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No es cierto que los hombres por cuestión biológica sean incapaces de controlar la ira que se manifiesta en violencia. La violencia es de carácter espiritual

Vacuna contra la violencia

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Desde diversos ángulos las personas que reflexionan ante lo que sucede en el mundo afirman que somos una sociedad violenta. Lo es porque las personas que la constituyen están enfermas porque no se han vacunado contra la enfermedad espiritual que causa la violencia. Con la muerte de difteria del niño de Girona que no estaba vacunado contra esta enfermedad se ha abierto el debate con el intento de convencer a los antivacuna de que abandonen su postura y pasen a ampliar el grupo del sí a la vacunación. La erradicación de enfermedades que eran endémicas hasta hace poco pone de manifiesto que la vacunación no es tan mala como sus detractores quieren hacernos creer.

Por lo que hace a la vacunación contra la violencia machista contra la mujer, desgraciadamente, todavía son mayoría quienes están en contra. A diferencia de la vacunación contra enfermedades del cuerpo que puede hacerse extensiva a toda la población por ley, la vacunación contra las enfermedades sociales que son de carácter espiritual, siempre es optativa. No existe ley que pueda obligar a toda la sociedad a hacerlo. En el pasado el cristianismo, en sus diversas expresiones, lo intentó convirtiendo a una fe determinada a toda una población en la que dicha fe prevalecía. El intento fracasó porque la apariencia no es la realidad. La conversión en masa de poblaciones no significaba que los ciudadanos se hubiesen vacunado contra el virus que engendra violencia social.

La enfermedad social se manifiesta con síntomas diversos. Uno de los síntomas es la violencia machista contra la mujer. Una encuesta hecha en Australia en una muestra de 3000 personas de edad comprendida entre los 12 a 24 años manifiesta que un 25% de los encuestados considera que no es preocupante que los hombres insulten a las mujeres o las asedien verbalmente. Uno de cada cuatro adolescentes cree que el control y el comportamiento violento contra las mujeres simboliza la fuerza masculina.

La encuesta sigue diciendo: si crees que Australia avanza en ser una sociedad en la que la mujer espere ser tratada equitativamente, reflexiona. Uno de cada seis entrevistados piensa que las mujeres deberían conocer su lugar y uno de cada cuatro chicos piensa que es correcto golpear a su amiga si está borracho. También es muy desalentador saber que más del 25% de los entrevistados cree que el asedio masculino y la coerción a las mujeres a tener sexo son prácticas normales. También es motivo de disconformidad saber que uno de cada cinco encuestados cree que si la mujer está borracha o afectada por las drogas en parte es responsabilidad de ella si se la viola.

Con el resultado de la encuesta que confirma la evidencia del día a día en todas partes, a las mujeres no les espera un futuro prometedor si no cambia el concepto masculino hacia ellas. Los hombres deben cambiar su forma de pensar hacia la mujer, esto no se producirá si individualmente no se convierten a Cristo que es el Médico que vacuna contra el pecado que se manifiesta de diversas maneras, una de ellas es la violencia machista contra la mujer.

Se puede legislar. La ciudadanía puede manifestarse. Se pueden guardar minutos de silencio acompañados de velas encendidas…Pasado el acto todo sigue igual. Al día siguiente los medios publicarán un nuevo caso de violencia machista contra la mujer.

La vacunación contra la difteria, para sacar a relucir la muerte del niño de Girona es individual e intransferible. Nadie puede vacunarse por encargo. Quien quiera inmunizarse contra una enfermedad debe arremangarse y alargar el brazo para que la enfermera le inyecte la vacuna que le impedirá que se infecte de la enfermedad mortal. Quien desee erradicar de su vida el virus de la violencia machista contra la mujer debe reconocer su delito, si lo ha cometido, o, los síntomas que anuncian la posibilidad de cometerlo: Chistes obscenos, comentarios que degradan la condición de persona de la mujer reduciéndola a un objeto de usar y tirar, pensando como los adolescentes australianos, son evidencias de que de hecho se puede cometer violencia contra la mujer. La educación no vacuna contra la violencia contra la mujer. Si no se produce una genuina conversión a Cristo todo seguirá igual. Únicamente la fe en Cristo cambia el concepto que el hombre tiene de la mujer. El hombre “dando honor a la mujer como vaso más frágil” (1 Pedro 3:7) y, “así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, así mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida” (Efesios 5:28,29). La sangre de cristo crea los anticuerpos espirituales que neutralizan el pecado espiritual de considerar a la mujer como un objeto de usar y tirar.

Vacuna contra la violencia

No es cierto que los hombres por cuestión biológica sean incapaces de controlar la ira que se manifiesta en violencia. La violencia es de carácter espiritual
Octavi Pereña
martes, 11 de agosto de 2015, 07:55 h (CET)
Desde diversos ángulos las personas que reflexionan ante lo que sucede en el mundo afirman que somos una sociedad violenta. Lo es porque las personas que la constituyen están enfermas porque no se han vacunado contra la enfermedad espiritual que causa la violencia. Con la muerte de difteria del niño de Girona que no estaba vacunado contra esta enfermedad se ha abierto el debate con el intento de convencer a los antivacuna de que abandonen su postura y pasen a ampliar el grupo del sí a la vacunación. La erradicación de enfermedades que eran endémicas hasta hace poco pone de manifiesto que la vacunación no es tan mala como sus detractores quieren hacernos creer.

Por lo que hace a la vacunación contra la violencia machista contra la mujer, desgraciadamente, todavía son mayoría quienes están en contra. A diferencia de la vacunación contra enfermedades del cuerpo que puede hacerse extensiva a toda la población por ley, la vacunación contra las enfermedades sociales que son de carácter espiritual, siempre es optativa. No existe ley que pueda obligar a toda la sociedad a hacerlo. En el pasado el cristianismo, en sus diversas expresiones, lo intentó convirtiendo a una fe determinada a toda una población en la que dicha fe prevalecía. El intento fracasó porque la apariencia no es la realidad. La conversión en masa de poblaciones no significaba que los ciudadanos se hubiesen vacunado contra el virus que engendra violencia social.

La enfermedad social se manifiesta con síntomas diversos. Uno de los síntomas es la violencia machista contra la mujer. Una encuesta hecha en Australia en una muestra de 3000 personas de edad comprendida entre los 12 a 24 años manifiesta que un 25% de los encuestados considera que no es preocupante que los hombres insulten a las mujeres o las asedien verbalmente. Uno de cada cuatro adolescentes cree que el control y el comportamiento violento contra las mujeres simboliza la fuerza masculina.

La encuesta sigue diciendo: si crees que Australia avanza en ser una sociedad en la que la mujer espere ser tratada equitativamente, reflexiona. Uno de cada seis entrevistados piensa que las mujeres deberían conocer su lugar y uno de cada cuatro chicos piensa que es correcto golpear a su amiga si está borracho. También es muy desalentador saber que más del 25% de los entrevistados cree que el asedio masculino y la coerción a las mujeres a tener sexo son prácticas normales. También es motivo de disconformidad saber que uno de cada cinco encuestados cree que si la mujer está borracha o afectada por las drogas en parte es responsabilidad de ella si se la viola.

Con el resultado de la encuesta que confirma la evidencia del día a día en todas partes, a las mujeres no les espera un futuro prometedor si no cambia el concepto masculino hacia ellas. Los hombres deben cambiar su forma de pensar hacia la mujer, esto no se producirá si individualmente no se convierten a Cristo que es el Médico que vacuna contra el pecado que se manifiesta de diversas maneras, una de ellas es la violencia machista contra la mujer.

Se puede legislar. La ciudadanía puede manifestarse. Se pueden guardar minutos de silencio acompañados de velas encendidas…Pasado el acto todo sigue igual. Al día siguiente los medios publicarán un nuevo caso de violencia machista contra la mujer.

La vacunación contra la difteria, para sacar a relucir la muerte del niño de Girona es individual e intransferible. Nadie puede vacunarse por encargo. Quien quiera inmunizarse contra una enfermedad debe arremangarse y alargar el brazo para que la enfermera le inyecte la vacuna que le impedirá que se infecte de la enfermedad mortal. Quien desee erradicar de su vida el virus de la violencia machista contra la mujer debe reconocer su delito, si lo ha cometido, o, los síntomas que anuncian la posibilidad de cometerlo: Chistes obscenos, comentarios que degradan la condición de persona de la mujer reduciéndola a un objeto de usar y tirar, pensando como los adolescentes australianos, son evidencias de que de hecho se puede cometer violencia contra la mujer. La educación no vacuna contra la violencia contra la mujer. Si no se produce una genuina conversión a Cristo todo seguirá igual. Únicamente la fe en Cristo cambia el concepto que el hombre tiene de la mujer. El hombre “dando honor a la mujer como vaso más frágil” (1 Pedro 3:7) y, “así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer, así mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida” (Efesios 5:28,29). La sangre de cristo crea los anticuerpos espirituales que neutralizan el pecado espiritual de considerar a la mujer como un objeto de usar y tirar.

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