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Tomás Fernández, Sevilla

Votos perdidos

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Dicen que los “cambios cosméticos” del PP, nuevo logo incluido, están orientados a recuperar los votos perdidos y mejorar la comunicación con una sociedad a la que hay que explicar los logros conseguidos gracias las reformas de la administración Rajoy. Un objetivo muy difícil de conseguir si observamos que este partido, además de encontrarse inmerso en múltiples procesos de corrupción, se ha alejado de su base social y ha renunciando a los principios que lo identificaban hasta ahora con políticas como: subida de impuestos más propias de partidos de izquierdas, recortes económicos que no contribuyen a disminuir una administración 17 veces repetida, aumento galopante de la deuda pública, contrarreforma educativa que permite suficiente margen para que las comunidades puedan (si así lo quieren) reconstruir la asignatura de educación para la ciudadanía y deja la religión a los pies de los caballos en bachillerato, débil respuesta a las amenazas separatistas de Cataluña, etc.

El mejor ejemplo es la ley Aído sobre el aborto; intacta a estas alturas de una legislatura en la que disfrutan de mayoría absoluta. Incluso está por ver que la pequeña reforma que han impulsado para que las menores de 16 años necesiten el consentimiento paterno para abortar llegue a buen puerto. Si alguien lo duda, puede analizar las recientes declaraciones de Marta González, la portavoz adjunta del PP en el congreso donde dice, que en caso de que los jueces avalaran íntegramente la ley actual como respuesta al recurso que contra la misma presentaron en su día, “asumiríamos -en el PP- la ley del 2010, porque debemos acatar lo que dicta el Tribunal Constitucional”. En realidad esta afirmación no se sostiene y es muy reveladora de las verdaderas intenciones que se manejan. Siempre se deben acatar las sentencias de los tribunales, pero un partido puede, si tiene mayorías parlamentarias suficientes, modificar leyes vigentes; con más motivo si las consideran injustas.

Con este historial, ¿cómo pretende el PP recuperar los dos millones de votos que le hacen falta a Rajoy para que le salgan las cuentas en las próximas elecciones generales? Desde luego podemos entender que muchos de sus votantes habituales, que hasta las últimas presidenciales habían permanecido fieles al gran partido de centro derecha, no se vean reflejados en las políticas que se han llevado a cabo hasta el momento. Existe en estos votantes un sentimiento de “orfandad política” que no se recupera en 6 meses con pequeños guiños fiscales o con alusiones a los comienzos de la ansiada recuperación económica. Es incompresible que la cúpula del partido no sea consciente de esta situación, o si lo es, que no tome las medidas necesarias para corregirla. Puede que en USA o el Reino Unido los ciudadanos voten mirando al bolsillo; pero en un país tan visceral como España las elecciones no se ganan solo con economía.

Votos perdidos

Tomás Fernández, Sevilla
Lectores
miércoles, 15 de julio de 2015, 07:41 h (CET)
Dicen que los “cambios cosméticos” del PP, nuevo logo incluido, están orientados a recuperar los votos perdidos y mejorar la comunicación con una sociedad a la que hay que explicar los logros conseguidos gracias las reformas de la administración Rajoy. Un objetivo muy difícil de conseguir si observamos que este partido, además de encontrarse inmerso en múltiples procesos de corrupción, se ha alejado de su base social y ha renunciando a los principios que lo identificaban hasta ahora con políticas como: subida de impuestos más propias de partidos de izquierdas, recortes económicos que no contribuyen a disminuir una administración 17 veces repetida, aumento galopante de la deuda pública, contrarreforma educativa que permite suficiente margen para que las comunidades puedan (si así lo quieren) reconstruir la asignatura de educación para la ciudadanía y deja la religión a los pies de los caballos en bachillerato, débil respuesta a las amenazas separatistas de Cataluña, etc.

El mejor ejemplo es la ley Aído sobre el aborto; intacta a estas alturas de una legislatura en la que disfrutan de mayoría absoluta. Incluso está por ver que la pequeña reforma que han impulsado para que las menores de 16 años necesiten el consentimiento paterno para abortar llegue a buen puerto. Si alguien lo duda, puede analizar las recientes declaraciones de Marta González, la portavoz adjunta del PP en el congreso donde dice, que en caso de que los jueces avalaran íntegramente la ley actual como respuesta al recurso que contra la misma presentaron en su día, “asumiríamos -en el PP- la ley del 2010, porque debemos acatar lo que dicta el Tribunal Constitucional”. En realidad esta afirmación no se sostiene y es muy reveladora de las verdaderas intenciones que se manejan. Siempre se deben acatar las sentencias de los tribunales, pero un partido puede, si tiene mayorías parlamentarias suficientes, modificar leyes vigentes; con más motivo si las consideran injustas.

Con este historial, ¿cómo pretende el PP recuperar los dos millones de votos que le hacen falta a Rajoy para que le salgan las cuentas en las próximas elecciones generales? Desde luego podemos entender que muchos de sus votantes habituales, que hasta las últimas presidenciales habían permanecido fieles al gran partido de centro derecha, no se vean reflejados en las políticas que se han llevado a cabo hasta el momento. Existe en estos votantes un sentimiento de “orfandad política” que no se recupera en 6 meses con pequeños guiños fiscales o con alusiones a los comienzos de la ansiada recuperación económica. Es incompresible que la cúpula del partido no sea consciente de esta situación, o si lo es, que no tome las medidas necesarias para corregirla. Puede que en USA o el Reino Unido los ciudadanos voten mirando al bolsillo; pero en un país tan visceral como España las elecciones no se ganan solo con economía.

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