A muchos comentaristas políticos de la derecha les ha faltado tiempo para intentar desprestigiar al nuevo gobierno municipal de Madrid, presidido por Manuela Carmena. Valiéndose de unos tuits publicados por el concejal Guillermo Zapata hace algunos años, antes de que nadie pudiera siquiera sospechar que este hombre llegaría a ocupar el cargo institucional que hoy ocupa. Unos tuits que reproducen viejos chistes, repetidos hasta la saciedad durante años en toda la geografía española, en familia, bares, lugares de trabajo, sin llamar a escándalo a nadie, y cuyos contenidos representan justamente lo contrario del pensamiento y la moral de Guillermo Zapata, un hombre que lleva toda su vida luchando a favor de los derechos humanos, junto a las personas que han sufrido y sufren en sus carnes la violación de estos derechos.
No se puede confundir la reproducción de un chiste antisemita con la asunción manifiesta de un pensamiento antisemita, salvo que se haga intencionadamente, con la espuria intención de desacreditar a la persona que ha cometido la imprudencia de reproducir esos chistes en un medio público como son las redes sociales. Por lo tanto, si existe delito, este nunca se le ha da atribuir al imprudente tuitero sino al que lo acusa, calumniosamente, de enaltecer formas de pensamiento antidemocráticas y violentas que le son ajenas o contrarias, como es el caso.
La intención de Guillermo Zapata, cuando reproduce en sus tuits los chistes antisemitas o denigradores de las víctimas de la violencia, no es otra que la de poner de manifiesto la brutalidad de ese lamentable humor negro que tan popular viene siendo en España, desde tiempos inmemoriales, y debatir cuáles han de ser los límites del humor. La intención de quienes lo acusan de ser antisemita o proetarra, acabar con el actual gobierno municipal de Madrid, el mismo día de su constitución. Creo que está bien clara cuál es la catadura moral del uno y de los otros. Con todo, Guillermo Zapata ha dimitido de su cargo de concejal de Cultura -prácticamente, antes de tomar posesión del mismo-, pero a los otros, a los calumniadores, les parece poco. No cejarán en su empeño, con el todo vale, hasta desalojar a Manuela Carmena del Ayuntamiento de Madrid.
En el minuto cero del nuevo gobierno municipal de Madrid, ya hemos perdido a un concejal de Cultura. Valen más unos tuits interpretados maliciosamente que un currículum intachable a favor de la cultura, la integración y los derechos humanos. Y esto no ha hecho más que empezar.
El humor debería respetar la sensibilidad del común de la gente. El periodismo, su inteligencia.