anticomunista, y que por décadas fueron privilegiados y protegidos por las dictaduras neonazis implantadas en el Paraguay durante casi todo el siglo XX.
El líder indígena Anuncio Giesbrecht, a quien el diputado Oscar Tuma hizo lugar en su movimiento nacional, cometió el pecado de ganar en las votaciones de Loma Plata al referente del racismo Herbert Funk, émulo del tristemente recordado “gran cocodrilo” Pieter W. Botha.
Al igual que el “cruel dictador racista” de Sudáfrica, Funk ha logrado imponer el voto calificado en la ciudad por la vía del fraude. Pero a diferencia de Botha, que contaba para hacerlo con el crimen permitido por la misma constitución de su país, Funk lo ha hecho en un país donde la Ley Fundamental garantiza el sufragio universal para elegir autoridades municipales.
El diputado Tuma denunció que los menonitas alegaban “la falta de preparación” del líder indígena para dirigir la alcaldía de su ciudad, en una evidente defensa del voto calificado contraviniendo las leyes del país, y soplando brasas que podrían terminar incendiando su zona con la predecible violencia política.
Anuncio había ganado la interna del partido mayoritario en Loma Plata el 26 de julio, recibiendo gran destaque en los medios. A pesar de que su triunfo fue reconocido por sus adversarios, la prensa y el conteo rápido de las autoridades, al cabo de un mes de sospechoso silencio el Tribunal Electoral proclamó ganador al menonita Herbet Funk, a quien todos los indicios apuntan como responsable de haber modificado las actas tras la elección. El “triunfo” de Funk fue ampliamente difundido por los periódicos de ultraderecha y los órganos periodísticos de los menonitas.
En protesta, los indígenas cortaron la ruta Transchaco exigiendo el recuento de los votos, la apertura de todos los sobres con la documentación que avala su triunfo y la renuncia de Funk.
En lugar de investigar las denuncias de fraude que motivaron la protesta, un fiscal lo imputó a él y a otros 12 indígenas, en una medida nunca aplicada para otras protestas similares. Tuma advirtió que si las actas no se revisan, presentarán la denuncia penal correspondiente contra los responsables del fraude y aquellos que lo amparan.
El diputado señaló que este caso pone en evidencia que la justicia mide “con diferente vara” según de quién se trate y acusó directamente al poder económico de las cooperativas menonitas de mover los hilos de sus marionetas en la Fiscalía.
“El derecho a manifestarse está amparado por la Constitución. No conozco otro caso en que quede imputado o detenido alguien que haya cortado una ruta” declaró a la prensa. “En menor o mayor medida, en esa zona todos son funcionales a las cooperativas” puntualizó.
Con relación a la detención, Tuma afirmó que el movimiento va a brindar al candidato "la asistencia jurídica y política que necesite".
Paralelamente, el caso de Anuncio generó fuertes expresiones de indignación en la ciudadanía, que aprovechó las redes sociales para expresar su repudio al fraude racista. La liberación del detenido se produjo el mismo día que la noticia estalló en las redes sociales.
Cuenta la historia de la lucha social que Martin Luther King también sufrió detenciones policiales cuando hace cinco décadas organizó el boicot a los autobuses Montgomery, una línea de transporte que obligaba a las mujeres negras a ceder sus asientos a los hombres blancos. Ya sabemos cómo terminó la historia, a quién se considera un héroe de la lucha contra el racismo y a quienes cubre hasta la coronilla el lodo de la infamia.
Es evidente que los retrógrados que todavía creen en la pasividad de los débiles ante los abusos de aquellos que alardean de su privilegiada posición social, tienen las barbas en remojo y la reacción histérica ante la victoria electoral de Giesbrecht lo prueba.
Como decía Peter Gabriel en su canción dedicada a las víctimas del apartheid..“ con un soplo puede apagarse una vela pero no un incendio. Cuando se encendieron la llamas, el viento las levanta en lugar de sofocarlas.”