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Paco Milla

Un partidillo en el pasillo

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Pues sí, exactamente así, me cita y reta, mi hijo pequeño a un partido en el pasillo, cada vez que llego temprano a casa.

El, ni se fija, ni le importa mi estado de animo, o nivel de desgaste cuando lo hace. Tiene 5 años y se lo aplaudo. Con esa edad no se puede andar con pequeñeces “observatorias”. Quiere jugar… y punto.

Me perdí prácticamente la infancia de su hermana, por aquello de trabajar como un cosaco, generar para que “no faltara de nada” y salvo sobrevivir, poco mas logré.

Ahora, la edad, me hace ser mas consciente y racional. A veces me siento tentado de preguntarle, si prefiere mas dinero o mas tiempo para jugar conmigo, pero desisto, al pensar que no tiene edad, para ese tipo de preguntas.

Ahora ingreso menos, pero llego antes a casa y el "partido en el pasillo" es imperdonable.

Llámenme como quieran, pero solo le pido a la vida dinero… dinero.

¿Y saben para que? ¡para comprar tiempo! Para no preocuparme de los ingresos mensuales y manejar el día a mi jodido antojo.

Esto durará hasta que pierda la salud y de mi garganta salga aquello de: ¿y si no tienes salud que tienes?

Coño, por eso pido dinero, porque es lo que me falta, lo que nos falta a todos. ¡Nunca tienes todo lo que quieres y peor aun, si te contagian la enfermedad de las 99 monedas!.

¿No lo saben? Pues por resumir diré, que todos somos “conformistamente felices” hasta que nos dan 99 monedas, porque nos dejaremos “los higadillos” en conseguir 100.

Yo, creo ser, de los que se intentarían administrar con 99, pero esa droga, debe ser “dura” de verdad… bueno como todas las demás, pero esta, sobre todo.

De momento, me confieso culpable de “echar un partidillo” con mi pequeño en el pasillo… pero ¿no sería mejor tener un jardín, con unas porterías a tamaño real y además, con un bonito chalet al lado? Ah…¿lo ven? Ya empezamos con las ambiciones. Joer, joer.

Somos “carne de cañón”. Hemos sido inoculados, con la peor de las dependencias y esta, les aseguro que no es genética. Llevamos un chip en nuestra sien. Al final va a resultar (ya nadie lo duda) que efectivamente, somos burros, dando vueltas a una maldita noria, detrás de la dorada y siempre inalcanzable zanahoria y de eso, se valen los que pulsan cada mañana el dispositivo, para que la noria comience su lento girar. Todo está inventado, por muchos libros de auto-ayuda que escribáis.

Oh, la la. C´est la vie... o esta forma de "vie". ¿Alguien se atreve a cambiarla?

Un partidillo en el pasillo

Paco Milla
Paco Milla
sábado, 19 de enero de 2008, 04:58 h (CET)
Pues sí, exactamente así, me cita y reta, mi hijo pequeño a un partido en el pasillo, cada vez que llego temprano a casa.

El, ni se fija, ni le importa mi estado de animo, o nivel de desgaste cuando lo hace. Tiene 5 años y se lo aplaudo. Con esa edad no se puede andar con pequeñeces “observatorias”. Quiere jugar… y punto.

Me perdí prácticamente la infancia de su hermana, por aquello de trabajar como un cosaco, generar para que “no faltara de nada” y salvo sobrevivir, poco mas logré.

Ahora, la edad, me hace ser mas consciente y racional. A veces me siento tentado de preguntarle, si prefiere mas dinero o mas tiempo para jugar conmigo, pero desisto, al pensar que no tiene edad, para ese tipo de preguntas.

Ahora ingreso menos, pero llego antes a casa y el "partido en el pasillo" es imperdonable.

Llámenme como quieran, pero solo le pido a la vida dinero… dinero.

¿Y saben para que? ¡para comprar tiempo! Para no preocuparme de los ingresos mensuales y manejar el día a mi jodido antojo.

Esto durará hasta que pierda la salud y de mi garganta salga aquello de: ¿y si no tienes salud que tienes?

Coño, por eso pido dinero, porque es lo que me falta, lo que nos falta a todos. ¡Nunca tienes todo lo que quieres y peor aun, si te contagian la enfermedad de las 99 monedas!.

¿No lo saben? Pues por resumir diré, que todos somos “conformistamente felices” hasta que nos dan 99 monedas, porque nos dejaremos “los higadillos” en conseguir 100.

Yo, creo ser, de los que se intentarían administrar con 99, pero esa droga, debe ser “dura” de verdad… bueno como todas las demás, pero esta, sobre todo.

De momento, me confieso culpable de “echar un partidillo” con mi pequeño en el pasillo… pero ¿no sería mejor tener un jardín, con unas porterías a tamaño real y además, con un bonito chalet al lado? Ah…¿lo ven? Ya empezamos con las ambiciones. Joer, joer.

Somos “carne de cañón”. Hemos sido inoculados, con la peor de las dependencias y esta, les aseguro que no es genética. Llevamos un chip en nuestra sien. Al final va a resultar (ya nadie lo duda) que efectivamente, somos burros, dando vueltas a una maldita noria, detrás de la dorada y siempre inalcanzable zanahoria y de eso, se valen los que pulsan cada mañana el dispositivo, para que la noria comience su lento girar. Todo está inventado, por muchos libros de auto-ayuda que escribáis.

Oh, la la. C´est la vie... o esta forma de "vie". ¿Alguien se atreve a cambiarla?

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Me he criado en una familia religiosa, sin llegar a ser beata, que ha vivido muy de cerca la festividad del Jueves Santo desde siempre. Mis padres se casaron en Santo Domingo, hemos vivido en el pasillo del mismo nombre, pusimos nuestro matrimonio a los pies de la Virgen de la Esperanza, de la que soy hermano, y he llevado su trono durante 25 años.

 
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