La Iglesia Católica, en general, ha sido y es harto torticera en su deambular por el espacio imaginario de los hombres. Usurpando el honor de un supuesto Dios inexistente, se ha contaminado en demasía de poder civil.
Por lo que se refiere a nuestro país, el “ lobby” clerical católico se empeña ahora en la estrategia de que el PSOE está en contra de la Iglesia. Rouco Varela –como su jefe, el muy aparente racionalista intelectual, Benedicto XVI-, es persona con más kilómetros que el baúl de la Piquer, es decir, que usa su aparato propagandístico y mediático para jalear a sus fieles que duermen felices descansando en la ignoracia o mirando para otro lado para no ver la verdadera esencia del hombre no turbado por el misterio divino, a todas luces, machaconamente inventado por unos para conjurar el miedo a la muerte. El citado cardenal , es curioso, se resiste – no es partidario – al divorcio pero, sin embargo, casa a una divorciada – Letizia – con un soltero monárquico que gusta de las mujeres con barbilla que avejenta. En la misma línea, callejea con sus seguidores en un alegato de la familia, como si sólo existiera la familia cristiana, la buena, la fetén, aquella de Nazaret manipulada por la Historia. En la concentración de la Plaza de Colón - si el judío levantara la cabeza se volvería a la Américas a desahogar sus pasiones carnales - , ni se rezó, ni se imploró, antes al contrario, se exclamaron discursos políticos, muy lejos de las recomendaciones morales y lucubraciones dogmáticas que han forjado la creación y el mantenimiento de la Iglesia. Torpemente, se confundió el culo con las témporas, al incidirse en la disgración de la democracia o en la vulneración de los derechos fundamentales de las personas. Que sepamos, no se a retrocedido ni un ápice en las anteriores observaciones, sino que se han fomentado dando cabida a situaciones de facto y colectivos que quedaban en la marginación.
Finalmente, el cristiano Rouco, que no humanista, de cara a las próximas elecciones, lanza su premeditado dardo de la confusión -2.000 años llevan inventando, confundiendo y aprovechándose de la ingenuidad natural que todos los humanos padecemos- azuzando la máxima de que el Gobierno está enfrentado radicalmente a la Iglesia. Burda mentira, teniendo en cuenta los ventajosos acuerdos que el actual ejecutivo ha concertado con la organización multinacional. Sólo ese ejemplo bastaría para derrumbrar la polémica sobre el maquiavélico enfrentamiento. Lo que de verdad ocurre, es que la Iglesia está enfrentada con el tiempo de más conocimiento que vivimos, con sus luchas internas por el poder, con su objetivo primordial de no quedar fuera definitivamente de la esfera de influencias de la sociedad, con ella misma. El PP, descaradamente, sabe que apoyando a la multinacional se asegura los votos de la tradición religiosa. Por ello, en íntima connivencia, apoya la tesis del enfrentamiento cuando, en realidad, PP e Iglesia se enfrentan con sus propios demonios.
Rajoy, el registrador de antiguo, y la cursilona millonaria Esperanza Aguirre, lo saben muy bien. A Rouco, se le ve el plumero a pesar de sus exhortaciones panfletario-religiosas.