No decepcionó, ciertamente, el cuarteto londinense en su primera visita a Bilbao. El locuaz Okereke y sus compañeros desplegaron por espacio de hora y media un concierto repleto de energía y fuerza en un escenario ideal como la Sala Santana de Bolueta, que se va afianzando en la oferta musical vizcaína como un lugar de referencia.
A las 22 horas y con unas dos mil personas ya ansiosas por vibrar con la banda, saltaban al escenario los ya considerados por muchos como herederos del mejor pop-rock british ochentero. Se adivina con claridad la ascendencia de The Cure, Talking Heads, Pixies, incluso Sonic Youth, entre otros, que no han restado un ápice de autenticidad y de estilo propio y diferenciado al grupo. Uno diría que es ese toque racial que el grupo transmite, quizá lo que más les diferencia de las fuentes de las que han bebido… Ah, entre estas me olvidaba al gran Bowie, al que el cantante adora, por cierto.
La primera parte comenzó fuerte y con ritmo, alternando temas de su aclamada ópera prima “Silent Alarm” (ojo al dato: casi medio millón de copias en mes y poco) con su segundo disco “A weekend in the city”, de este mismo año. A decir verdad, sonaron más temas del primero (y mejor), sin apenas interrupciones entre uno y otro.
Okereke interactuó con el público bilbaíno desde el principio, recordando que era su debut en la villa (y en Euskadi), mostrándose encantado con la ciudad, para coleguear con la muchachada nuit allí congregada. Se permitió incluso acercarse a la barra del bar, para el flipe de la masa cercana y de un par de técnicos, que casi se matan siguiéndole arriba y abajo.
El auditorio bilbaíno disfrutaba de lo lindo, “Like eating glass”, “Helicopter”, “So here we are” “Blue light” y demás hits del grupo ponían al personal las pilas; de hecho, apenas nadie se dio cuenta de los problemas de Russell Lisack con su guitarra al principio, que resolvió sin mayor novedad.
Con demasiada rapidez se cumplió la hora de concierto…too fast. El ritmo de la noche hacía pensar en un bis… pues no, dos bises, con el celebérrimo “Two more years” entre las que sonaron. Sin embargo, se echó en falta otro gran hit “I still remember”, que buena parte del público lamentó.
La actuación de los londinenses superó las prestaciones ofrecidas en verano en el Summercase de Madrid, donde cumplieron, pero no deslumbraron (seguramente por las propias características del macrofestival).
En Bilbao la créme de la créme: sonido perfecto, poderío y chispa en el grupo, enorme guitarra y voz, buen rollo con el público... prueba superada, muchachos.
La noche no acabó ahí para Kele Okereke; el scouse, perfecto conocedor de su carisma y atractivo - para ellos y ellas - se acercó a la planta superior de la sala para mezclarse, charlar y fotografiarse con buena parte del público aún congregado en la “Fever”. Perfecto colofón; por cierto gran ambiente y selección de música en la sala tras el concierto.
Parece claro que la veta abierta en el mercado inglés de música hace unos años por Franz Ferdinand ha tenido buena continuidad en estos indies universitarios de Reading. De Angel Rage a Union, para acabar en Bloc Party. Quién le iba a decir al moreno vocalista que aquella maqueta que hace unos años le entregara al grupo escocés le iba a servir para entrar de lleno, primero como telonero de Ferdinand y luego como estrellas, por derecho propio, en el mercado indie actual.
Visto lo visto, no parece casual su portada en el último número de la biblia del pop británico “New Musical Express”, no.