Cuando las personas se hacen aparentemente religiosas, es que algo no funciona en la persona. Se utiliza, entonces, la tutela moral como escudo protector de la barbarie interesadamente monetaria. Con Dios a cuestas, se atraviesa cualquier frontera o límite.
Hace tiempo, Jhon Fitzgerald Kennedy, respondía a unos de sus hermanos acerca de Richard Nixon: “se va de la misma forma que llegó, sin clase, sin distinción”. Algo semejante le ocurre a George W. Bush. No tiene estilo.
Ahora, el presidente de la guerra, el petróleo y las armas, tampoco tiene memoria o se hace, hiriendo la inteligencia, el vanidoso del que todo lo quiere acaparar. Le ocurre como al burdo promotor/constructor inmobiliario, ambicioso social de una clase a la que no pertenece, que se estrella con su dinero pues nunca deja de ser el hortera adinerado que no sabe moverse por las mullidas alfombras del señorío. Es un patán.
El presidente norteamericano, que nunca ha motivado, no saldrá en la Historia del infierno victorioso que hurtó a una parte de su pueblo. Entró con calzador, manipulando groseramente los resultados electorales de las elecciones de 2000 y saldrá con el estigma de lo mucho que él sabe que ha engañado.
Cuando Bush intenta in extremis corregir su mensaje sin analizar la complejidad del reto porque se va, no hace más que intentar recomponer la estafa fraudulenta a la que ha sometido el liderazgo norteamericano en el mundo. Es un presidente, que al igual que Aznar, nunca ha sido capaz de transmitir en verso ni en prosa ni en oratoria. Ambos son muy mentirosos, de ahí que se entiendan muy bien.
En su retirada, con el cinismo del que algún día debiera ser juzgado, dice: “deberíamos haber bombardeado Auschwitz”. El tejano presidente se conmociona ahora que ha dejado en Irak muchos más muertos que los atentados de Nueva York, Londres y Madrid.
Bush es como un nuevo rico sin escrúpulos en cuanto media el dinero de las armas y el petróleo. Ha sido un presidente usurpador que incluso defendía la teoría creacionista para justificar al Dios de sus intereses. Sabemos que la evolución es un hecho y que confundir astrología como una alternativa a la astronomía es tanto como disfrazar de ciencia el fanatismo religioso. Dios es tan peligroso como para solaparse a través de los ojos de un Bush que maltrata la condición humana en aras del dinero como religión que instaura la fe como distintivo absoluto.
Lo curioso es que los EE.UU. siempre utilizan una doble vara de medir respecto a Israel. Los últimos presidentes intentan dar como la ultima brazada importante – en el ocaso de sus mandatos- para dejar ante el mundo la sensación de que han luchado por resolver el conflicto de Oriente Próximo. Se trata de una pura farsa de imagen cuando en realidad el poder judío tiene desde siempre maniatada a la nación norteamericana. Bush, en un escandaloso anuncio al mundo, dice que Israel se retire de los territorios ocupados en la guerra de 1967. Resulta que quiere resolver un conflicto en el que lleva siete años apoyando…
Definitivamente, es un nuevo rico venido a estadista por la manipulación y con la estupidez del caradura que todo lo habla.