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Historietas neuróticas

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Somos muy propensos a la consideración de la MEMORIA como el producto de una elaboración meramente subjetiva, eludiendo las acciones inconvenientes o los pensamientos maliciosos desarrollados previamente. A fuerza de repeticiones, llegamos a creernos los autores de la memoria. Las omisiones intencionadas convierten a la construcción obtenida en una estructura carcomida desde el comienzo; porque silenciamos, que no es lo mismo que olvidar o suprimir, una serie importante de acontecimientos. En unas actitudes tendentes a la intolerancia frente todos aquellos contrapuestos al dictamen propio. ¿Podemos prescindir oímpicamente de los datos contrastados? No lo parece.

Si no filtramos esas carencias intencionadas, contemplaremos memorias enfangadas desde los cimientos, como en tantas ocasiones nos es dado observar. Los intereses, la estupidez o la ignorancia, juegan en contra. Es natural el apego a los recuerdos agradables, nos endulzan las sensaciones.Sin embargo, es artificioso recluirnos en una exclusividad irreal. Además de artificial, es un extremo peligroso, causante de equivocaciones relevantes. Sobre todo cuando tratamos de las relaciones familiares o de colectivos mayores, introduciendo en ellos la TERGIVERSACIÓN como instrumento de uso habitual. El relato pierde enteros cuando se aleja de la realidad a base de meras elucubraciones.

Quizá lo apeciamos mejor cuando estas producciones son manejadas por los diversos colectivos. Aún con buenas intenciones, la cuña de los falseamientos mencionados no parece una base atrayente para el establecimiento de las futuras relaciones comunitarias. Con un agravante manifiesto, surgen como setas ponzoñosas los DISEÑADORES de memorias, con enrevesados esquemas en sus mentes y el progresivo alejamiento de los ciudadanos respecto del diseño correspondiente. Emerge una elaboración capciosa. Aunque sea trabajada a la vista de todo el mundo, el conformismo estúpido hace que no sea valorada como una construcción extemporánea, para solaz de los diseñadores.

Lo que comenzó como un desliz natural, agrandado, pasan a tendencias dominadoras de las voluntades ajenas. El descontrol nos aboca al desvarío, con la angustia lógica y las frustraciones consiguientes. No es que sean definitivamente irreversibles, pero sí riesgosas; quién sabe de sus alcances dejadas a su curso espontáneo... el empeoramiento es notorio cuando lejos de los razonamientos sensatos, añadimos a todo ello combustibles emocionales o encendemos la mecha de los CONFLICTOS explosivos. Resaltemos la presencia cotidiana de estos hábitos en los entornos que frecuentamos, esa tendencia a la imposición nefasta de esquemas históricos propuesta por los mequetrefes del momento.

Habremos convertido así la ciencia histórica en un cúmulo de historietas INSUSTANCIALES. ¿Qué queda de los verdaderamente histórico? La historieta falaz será siempre un fundamento quebradizo. De por si, serían poco trascendentes, dejadas en su sitio colateral; aunque de una trascendencia nociva al conferirles rango constituyente de la personalidad y de la convivencia. Lo que pudo ser un acompañante simpático, salidas de tono chocantes, mostró sus garras de monstruo incontrolado. Las limitaciones en el conocimiento del devenir histórico no justifican del desvarío, ni el abanono en sus falsedades acomodaticias. La colocación de cada concepto en su sitio nos cuesta un trabajo ineludible. Las renuncias tienen sus consecuencias.

La importancia de las historietas, su maduración hasta convertirlas en memorias concienzudas, forma parte de la generación de personalidades sanas capaces de afrontar la convivencia como entes autónomos de una consistencia encomiable, siempre dispuestas a la remodelación razonada de sus conocimientos. Sin esa PROGRESIÓN, las historietas devienen en un murmullo agobiante, que aturde y enajena al personal. La fijación de las descripciones resulta sospechosa, máxime desde los ámbitos políticos, poco propicios a los intercambios dinámicos, a la verdadera participación del ciudadano. Voy más allá, la dialéctica fecunda es una práctica poco frecuentada entre la ciudadanía.

Si por el contrario, instalados entre los intereses mezquinos, el egoismo o la zafiedad, aportamos rasgos neuróticos sin freno alguno, asistiremos a una metamorfósis lamentable de las apreciaciones sociales. El brillo de la sinceridad narrativa, el AURA de honradez de las buenas informaciones; queda transformado en un miasma pestilente. El aura de la santidad, de la belleza, de la virtud, de la honradez; la vemos sustituída por el TUFO de la sospecha, malas artes y la soberbia acérrima. El desequilibrio neurótico contribuye a la modelación de los ambientes preñados por la desconfianza. Demasiado pusilánimes, apenas reaccionamos; en un acostumbramiento necio a las actitudes insanas.

También solemos repasar los datos del pasado con lo que llamaría VICIO histórico. Ese de ceñirnos a las efemérides sonadas, a los grandes nombres, como reflejo auténtico del curso existencial. Deja muy postergadas las vivencias de las personas de menor nombradía, con una parcialidad asombrosa; dado que las actuaciones rimbombantes nunca sustituyen las pequeñas grandezas de cada individuo. Si al menos fuera una tendencia de voluntades abiertas, confiaríamos en el dinamismo explicativo en permanente elaboración. Por diversas circunstancias, la cerrazón imprime su sello nocivo con ese tufillo de los dominios impertinentes. El colectivo que ahoga, no merece ese nombre, es una suplantación.

Apenas merece una mención en estos apartados las verdaderas FALSIFICACIONES precocinadas con excesiva frecuencia con todo el descaro y alevosía. Desde la propagandas bélicas a las notas adobadas por cada ideología, abundan las ediciones folletinescas de cuya existencia sería mejor desprenderse. Los notables medios técnicos disponibles en la actualidad pudieran ser mejor aplicados para la denuncia de cuantas mentiras circulen; desde Cataluña a las sedes de los partidos, desde EEUU a los imperios orientales. En este último sentido, no favorecen los monopolios informativos ni la comodidad de los profesionales implicados; en una labores que presentan notables exigencias para su esclarecimiento.

Echemos un vistazo a las actuaciones europeas con la inmigración, relaciones internacionales, tratamiento de las variadas comarcas, legislaciones... ¿Nos sentimos tratados a base de historietas neuróticas? Un exámen similar pude ser aplicado a las Universidades, sevicios públicos, etc. La verdad es que nos vemos proyectados a través de trayectorias inverosímiles.

No vayamos a caer en la VILEZA pura de las actuaciones desequilibradas simplemente generadas por la desidia. Los intereses y perversiones vendrían después; desde el punto de partida ya dejaríamos los encuentros razonados en un plano secundario. ¿Hacia dónde dirigimos las intenciones?

Historietas neuróticas

Rafael Pérez Ortolá
viernes, 28 de agosto de 2015, 06:24 h (CET)
Somos muy propensos a la consideración de la MEMORIA como el producto de una elaboración meramente subjetiva, eludiendo las acciones inconvenientes o los pensamientos maliciosos desarrollados previamente. A fuerza de repeticiones, llegamos a creernos los autores de la memoria. Las omisiones intencionadas convierten a la construcción obtenida en una estructura carcomida desde el comienzo; porque silenciamos, que no es lo mismo que olvidar o suprimir, una serie importante de acontecimientos. En unas actitudes tendentes a la intolerancia frente todos aquellos contrapuestos al dictamen propio. ¿Podemos prescindir oímpicamente de los datos contrastados? No lo parece.

Si no filtramos esas carencias intencionadas, contemplaremos memorias enfangadas desde los cimientos, como en tantas ocasiones nos es dado observar. Los intereses, la estupidez o la ignorancia, juegan en contra. Es natural el apego a los recuerdos agradables, nos endulzan las sensaciones.Sin embargo, es artificioso recluirnos en una exclusividad irreal. Además de artificial, es un extremo peligroso, causante de equivocaciones relevantes. Sobre todo cuando tratamos de las relaciones familiares o de colectivos mayores, introduciendo en ellos la TERGIVERSACIÓN como instrumento de uso habitual. El relato pierde enteros cuando se aleja de la realidad a base de meras elucubraciones.

Quizá lo apeciamos mejor cuando estas producciones son manejadas por los diversos colectivos. Aún con buenas intenciones, la cuña de los falseamientos mencionados no parece una base atrayente para el establecimiento de las futuras relaciones comunitarias. Con un agravante manifiesto, surgen como setas ponzoñosas los DISEÑADORES de memorias, con enrevesados esquemas en sus mentes y el progresivo alejamiento de los ciudadanos respecto del diseño correspondiente. Emerge una elaboración capciosa. Aunque sea trabajada a la vista de todo el mundo, el conformismo estúpido hace que no sea valorada como una construcción extemporánea, para solaz de los diseñadores.

Lo que comenzó como un desliz natural, agrandado, pasan a tendencias dominadoras de las voluntades ajenas. El descontrol nos aboca al desvarío, con la angustia lógica y las frustraciones consiguientes. No es que sean definitivamente irreversibles, pero sí riesgosas; quién sabe de sus alcances dejadas a su curso espontáneo... el empeoramiento es notorio cuando lejos de los razonamientos sensatos, añadimos a todo ello combustibles emocionales o encendemos la mecha de los CONFLICTOS explosivos. Resaltemos la presencia cotidiana de estos hábitos en los entornos que frecuentamos, esa tendencia a la imposición nefasta de esquemas históricos propuesta por los mequetrefes del momento.

Habremos convertido así la ciencia histórica en un cúmulo de historietas INSUSTANCIALES. ¿Qué queda de los verdaderamente histórico? La historieta falaz será siempre un fundamento quebradizo. De por si, serían poco trascendentes, dejadas en su sitio colateral; aunque de una trascendencia nociva al conferirles rango constituyente de la personalidad y de la convivencia. Lo que pudo ser un acompañante simpático, salidas de tono chocantes, mostró sus garras de monstruo incontrolado. Las limitaciones en el conocimiento del devenir histórico no justifican del desvarío, ni el abanono en sus falsedades acomodaticias. La colocación de cada concepto en su sitio nos cuesta un trabajo ineludible. Las renuncias tienen sus consecuencias.

La importancia de las historietas, su maduración hasta convertirlas en memorias concienzudas, forma parte de la generación de personalidades sanas capaces de afrontar la convivencia como entes autónomos de una consistencia encomiable, siempre dispuestas a la remodelación razonada de sus conocimientos. Sin esa PROGRESIÓN, las historietas devienen en un murmullo agobiante, que aturde y enajena al personal. La fijación de las descripciones resulta sospechosa, máxime desde los ámbitos políticos, poco propicios a los intercambios dinámicos, a la verdadera participación del ciudadano. Voy más allá, la dialéctica fecunda es una práctica poco frecuentada entre la ciudadanía.

Si por el contrario, instalados entre los intereses mezquinos, el egoismo o la zafiedad, aportamos rasgos neuróticos sin freno alguno, asistiremos a una metamorfósis lamentable de las apreciaciones sociales. El brillo de la sinceridad narrativa, el AURA de honradez de las buenas informaciones; queda transformado en un miasma pestilente. El aura de la santidad, de la belleza, de la virtud, de la honradez; la vemos sustituída por el TUFO de la sospecha, malas artes y la soberbia acérrima. El desequilibrio neurótico contribuye a la modelación de los ambientes preñados por la desconfianza. Demasiado pusilánimes, apenas reaccionamos; en un acostumbramiento necio a las actitudes insanas.

También solemos repasar los datos del pasado con lo que llamaría VICIO histórico. Ese de ceñirnos a las efemérides sonadas, a los grandes nombres, como reflejo auténtico del curso existencial. Deja muy postergadas las vivencias de las personas de menor nombradía, con una parcialidad asombrosa; dado que las actuaciones rimbombantes nunca sustituyen las pequeñas grandezas de cada individuo. Si al menos fuera una tendencia de voluntades abiertas, confiaríamos en el dinamismo explicativo en permanente elaboración. Por diversas circunstancias, la cerrazón imprime su sello nocivo con ese tufillo de los dominios impertinentes. El colectivo que ahoga, no merece ese nombre, es una suplantación.

Apenas merece una mención en estos apartados las verdaderas FALSIFICACIONES precocinadas con excesiva frecuencia con todo el descaro y alevosía. Desde la propagandas bélicas a las notas adobadas por cada ideología, abundan las ediciones folletinescas de cuya existencia sería mejor desprenderse. Los notables medios técnicos disponibles en la actualidad pudieran ser mejor aplicados para la denuncia de cuantas mentiras circulen; desde Cataluña a las sedes de los partidos, desde EEUU a los imperios orientales. En este último sentido, no favorecen los monopolios informativos ni la comodidad de los profesionales implicados; en una labores que presentan notables exigencias para su esclarecimiento.

Echemos un vistazo a las actuaciones europeas con la inmigración, relaciones internacionales, tratamiento de las variadas comarcas, legislaciones... ¿Nos sentimos tratados a base de historietas neuróticas? Un exámen similar pude ser aplicado a las Universidades, sevicios públicos, etc. La verdad es que nos vemos proyectados a través de trayectorias inverosímiles.

No vayamos a caer en la VILEZA pura de las actuaciones desequilibradas simplemente generadas por la desidia. Los intereses y perversiones vendrían después; desde el punto de partida ya dejaríamos los encuentros razonados en un plano secundario. ¿Hacia dónde dirigimos las intenciones?

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