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En toda su obra aparece, claramente, la dimensión esencial del lenguaje para comprender el mundo y al ser humano,

Gran premio para Emilio Lledó

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Me alegra enormemente que le haya sido otorgado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades al filósofo Emilio Lledó. Es muy merecido por su extraordinario magisterio intelectual, y también por su labor de investigación y enseñanza en la UNED en Madrid, y en otras instituciones académicas. Ha sido profesor en las universidades de Heidelberg, La Laguna y Barcelona.

La producción filosófica escrita de Lledó es esencial para comprender más profunda y extensamente la filosofía griega, y la historia del pensamiento y de la metafísica.

Su libro más conocido es El epicureísmo en el que traza una brillante exposición de la doctrina del fundador de esta escuela filosófica. Lledó escribe en el Prólogo de esta obra: «La lectura de Epicuro sigue siendo un saludable estímulo para la defensa de la vida, del gozo, de la serenidad y de la solidaridad».

El conocimiento y dominio de la lengua de Homero y del alemán dan más rigor y profundidad a sus análisis y explicaciones. Además, la vasta erudición que posee este gran profesor le ha convertido, ya desde hace muchos años, en uno de los grandes expertos internacionales en la filosofía antigua.

Se ha editado su último libro, de momento, titulado Palabra y Humanidad en Oviedo. En toda su obra aparece, claramente, la dimensión esencial del lenguaje para comprender el mundo y al ser humano, en toda su complejidad. La propia filosofía es capacidad de asombro, y también diálogo por medio de los términos.

Es natural que el mismo Lledó diga que la lectura abre la posibilidad de un diálogo infinito. La tarea interrogadora de la filosofía debe iniciarse, ya en la niñez, y la actividad lectora también. La pasión y la curiosidad son las herramientas fundamentales para avanzar en el conocimiento. En efecto, son las dos condiciones básicas para investigar, estudiar y aprender.

En las entrevistas concedida a los medios de comunicación Lledó ha insistido en que no podemos prescindir de los grandes conceptos y de la filosofía, ya que son parte imprescindible de la cultura occidental a la que pertenecemos. Los profesores de filosofía no podemos estar más de acuerdo con lo que argumenta este gran profesor universitario.

Se necesita la reflexión y la capacidad crítica para evitar el retroceso de la sociedad y la violencia. El propio Platón, ya dijo en su tiempo, que la economía estaba por debajo de la cultura y las humanidades, algo señalado también por Lledó. Esto mismo se puede trasladar a la época actual.

De hecho, el saber filosófico y la carrera de Filosofía ofrecen conocimientos y destrezas intelectuales muy útiles, y también múltiples salidas profesionales, porque la capacidad de pensar, analizar, investigar, crear, inventar, escribir, etc., son lo más demandado en cualquier empresa. Para Lledó la filosofía: «Ofrece herramientas y bagaje para pensar de manera amena lo que uno acabe opinando. La filosofía, como el río de Heráclito, fluye en cada momento y nos enseña a interpretar la sociedad en que vivimos».

En relación con la cuestión de la política es indudable que debe ser tarea de hombres decentes. A juicio de Emilio Lledó este domingo debería regresar la decencia. Frente a actitudes prepotentes parece que, lo más sensato, es no dar el voto o la confianza a los que no la merecen. Y la capacidad reflexiva es útil también para hallar la verdad, y no ser manipulados. Porque, en muchas ocasiones las cosas y la realidad, son reinterpretables con análisis más profundos, y con argumentaciones y razones.

La virtud y el poder político no deben estar disociados o separados. Porque la actividad de los políticos es un servicio público, algo ya puesto de manifiesto por Aristóteles. Los políticos, ya en la Grecia clásica, asumían que su tarea era la entrega a los otros. La codicia es uno de los grandes males de la sociedad actual, y los representantes políticos no deben dejarse arrastrar por ella.

Gran premio para Emilio Lledó

En toda su obra aparece, claramente, la dimensión esencial del lenguaje para comprender el mundo y al ser humano,
José Manuel López García
viernes, 22 de mayo de 2015, 00:05 h (CET)
Me alegra enormemente que le haya sido otorgado el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades al filósofo Emilio Lledó. Es muy merecido por su extraordinario magisterio intelectual, y también por su labor de investigación y enseñanza en la UNED en Madrid, y en otras instituciones académicas. Ha sido profesor en las universidades de Heidelberg, La Laguna y Barcelona.

La producción filosófica escrita de Lledó es esencial para comprender más profunda y extensamente la filosofía griega, y la historia del pensamiento y de la metafísica.

Su libro más conocido es El epicureísmo en el que traza una brillante exposición de la doctrina del fundador de esta escuela filosófica. Lledó escribe en el Prólogo de esta obra: «La lectura de Epicuro sigue siendo un saludable estímulo para la defensa de la vida, del gozo, de la serenidad y de la solidaridad».

El conocimiento y dominio de la lengua de Homero y del alemán dan más rigor y profundidad a sus análisis y explicaciones. Además, la vasta erudición que posee este gran profesor le ha convertido, ya desde hace muchos años, en uno de los grandes expertos internacionales en la filosofía antigua.

Se ha editado su último libro, de momento, titulado Palabra y Humanidad en Oviedo. En toda su obra aparece, claramente, la dimensión esencial del lenguaje para comprender el mundo y al ser humano, en toda su complejidad. La propia filosofía es capacidad de asombro, y también diálogo por medio de los términos.

Es natural que el mismo Lledó diga que la lectura abre la posibilidad de un diálogo infinito. La tarea interrogadora de la filosofía debe iniciarse, ya en la niñez, y la actividad lectora también. La pasión y la curiosidad son las herramientas fundamentales para avanzar en el conocimiento. En efecto, son las dos condiciones básicas para investigar, estudiar y aprender.

En las entrevistas concedida a los medios de comunicación Lledó ha insistido en que no podemos prescindir de los grandes conceptos y de la filosofía, ya que son parte imprescindible de la cultura occidental a la que pertenecemos. Los profesores de filosofía no podemos estar más de acuerdo con lo que argumenta este gran profesor universitario.

Se necesita la reflexión y la capacidad crítica para evitar el retroceso de la sociedad y la violencia. El propio Platón, ya dijo en su tiempo, que la economía estaba por debajo de la cultura y las humanidades, algo señalado también por Lledó. Esto mismo se puede trasladar a la época actual.

De hecho, el saber filosófico y la carrera de Filosofía ofrecen conocimientos y destrezas intelectuales muy útiles, y también múltiples salidas profesionales, porque la capacidad de pensar, analizar, investigar, crear, inventar, escribir, etc., son lo más demandado en cualquier empresa. Para Lledó la filosofía: «Ofrece herramientas y bagaje para pensar de manera amena lo que uno acabe opinando. La filosofía, como el río de Heráclito, fluye en cada momento y nos enseña a interpretar la sociedad en que vivimos».

En relación con la cuestión de la política es indudable que debe ser tarea de hombres decentes. A juicio de Emilio Lledó este domingo debería regresar la decencia. Frente a actitudes prepotentes parece que, lo más sensato, es no dar el voto o la confianza a los que no la merecen. Y la capacidad reflexiva es útil también para hallar la verdad, y no ser manipulados. Porque, en muchas ocasiones las cosas y la realidad, son reinterpretables con análisis más profundos, y con argumentaciones y razones.

La virtud y el poder político no deben estar disociados o separados. Porque la actividad de los políticos es un servicio público, algo ya puesto de manifiesto por Aristóteles. Los políticos, ya en la Grecia clásica, asumían que su tarea era la entrega a los otros. La codicia es uno de los grandes males de la sociedad actual, y los representantes políticos no deben dejarse arrastrar por ella.

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