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Xabier López de Armentia

La China olímpica

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En el día de los derechos humanos fijo mis ojos en un país lejano a la vez que cercano. Un país con 1.300 millones de habitantes, la bandera roja ondeando en sus edificios y comunismo aperturista en sus balanzas de pagos. Hablamos de China, un país o un continente por su miles de kilómetros cuadrados que graban su territorio.

China está de actualidad y no precisamente por ser un ejemplo en materia de derechos humanos, sino por los juegos olímpicos que se celebrarán en verano de 2008. Es triste pero es así. Si no fuese porque a un año vista se celebra un acontecimiento mundial en su territorio no hablaríamos de la falta de derechos humanos en China.

China es un país de contrastes, una cultura muy distinta a la nuestra plagada de ritos, artes y costumbres que nada o poco tienen que ver con las nuestras. Este contraste es enriquecedor y beneficioso para el resto de habitantes del planeta. Aprender de nuestros vecinos y convivir con ellos sólo nos puede traer cosas buenas para nuestra civilización. Conocer y entender otra cultura es sinónimo de respeto y progreso. Las culturas tienen que dejar de ser el motor de los enfrentamientos y los conflictos. Tenemos que aprender a vivir juntos en este mundo globalizado. China es una zona que convive por el norte con la fría Mongolia y la omnipresente Rusia, sin olvidar la comunista Corea del Norte. Al sur limita con las pequeñas Myanmar, Nepal, Bután, Pakistán y la gran India. Al oeste las ex–republicas soviéticas Kirguistán, Kazajistán, Tayikistán y Afganistán cierran las fronteras de este enorme país.

Dibujada la cara bonita y cultural de China, nos toca ver la otra cara de la moneda. En este caso la cruz. China es un país en el que la libertad de expresión va más allá de ser un derecho básico, es un autentico milagro.

En el Gran Gigante Asiático existen 68 delitos tipificados con la pena de muerte, entre ellos evadir impuestos, organización ilícita, es decir, opositores al régimen organizados, utilización de armas de fuego, atracos, robos y un sin fin de delitos, que si bien deben ser castigados con su correspondiente condena, creo que la pena de muerte se queda muy lejana de la palabra justicia.

Que bonito es estar En china y adentrarse en el, para nosotros básico, mundo de Internet y acercarse a uno de los portales de búsqueda como Yahoo! o Google y teclear la palabra “democracia” o “amnistía internacional”. El resultado de la búsqueda nos refleja la realidad de China, el resultado es cero. Cero resultados a las palabras democracia y amnistía internacional. ¿Esto es libertad de expresión?. Por si esto fuera poco, los opositores que intentan conocer a través de Internet la situación de los derechos humanos en su país son perseguidos y encarcelados sin juicio y sin derechos. Amnistía Internacional ha sacado a la luz estos datos con al menos 30 periodistas y 50 ciudadanos de a pie detenidos por este motivo. Esto es una aberración para la democracia, para las personas y para cada uno de nosotros que mientras estas personas ven cortadas sus ansias de libertad nos limitamos a esperar la cita olímpica sin importarnos lo más mínimo las penurias de esa población.

Personas encarceladas durante 4 años sin juicio, sin sentencia, tan sólo con una frase: “prisión preventiva”. Esas personas están siendo tratadas como los judíos en los campos de concentración nazis, sin derechos y con grabados en sus caras y ropas. La diferencia entre un caso y otro, además de las diferencias esenciales de cada atropello de derechos humanos es que uno de ellos fue durante una guerra mundial y lo mas importante hace ya 60 años. Que en el 2007 se sigan atropellando los derechos humanos de esta manera sin que nadie haga nada es una autentica aberración y una vergüenza para todos los llamados demócratas.

Lo más grave de todo es que China se comprometió a mejorar sustancialmente la situación de los derechos humanos en su país cuando competía por conseguir la celebración de los JJ.OO.. Las Promesas son como las palabras, se las lleva el viento.

La China olímpica

Xabier López de Armentia
Lectores
miércoles, 12 de diciembre de 2007, 08:34 h (CET)
En el día de los derechos humanos fijo mis ojos en un país lejano a la vez que cercano. Un país con 1.300 millones de habitantes, la bandera roja ondeando en sus edificios y comunismo aperturista en sus balanzas de pagos. Hablamos de China, un país o un continente por su miles de kilómetros cuadrados que graban su territorio.

China está de actualidad y no precisamente por ser un ejemplo en materia de derechos humanos, sino por los juegos olímpicos que se celebrarán en verano de 2008. Es triste pero es así. Si no fuese porque a un año vista se celebra un acontecimiento mundial en su territorio no hablaríamos de la falta de derechos humanos en China.

China es un país de contrastes, una cultura muy distinta a la nuestra plagada de ritos, artes y costumbres que nada o poco tienen que ver con las nuestras. Este contraste es enriquecedor y beneficioso para el resto de habitantes del planeta. Aprender de nuestros vecinos y convivir con ellos sólo nos puede traer cosas buenas para nuestra civilización. Conocer y entender otra cultura es sinónimo de respeto y progreso. Las culturas tienen que dejar de ser el motor de los enfrentamientos y los conflictos. Tenemos que aprender a vivir juntos en este mundo globalizado. China es una zona que convive por el norte con la fría Mongolia y la omnipresente Rusia, sin olvidar la comunista Corea del Norte. Al sur limita con las pequeñas Myanmar, Nepal, Bután, Pakistán y la gran India. Al oeste las ex–republicas soviéticas Kirguistán, Kazajistán, Tayikistán y Afganistán cierran las fronteras de este enorme país.

Dibujada la cara bonita y cultural de China, nos toca ver la otra cara de la moneda. En este caso la cruz. China es un país en el que la libertad de expresión va más allá de ser un derecho básico, es un autentico milagro.

En el Gran Gigante Asiático existen 68 delitos tipificados con la pena de muerte, entre ellos evadir impuestos, organización ilícita, es decir, opositores al régimen organizados, utilización de armas de fuego, atracos, robos y un sin fin de delitos, que si bien deben ser castigados con su correspondiente condena, creo que la pena de muerte se queda muy lejana de la palabra justicia.

Que bonito es estar En china y adentrarse en el, para nosotros básico, mundo de Internet y acercarse a uno de los portales de búsqueda como Yahoo! o Google y teclear la palabra “democracia” o “amnistía internacional”. El resultado de la búsqueda nos refleja la realidad de China, el resultado es cero. Cero resultados a las palabras democracia y amnistía internacional. ¿Esto es libertad de expresión?. Por si esto fuera poco, los opositores que intentan conocer a través de Internet la situación de los derechos humanos en su país son perseguidos y encarcelados sin juicio y sin derechos. Amnistía Internacional ha sacado a la luz estos datos con al menos 30 periodistas y 50 ciudadanos de a pie detenidos por este motivo. Esto es una aberración para la democracia, para las personas y para cada uno de nosotros que mientras estas personas ven cortadas sus ansias de libertad nos limitamos a esperar la cita olímpica sin importarnos lo más mínimo las penurias de esa población.

Personas encarceladas durante 4 años sin juicio, sin sentencia, tan sólo con una frase: “prisión preventiva”. Esas personas están siendo tratadas como los judíos en los campos de concentración nazis, sin derechos y con grabados en sus caras y ropas. La diferencia entre un caso y otro, además de las diferencias esenciales de cada atropello de derechos humanos es que uno de ellos fue durante una guerra mundial y lo mas importante hace ya 60 años. Que en el 2007 se sigan atropellando los derechos humanos de esta manera sin que nadie haga nada es una autentica aberración y una vergüenza para todos los llamados demócratas.

Lo más grave de todo es que China se comprometió a mejorar sustancialmente la situación de los derechos humanos en su país cuando competía por conseguir la celebración de los JJ.OO.. Las Promesas son como las palabras, se las lleva el viento.

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