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El ayer llegó a su fin,
muy a mi pesar me desprendo de mi mal querido pasado,
momentos buenos y aquellos pequeños instantes del lamento y negro tormento, los cambió el falso arco iris de mi mirada a esas luces de luto siniestro opaco.
El ayer llegó a su fin,
un álbum de fotos en blanco,
los gamas de mis recuerdos fueron borrados a tonos invisibles por el mal sino de mis falsas pisadas tan borrosas.
El ayer llegó a su fin,
tras el suicidio de mi apenado pasado pasó a mejor vida...
lentamente, mi suerte murió acostada en el fracaso continuo de mi desidia apostata al luto.
El ayer llegó a su fin,
la decisión de vivir al día marcado en este nuevo presente,
la fortuna de la sorpresa más indecisa baila hoy al compás del planning de ese futuro tan esperado y tan falsamente bien planeado.
Soneto dedicado a la Hermandad del Cristo de los Estudiantes de Córdoba que ha logrado esta imagen, tan cabal como conmovedora, que nos acerca, más aún, al Cristo Vivo del Sagrario.
A pocos días de que comience la Semana Santa, en donde se vive con especial devoción en lugares tan emblemáticos como Sevilla, cae en nuestras manos una característica novela negra del escritor Fran Ortega. Los hijos de justo comienza con el capellán de la Macarena degollado en la Basílica, en donde, además, no hay rastro de la imagen de la virgen.
Te he mirado Señor, como otras veces, pero hoy tu rostro está más afligido. Sé que ahora te sientes muy herido por agravios que tu no te mereces.
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