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“Lo que vicios fueron, hoy costumbres son”. Séneca.

Ficciones breves

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Es como un trabalenguas. Las costumbres en su fijación derivan en vicio cuando se enajenan con respecto a los cambios del entorno; como un empecinamiento fuera de contexto. Por su parte, los vicios, a fuer de reiterativos componen unos acostumbramientos impertinentes. Constituyen un PÉNDULO vital incesante, presto a la experiencia cotidiana. Las perspectivas exhiben su presencia controvertida, a la vez estimulante e intrigante.

En los minicuentos siguientes asoman algunas de las experiencias peculiares que todos contemplamos con frecuencia. Las ondas energéticas de cada persona evolucionan en muchas direcciones, apenas captamos reflejos ocasionales de sus recorridos.

Un sujeto obsesionado
- Era un sujeto muy obsesivo contra los abundantes estudios sobre el cerebro humano, centrados en la degeneración neuronal, fármacos eficaces, memoria, conexiones, descubrimientos… Los percibía como preferencias injustificadas. Era calvo.

Con frecuencia nos encontramos ante tesituras como la de este sujeto. Vivimos la repercusión sobre nosotros de las abundantes manifestaciones culturales, pero apenas nos damos cuenta de la pequeña parcela a la que atendemos; la que nos preocupa en ese momento. Somos sectoriales por naturaleza, limitados a los breves alcances de los que disponemos. De ahí a mostrarnos SECTARIOS en los intercambios sociales apenas va un corto paso. Lo habitual abre camino al vicio del trato inhumano dado a las otras perspectivas dispares.

Consecuencias electorales
- Él lo sabía, estaba satisfecho por su actuación en las elecciones. Aunque decían lo contrario…, él lo sabía y les votó. Había pactado consigo mismo. Tiene su miga esto de las votaciones, alumbran paradojas allá por donde se mire; por su buena orientación o por las aviesas intenciones. Es lo chocante del voto secreto, permite una gran variedad de sorpresas. Que no suelen depender del desconocimiento, eran conocidas las tendencias subyacentes. El EQUÍVOCO forma cuerpo con la conducta humana, es de tan fuerte presencia, que confunde a los propios protagonistas. En un cierto juego de las adivinanzas, que viene a transformarse en el juego de los despropósitos en no pocas ocasiones. Nadie parece haber mirado en el foco oportuno, ni en el momento adecuado; en una melancólica evocación de la armonía.

Acaloramientos
- Todavía recluido en su lugar de trabajo, mantenía aquel ciudadano la esperanza. Vinieron presurosos, la máquina de café, los superconductores y los átomos atolondrados; sin que consiguiéramos pasar de tibios.

El fragor del ambiente mantiene una liberación constante de energía. Aunque sólo sea por el roce con los elementos, sube la temperatura en los entornos; discusiones, comunicados, impagados, burocracia e improperios. Por esos y otros motivos, en el calor de las refriegas destaca la imponente presencia de la TIBIEZA, tanto individual como corporativa, incapaz de mantener el sentido de las palabras; pero mucho peor también, incapaz de dar relieve a las personas, a cada persona como tal. Por lo que el calor conducente a la tibieza es un fenómeno real, poco explicado, poco comprendido, aunque penosamente experimentado.

Adelantos
- Cuando pensaba en aquello de las ciencias adelantan que es una barbaridad, ya sobrepasó la zarzuela; lo ratificó por su propia experiencia. Ya iba por el tercer cambio de sexo. Desde luego, con muchos cambios experimentados; volúmenes arriba o abajo, sensaciones contradictorias, cuchufletas de refilón, desbarajustes emocionales… Y…, le insisten, lo moderno es creer sólo en el conocimiento científico.

Cada día lo comprobamos, ansiosos del control supremo, agarramos los hechos cotidianos únicamente por su lado ratificado por la ciencia; decimos que sólo vale lo que podemos ratificar con pruebas. ¡Ah! Pero desdeñamos la consideración de los LÍMITES, muy ligados a la enorme porción oculta del iceberg, la cual contiene todo el abismo de los misterios. Pretendemos mantener los ojos cerrados ante tamaña evidencia; la arrogancia nos eleva sobre una nube de planteamientos irreales por lo desmesurados.

Seguridad total
- Sumido en plena batalla, la lucha contra el miedo era feroz. Un control, un impedimento, una barrera, un lamento…, condujeron a la inmovilidad, esta se impuso definitivamente.

Parece una brega desigual. Los avatares diarios multiplican los inconvenientes. Cualquier recurso muestra su insuficiencia ante el tamaño de los retos. Motivos enérgicos para que echemos de menos el CORAJE preciso para no sucumbir al conformismo necio que todo lo iguala en la mediocridad. Si de algo disponemos de pruebas es de nuestra constitución dinámica, en la que la quietud y el amansamiento abocan al exterminio personal. Esta es la seguridad manifiesta para la que no valen las mandangas al uso con las que tratarán de mantenernos dóciles.

Tecla equivocada
- Pulse 1 si está empadronado, 2 en caso de ser un visitante ocasional. Ahora teclee 1 para la aportación de sugerencias, 2 para reclamaciones o 3 si accede por otros asuntos. De nuevo, 1 si lleva más de tres años con nosotros, 2 para planes de urbanismo, 3 como entrada en áreas de ocio, 4 en asuntos económicos, 5 si necesita de los servicios funerarios... ¡Vaya! Me equivoqué y pulsé este último número 5. ¿Será posible el retroceso? Aunque no lo parezca, la atención al cliente de la mayoría de instituciones o grandes empresas adopta ese enrevesado baile de números; que en alguna ocasiones nos conduce a la voz humana de procedencia desconocida. El vuelo por las ondas toma rumbos inverosímiles, alejados de la vertiente PERSONAL; entendida la persona como una superación de los meros números.

De donde, érase una vez, en paises teñidos de coloridos diversos; la desorientación extiende sus rasgos demoledores, por ese desdén impensable de unos sujetos con respecto a sus semejantes. Sí, SEMEJANTES, que no iguales; porque trás ese barniz de la falsa igualdad, quedamos ordenados en un dibujo lleno de ovejitas, sin oportunidades reales de poner en juego la perspectivas propias. La delicadeza radica en ese trato personalizado deseable.

Ficciones breves

“Lo que vicios fueron, hoy costumbres son”. Séneca.
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 10 de julio de 2015, 11:04 h (CET)
Es como un trabalenguas. Las costumbres en su fijación derivan en vicio cuando se enajenan con respecto a los cambios del entorno; como un empecinamiento fuera de contexto. Por su parte, los vicios, a fuer de reiterativos componen unos acostumbramientos impertinentes. Constituyen un PÉNDULO vital incesante, presto a la experiencia cotidiana. Las perspectivas exhiben su presencia controvertida, a la vez estimulante e intrigante.

En los minicuentos siguientes asoman algunas de las experiencias peculiares que todos contemplamos con frecuencia. Las ondas energéticas de cada persona evolucionan en muchas direcciones, apenas captamos reflejos ocasionales de sus recorridos.

Un sujeto obsesionado
- Era un sujeto muy obsesivo contra los abundantes estudios sobre el cerebro humano, centrados en la degeneración neuronal, fármacos eficaces, memoria, conexiones, descubrimientos… Los percibía como preferencias injustificadas. Era calvo.

Con frecuencia nos encontramos ante tesituras como la de este sujeto. Vivimos la repercusión sobre nosotros de las abundantes manifestaciones culturales, pero apenas nos damos cuenta de la pequeña parcela a la que atendemos; la que nos preocupa en ese momento. Somos sectoriales por naturaleza, limitados a los breves alcances de los que disponemos. De ahí a mostrarnos SECTARIOS en los intercambios sociales apenas va un corto paso. Lo habitual abre camino al vicio del trato inhumano dado a las otras perspectivas dispares.

Consecuencias electorales
- Él lo sabía, estaba satisfecho por su actuación en las elecciones. Aunque decían lo contrario…, él lo sabía y les votó. Había pactado consigo mismo. Tiene su miga esto de las votaciones, alumbran paradojas allá por donde se mire; por su buena orientación o por las aviesas intenciones. Es lo chocante del voto secreto, permite una gran variedad de sorpresas. Que no suelen depender del desconocimiento, eran conocidas las tendencias subyacentes. El EQUÍVOCO forma cuerpo con la conducta humana, es de tan fuerte presencia, que confunde a los propios protagonistas. En un cierto juego de las adivinanzas, que viene a transformarse en el juego de los despropósitos en no pocas ocasiones. Nadie parece haber mirado en el foco oportuno, ni en el momento adecuado; en una melancólica evocación de la armonía.

Acaloramientos
- Todavía recluido en su lugar de trabajo, mantenía aquel ciudadano la esperanza. Vinieron presurosos, la máquina de café, los superconductores y los átomos atolondrados; sin que consiguiéramos pasar de tibios.

El fragor del ambiente mantiene una liberación constante de energía. Aunque sólo sea por el roce con los elementos, sube la temperatura en los entornos; discusiones, comunicados, impagados, burocracia e improperios. Por esos y otros motivos, en el calor de las refriegas destaca la imponente presencia de la TIBIEZA, tanto individual como corporativa, incapaz de mantener el sentido de las palabras; pero mucho peor también, incapaz de dar relieve a las personas, a cada persona como tal. Por lo que el calor conducente a la tibieza es un fenómeno real, poco explicado, poco comprendido, aunque penosamente experimentado.

Adelantos
- Cuando pensaba en aquello de las ciencias adelantan que es una barbaridad, ya sobrepasó la zarzuela; lo ratificó por su propia experiencia. Ya iba por el tercer cambio de sexo. Desde luego, con muchos cambios experimentados; volúmenes arriba o abajo, sensaciones contradictorias, cuchufletas de refilón, desbarajustes emocionales… Y…, le insisten, lo moderno es creer sólo en el conocimiento científico.

Cada día lo comprobamos, ansiosos del control supremo, agarramos los hechos cotidianos únicamente por su lado ratificado por la ciencia; decimos que sólo vale lo que podemos ratificar con pruebas. ¡Ah! Pero desdeñamos la consideración de los LÍMITES, muy ligados a la enorme porción oculta del iceberg, la cual contiene todo el abismo de los misterios. Pretendemos mantener los ojos cerrados ante tamaña evidencia; la arrogancia nos eleva sobre una nube de planteamientos irreales por lo desmesurados.

Seguridad total
- Sumido en plena batalla, la lucha contra el miedo era feroz. Un control, un impedimento, una barrera, un lamento…, condujeron a la inmovilidad, esta se impuso definitivamente.

Parece una brega desigual. Los avatares diarios multiplican los inconvenientes. Cualquier recurso muestra su insuficiencia ante el tamaño de los retos. Motivos enérgicos para que echemos de menos el CORAJE preciso para no sucumbir al conformismo necio que todo lo iguala en la mediocridad. Si de algo disponemos de pruebas es de nuestra constitución dinámica, en la que la quietud y el amansamiento abocan al exterminio personal. Esta es la seguridad manifiesta para la que no valen las mandangas al uso con las que tratarán de mantenernos dóciles.

Tecla equivocada
- Pulse 1 si está empadronado, 2 en caso de ser un visitante ocasional. Ahora teclee 1 para la aportación de sugerencias, 2 para reclamaciones o 3 si accede por otros asuntos. De nuevo, 1 si lleva más de tres años con nosotros, 2 para planes de urbanismo, 3 como entrada en áreas de ocio, 4 en asuntos económicos, 5 si necesita de los servicios funerarios... ¡Vaya! Me equivoqué y pulsé este último número 5. ¿Será posible el retroceso? Aunque no lo parezca, la atención al cliente de la mayoría de instituciones o grandes empresas adopta ese enrevesado baile de números; que en alguna ocasiones nos conduce a la voz humana de procedencia desconocida. El vuelo por las ondas toma rumbos inverosímiles, alejados de la vertiente PERSONAL; entendida la persona como una superación de los meros números.

De donde, érase una vez, en paises teñidos de coloridos diversos; la desorientación extiende sus rasgos demoledores, por ese desdén impensable de unos sujetos con respecto a sus semejantes. Sí, SEMEJANTES, que no iguales; porque trás ese barniz de la falsa igualdad, quedamos ordenados en un dibujo lleno de ovejitas, sin oportunidades reales de poner en juego la perspectivas propias. La delicadeza radica en ese trato personalizado deseable.

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