Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Cine
Etiquetas | Crítica de cine
Pelayo López

'Luz de domingo': melodrama clásico entre estampas de nostalgia

|

José Luis Garci y Pedro Almodóvar son nuestros dos directores más acostumbrados a las carreras de fondo en las que, cada año, numerosas preselecciones y selecciones previas dirimen los candidatos definitivos al Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera. El ex ¡Qué grande es el cine! pudo repetir experiencia esta temporada. De hecho, el regreso a su tierra, tras subirse al Tiovivo C. 1950 y recordarnos a Ninette, le deparó estar en la terna final de aspirantes patrios, aunque, finalmente, la elegida fue otra. Ahora, su película llega a las salas con los ya consabidos aromas típicos y tradicionales en su filmografía. Para lograr el mismo sabor de siempre, Garci recurre una vez más a sus colaboradores habituales en numerosas facetas del proyecto: desde el guión escrito a cuatro manos con Horacio Valcárcel a la pictórica dirección artística del maestro Gil Parrondo, pasando, por supuesto, por un puñado de actores ya entrados en años a los que, periódicamente, el asturiano recupera de su olvido profesional y nos les presenta a través de sus personajes en una romería planificada con gran pulso.

Alfredo Landa es el primero de ellos. Con su personaje de emigrante, con una interpretación sobria y aleccionadora, se despide del mundillo. ¡Una lástima que nos robe posibles futuros trabajos!. Junto a él, nombres como Carlos Larrañaga -“gotea” sensaciones prometedoras para un regreso a la actuación que afortunadamente le arrancaría de la crónica rosa-, Fernando Guillén Cuervo -¿por qué se empeñará en hacer productos psicodélicos si este tipo de papeles le caen como anillo al dedo?-, Kiti Manver, Paco Algora, Manuel Galiana, Enrique Villén… un completo reparto coral que nos demuestra el disparo certero con el que el asturiano confía una vez sí y otra también en sus actores. Sí falla en su elección para la joven pareja protagonista, quizás por la distancia generacional que convierte a muchos directores en auténticos desconocidos de los prometedores talentos que vienen pisando fuerte. Absolutamente embuchada en un corsé, nuestra Paula Echevarría, lejos de correcciones políticas peloteras, sigue prometiendo. Su rostro angelical e inocente encaja a las mil maravillas con el personaje, a pesar de que, durante su puesta en escena, no es que tenga demasiado diálogo y sufra, en sus propias carnes, el momento más dramático y tenso de la cinta. Talento parece evidenciar, así que ahora sólo le falta suerte –basta recordar que, recientemente, le ha tocado ser acosada en Rojo intenso, morir en El comisario y, en última instancia, ser deshonrada ahora-. El error viene en la elección de su pareja, Alex González. Al actor ya le vimos en Una rosa de Francia de Gutiérrez Aragón y en Segundo asalto, y, sinceramente, aquí, sobre todo con ese look Clark Gable, no llena su personaje protagónico. Creo que debería escapar de títulos como el primero para decantarse más por papeles en cintas ambientadas en la actualidad, personajes de hoy en día como el del segundo. Atención especial a los nombres de los personajes –Longinos (sicario), Estrella (luz), Atila (cacique) y Urbano (civilizado)-, que representan también otros aspectos de la trama, y, además, a los cameos del gaitero Hevia y del nombre de servidor.

Este western costumbrista astur está inspirado en la obra de Ramón Pérez de Ayala, aunque lo cierto es que, por momentos, da la sensación de que estamos frente a un melodrama de la etapa mejicana de Buñuel. Si las referencias geográficas, previo paso por caja de los patrocinadores institucionales, están correctamente insertadas en la trama -¡algo lógico por otra parte!-, no ocurre lo mismo, de hecho queda patente la afinidad por la pintura, con el abuso de ciertas postales turísticas adulteradas en la línea John Huston y la cursilería de parte de la subtrama personal de los protagonistas. Son posibles los modales de la época, pero de ahí a… por ejemplo, un final tipo Titanic. Hablando de la historia, que guarda estrechos vínculos con sus anteriores You´re the one y El abuelo, ésta se puede resumir en cuatro frases: un joven idealista llega al pueblo en cuestión, se enamora de la chica más guapa, se enemista con el cacique y se produce una deshonra que desemboca en la segunda parte de la película que, por supuesto, no vamos a reventar.

Como suele ser habitual en su cine, el celuloide clásico de los ´40 y ´50 nos lo deja sentir a través de la primera y la última secuencia, un travelling sobre la fachada de una casa y el narrador de la historia. El resto del metraje se antoja largo, sobre todo por la pesadez de fotogramas inútiles y regocijantes para el propio Garci. El director plantea una violación sin contemplaciones, con la dureza de lo que se supone el sufrimiento causado, evidenciando que puede haber cine más allá de los clichés por los que siempre suele moverse. Ya que estamos, como crítica al presente a través de su mirada, “Españas” hay muchas, al menos 3 –la “caciquil”, la “ilustrada” y la “hecha a si misma”- como en este melodrama clásico entre estampas de nostalgia.

'Luz de domingo': melodrama clásico entre estampas de nostalgia

Pelayo López
Pelayo López
lunes, 7 de enero de 2008, 02:13 h (CET)
José Luis Garci y Pedro Almodóvar son nuestros dos directores más acostumbrados a las carreras de fondo en las que, cada año, numerosas preselecciones y selecciones previas dirimen los candidatos definitivos al Oscar a la Mejor Película en Lengua Extranjera. El ex ¡Qué grande es el cine! pudo repetir experiencia esta temporada. De hecho, el regreso a su tierra, tras subirse al Tiovivo C. 1950 y recordarnos a Ninette, le deparó estar en la terna final de aspirantes patrios, aunque, finalmente, la elegida fue otra. Ahora, su película llega a las salas con los ya consabidos aromas típicos y tradicionales en su filmografía. Para lograr el mismo sabor de siempre, Garci recurre una vez más a sus colaboradores habituales en numerosas facetas del proyecto: desde el guión escrito a cuatro manos con Horacio Valcárcel a la pictórica dirección artística del maestro Gil Parrondo, pasando, por supuesto, por un puñado de actores ya entrados en años a los que, periódicamente, el asturiano recupera de su olvido profesional y nos les presenta a través de sus personajes en una romería planificada con gran pulso.

Alfredo Landa es el primero de ellos. Con su personaje de emigrante, con una interpretación sobria y aleccionadora, se despide del mundillo. ¡Una lástima que nos robe posibles futuros trabajos!. Junto a él, nombres como Carlos Larrañaga -“gotea” sensaciones prometedoras para un regreso a la actuación que afortunadamente le arrancaría de la crónica rosa-, Fernando Guillén Cuervo -¿por qué se empeñará en hacer productos psicodélicos si este tipo de papeles le caen como anillo al dedo?-, Kiti Manver, Paco Algora, Manuel Galiana, Enrique Villén… un completo reparto coral que nos demuestra el disparo certero con el que el asturiano confía una vez sí y otra también en sus actores. Sí falla en su elección para la joven pareja protagonista, quizás por la distancia generacional que convierte a muchos directores en auténticos desconocidos de los prometedores talentos que vienen pisando fuerte. Absolutamente embuchada en un corsé, nuestra Paula Echevarría, lejos de correcciones políticas peloteras, sigue prometiendo. Su rostro angelical e inocente encaja a las mil maravillas con el personaje, a pesar de que, durante su puesta en escena, no es que tenga demasiado diálogo y sufra, en sus propias carnes, el momento más dramático y tenso de la cinta. Talento parece evidenciar, así que ahora sólo le falta suerte –basta recordar que, recientemente, le ha tocado ser acosada en Rojo intenso, morir en El comisario y, en última instancia, ser deshonrada ahora-. El error viene en la elección de su pareja, Alex González. Al actor ya le vimos en Una rosa de Francia de Gutiérrez Aragón y en Segundo asalto, y, sinceramente, aquí, sobre todo con ese look Clark Gable, no llena su personaje protagónico. Creo que debería escapar de títulos como el primero para decantarse más por papeles en cintas ambientadas en la actualidad, personajes de hoy en día como el del segundo. Atención especial a los nombres de los personajes –Longinos (sicario), Estrella (luz), Atila (cacique) y Urbano (civilizado)-, que representan también otros aspectos de la trama, y, además, a los cameos del gaitero Hevia y del nombre de servidor.

Este western costumbrista astur está inspirado en la obra de Ramón Pérez de Ayala, aunque lo cierto es que, por momentos, da la sensación de que estamos frente a un melodrama de la etapa mejicana de Buñuel. Si las referencias geográficas, previo paso por caja de los patrocinadores institucionales, están correctamente insertadas en la trama -¡algo lógico por otra parte!-, no ocurre lo mismo, de hecho queda patente la afinidad por la pintura, con el abuso de ciertas postales turísticas adulteradas en la línea John Huston y la cursilería de parte de la subtrama personal de los protagonistas. Son posibles los modales de la época, pero de ahí a… por ejemplo, un final tipo Titanic. Hablando de la historia, que guarda estrechos vínculos con sus anteriores You´re the one y El abuelo, ésta se puede resumir en cuatro frases: un joven idealista llega al pueblo en cuestión, se enamora de la chica más guapa, se enemista con el cacique y se produce una deshonra que desemboca en la segunda parte de la película que, por supuesto, no vamos a reventar.

Como suele ser habitual en su cine, el celuloide clásico de los ´40 y ´50 nos lo deja sentir a través de la primera y la última secuencia, un travelling sobre la fachada de una casa y el narrador de la historia. El resto del metraje se antoja largo, sobre todo por la pesadez de fotogramas inútiles y regocijantes para el propio Garci. El director plantea una violación sin contemplaciones, con la dureza de lo que se supone el sufrimiento causado, evidenciando que puede haber cine más allá de los clichés por los que siempre suele moverse. Ya que estamos, como crítica al presente a través de su mirada, “Españas” hay muchas, al menos 3 –la “caciquil”, la “ilustrada” y la “hecha a si misma”- como en este melodrama clásico entre estampas de nostalgia.

Noticias relacionadas

Filmin estrena el próximo viernes 26 de abril, en exclusiva en España, el documental "Cinéma Laika", dirigido por el croata afincado en Francia Veljko Vidak. La película recorre el proceso de construcción del Kino Laika, una sala de cine construida en una antigua fábrica en Karkkila, un pueblo finlandés de apenas 9.000 habitantes.

La Universidad Europea Miguel de Cervantes (UEMC) de Valladolid lanza la tercera edición de SOCINE, el Festival Internacional UEMC de Cine Social Universitario, que en esta ocasión contará con nuevas categorías y premios. SOCINE, el primer festival de estas características que se celebra en España, amplía sus reconocimientos no solo a los cortometrajes, sino también a los integrantes de los equipos de filmación (mejor dirección, guion e interpretación).

La Academia de Cine pone en marcha Trascámara, programa educativo dirigido a estudiantes de 14 a 17 años de centros de Educación Secundaria y FP, que busca acercar a los jóvenes el cine como arte colectivo, despertar el interés por los distintos oficios y las artes que intervienen en su creación y mostrar el talento de nuestros técnicos y creadores. La institución continúa así su compromiso con la alfabetización audiovisual y la introducción del cine en las aulas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto