Clérigos separatistas, monjas contestarias, sacerdotes pederastas, Teología de la liberación, curas comunistas… ¿qué queda del catolicismo dogmático de nuestras mocedades?

En ocasiones cuesta entender lo que está ocurriendo en España con el tema religioso, no sólo desde el punto de vista de la ojeriza con la que algunos partidos políticos se manifiestan ante la religión católica, sino desde el evidente distanciamiento que parece que se está produciendo entre los feligreses y sus pastores, entre la gama baja de la curia, los sacerdotes, diáconos, religiosas etc. y sus superiores jerárquicos, los obispos, arzobispos y cardenales y, si se me apura, quizá con mayor profundidad, aunque con modos exquisitos, entre éstos y la curia Romana, los cardenales vaticanistas y la propia Santa Sede. ¿Se está preparando una rebelión gestada desde las bases de feligreses y religiosos en contra de los poderes establecidos de la comunidad Católica? Lo cierto es que, desde que se empezó poner de moda la Teología de la Liberación en las tierras americanas, lo que parecía imposible se ha convertido en un hecho constatable: el comunismo y una parte de los cristianos han establecido lazos, de forma que se ha creado una suerte de simbiosis que los ha llevado a unir fuerzas en lo que se podría definir como un tipo de joint venture que es evidente que no cuenta con el beneplácito del Vaticano.

Hay alguien que sostiene que fue la KGB rusa quien organizó, a modo de bomba de profundidad para instaurar una quinta columna dentro de la Iglesia católica, toda esta nueva teoría basada en una nueva teología con la que hacer la competencia al dogmatismo romano, con la intención de establecer un cierto distanciamiento de la autoridad del Papa. Lo cierto es que aquella unidad, aquella beatitud de creencias, aquellas axiomáticas enseñanzas religiosas imperantes en nuestra juventud; parece que hoy en día ha sufrido una transformación radical, de modo que las interpretaciones de los dogmas divinos y la separación existente entre los intereses de la Iglesia y los del Estado, han ido desapareciendo a medida que las cuestiones sociales, los intereses locales y nacionalistas y la participación en la política del clero, han roto aquel pacto emanado del mismo Jesucristo, cuando dijo aquello de “dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

Deberemos recordar que, ya en la misma Guerra Civil española, aquella que se inició en un 18 de Julio de 1.936, precisamente por la indignación de una parte importante de la ciudadanía española por los alevosos asesinatos de sacerdotes y personas religiosas por las hordas de criminales incontrolados que, las autoridades de la República, no supieron o no quisieron impedir; hubo sacerdotes y clérigos que, por cuestiones de simpatías nacionalistas o por intereses inconfesables, no tuvieron inconveniente en apoyar a aquellos que habían consentido aquella escabechina de frailes y católicos practicantes, por el simple hecho de serlo. Fue el “muy católico” País Vasco el lugar donde más de estos religiosos fanáticos del independentismo abjuraron de sus deberes sacerdotales, para apoyar a los enemigos de la Iglesia.

Por si no hubiera suficientes casos de clérigos empeñados en escandalizar a los fieles de buena voluntad, en los tiempos en que la banda ETA se dedicaba a asesinar a mansalva a españoles, por el simple hecho de no permitirles independizarse de España, hubo muchos sacerdotes vascos e incluso obispos, como fue el caso del obispo Setién, que no tuvieron empacho alguno en apoyar a los etarras, darles cobijo en las iglesias y proporcionarles ayuda para huir de la policía. En Catalunya, donde el nacionalismo siempre ha tenido un gran predicamento entre la ciudadanía, no se ha producido la excepción y, cada día son más los religiosos que no tienen inconveniente en manifestarse a favor de la independencia de esta región de España. Los efectos de la Teología de la Liberación en muchos de los que estuvieron algunos años en territorios en los que esta doctrina tenía una gran extensión, han sido evidentes y son muchos los sacerdotes, especialmente jóvenes, los que han venido contagiados con aquellas ideas comunistas, que pretenden vestirlas con los hábitos del catolicismo.

Por si no nos bastara con los políticos separatistas, encabezados por Artur Mas y Oriol Junqueras; por si no fueran bastantes las mentiras que les vienen contando a los catalanes sobre la autosuficiencia de la autonomía y las posibilidades de entrar en Europa, poder exportar libremente y convertir a Catalunya en una de las naciones más importantes de Europa ( una atajo de inexactitudes desmentidas por todos los organismos europeos y por la misma legislación comunitaria, contraria a admitir naciones que se hubieran desgajado de otras que ya fueran miembros de la UE); ahora, en la lid política catalana, han entrado en liza unas religiosas que, al menos por sus antecedentes (una de ellas, Teresa Forcadas Vila, con la carrera de medicina, y estudios en la Universidad de Nueva York, realizó un master de teología protestante en la Universidad de Hardvard y, por sus obras relacionadas con el feminismo beligerante, nos hace pensar que es seguidora de la Teología de la Liberación, algo que ha quedado evidenciado cuando ha sido llamada al orden, por el Nuncio de SS. el Papa, sobre la no procedencia de su significación política.

La otra una religiosa dominicana, Lucía Caram, que le ha encontrado gusto a la fama que le proporciona, por lo inusual, ser una agitadora política y que ya ha dicho que no tiene inconveniente en dejar los hábitos, si el Vaticano se lo exige, para seguir su carrera política ( recordemos que el camarada J.Stalin había sido seminarista). No ha tenido ningún inconveniente en decir que “Estoy a favor de la independencia de Catalunya”; con lo que se ha situado en un berenjenal comprometiendo, como su compañera Forcadas, al catolicismo en un compromiso que, como es evidente, no es aceptado por muchos católicos que ven en estas dos señoras, un ejemplo de que, en los conventos, se busca dividir a los catalanes en lugar de intentar limar las asperezas y buscar la reconciliación entre ellos. Por supuesto que tampoco es raro que, entre el clero, haya semejantes malos ejemplos si, el mismo señor Cardenal Obispo de Barcelona, monseñor Sistach, es un separatista confeso, que ha conseguido retrasar el retiro que por su edad ya le correspondía hace unos años, para evitar que la Santa Sede pudiera destinar para ocupar su puesto en el cargo, a un obispo no catalán, procedente de alguna ciudad del resto de España.

No parece que todos estos religiosos se den cuenta de que reciben, a través de la declaración de la Renta, las ayudas para su sostenimiento pagadas, no sólo por los catalanes, sino por todos los contribuyentes españoles y tampoco es admisible que, quienes le deben al Estado español el gozar de los privilegios del concordato con la Santa Sede, se olviden de que, si continúan desempeñado su apostolado en España, es gracias al actual Gobierno; porque los del PSOE, los de Podemos y los de las izquierdas radicales ya han venido anunciando que, cuando lleguen a gobernar, lo primero que van a hacer será rescindir el Concordato con el Vaticano. Entonces es posible que tengan que trabajar para poder vivir y es muy posible que pronto comprendan que: una cosa es predicar y otra dar trigo. La política puede arrastrar por la fama que proporciona pero, con la misma facilidad, puede mandar al olvido a quien antes encumbró.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, sentimos tener que reconocer que, así como se están comportando algunos de los miembros del sacerdocio y de los conventos de monjas, les están haciendo un flaco favor a aquellos creyentes que no entendemos como, lo que predicó Jesucristo en su periplo por la tierra, ahora, los que dicen seguirlo y ser los pastores de su doctrina, pretenden vender lo contrario a lo que Él nos legó.