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Un poema de Esther Videgain

El sueño eterno del fiel alma

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El alma dormida,
está hoy a la eterna espera de abrirse un nuevo camino,
hacia ese cambio del sentido más necesario en tu tardanza del cariño comprado.

El alma dormida,
quedó así tras la repentina huida de aquel corazón podrido,
tanto dolor quedó que se acostó sin su espíritu en el mero intento de no morir en vida...

El alma dormida,
a la espera de matices tuyas se encuentra esperando en este calvario de aquellos recuerdos con espinas,
el suicidio de su atormentaba memoria bajó al rincón de su opaco y oscuro subconsciente despierto únicamente al amparo del mal dolor.

El alma dormida,
busca consuelo en las dulces palabras del alivio más sincero y eternamente buscado,
mas este emisor es otro, es el doctor de los espíritus atormentados por sus corazones malheridos y pálidos sangrantes en odio y en rencor.

El alma dormida,
encontró por unos pocos instantes su despertar tan merecido, al cabo de escasos silencios, se fue cayendo muy despacio...
y lentamente reposó su cuerpo vacío en el colchón de los recuerdos olvidados, retirados en su antigua alcoba tan necesitada ahora y tan falsamente añorada y bien apreciada.

El sueño eterno del fiel alma

Un poema de Esther Videgain
Esther Videgain
domingo, 21 de junio de 2015, 23:32 h (CET)
El alma dormida,
está hoy a la eterna espera de abrirse un nuevo camino,
hacia ese cambio del sentido más necesario en tu tardanza del cariño comprado.

El alma dormida,
quedó así tras la repentina huida de aquel corazón podrido,
tanto dolor quedó que se acostó sin su espíritu en el mero intento de no morir en vida...

El alma dormida,
a la espera de matices tuyas se encuentra esperando en este calvario de aquellos recuerdos con espinas,
el suicidio de su atormentaba memoria bajó al rincón de su opaco y oscuro subconsciente despierto únicamente al amparo del mal dolor.

El alma dormida,
busca consuelo en las dulces palabras del alivio más sincero y eternamente buscado,
mas este emisor es otro, es el doctor de los espíritus atormentados por sus corazones malheridos y pálidos sangrantes en odio y en rencor.

El alma dormida,
encontró por unos pocos instantes su despertar tan merecido, al cabo de escasos silencios, se fue cayendo muy despacio...
y lentamente reposó su cuerpo vacío en el colchón de los recuerdos olvidados, retirados en su antigua alcoba tan necesitada ahora y tan falsamente añorada y bien apreciada.

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