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¿Lo seguiremos tolerando?

Ojeadas surrealistas

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Más allá de la apariencia conformada de la realidad, bulle una red vital fascinante. Agrupa recursos inagotables aptos para la transformación de los diferentes cupos de penalidades. La experiencia propia nos desliza por las cercanías de tales redes; si bien, podemos pasar de largo, aturdidos por el ruido ambiental al uso. La superación de la realidad torpe nos exige la SANA REBELDÍA, centrada en una mayor atención hacia las posibles opciones. Intentarán mantenernos al margen. ¿Lo seguiremos tolerando?

Torpeza de alma
Disonante y calmosa.
Luces ocultas.
Nadie parece desalmado, aunque por su conducta lo parezca. Son las maniobras adoptadas con respecto al alma las que modelan a las personas; de manera peyorativa, cuando ponemos trabas al mejor uso de las cualidades anímicas. Aquella expresión de ir con toda el alma cobra valor; porque uno acude con todas sus posibilidades. Las conductas torpes en este sentido, realzan el valor de las maravillas dejadas de lado, que son auténticas y reales.

Captación fina
De los detalles bellos.
Focos sublimes.
Los sentidos ocultan o muestran, según analicemos la cuestión; porque asombra en los entornos cotidianos el gran despiste mostrado por la actitud de las gentes. Sobre todo a la hora del discernimiento entre las cualidades estupendas y las frivolidades mal encaradas. El enfoque distintivo deviene en componente primordial de la vida en sociedad; abocada a una elección insoslayable, que en demasiadas ocasiones opta por la desfachatez degradante.

Orden ansiado
De una belleza armónica.
Fugaz presencia.
El orden adopta figuras decretadas por las multinacionales, ideologías pretenciosas en sus absurdos, criterios dinerarios, núcleos de fuerza y abusos desmedidos. La armonía está recluida en terrenos recónditos o supuesta en atmósferas volátiles. Quizá aprendamos que los resplandores fugaces de armonía no pueden ser apropiados por los cantamañanas de triste presencia y sugerentes engaños.

Dogmas de arte y
Dogmas de los conceptos.
Mentiras bullen.
Osadas son las zarpas dibujadas con largos presupuestos, que dictaminan la configuración de lo artístico y de las ideas. Detectamos con sorpresa la plácida tolerancia de su recibimiento por el público. ¿Desidia? ¿Perversión? ¡Y tanto que la razón creó monstruos!...que la celosa y envidiosa sinrazón incrementa. El combate adquiere rasgos de permanencia entre el reinado arrogante de la estupidez.

Bello y feo andan
De la mano cautivos.
Gusto salvaje.
El carácter indómito mantiene los rasgos propios. No los impone, ni en eso piensa; pero tampoco permite presiones desconsideradas. El estímulo surge de los mazacotes de lo establecido, debido a la gran variedad de grietas aparecidas, que permiten espléndidas escapatorias, generadoras de sorpresas incesantes. En ellas radica la magia, cuando abunda tanto tedio uniformado de baja estofa. Gusto disponible y gratuito, que no equivale a su uso masivo. ¿A qué se debe?

Lleno de dudas,
Navegante mudable.
Madurez suma.
Ahora lo entiendo. La frivolidad tiene el encanto de mostrarnos seguros de todo; precisamente, por no preocuparnos de nada. Ahuyentamos los conceptos cargados de argumentos, por incómodos; la pereza nos impide los esfuerzos personales; mientras extrañamos la responsabilidad. Por número de adeptos frívolos, ocupa los rangos elevados de participación. Quizá sea la suprema conquista educativa y las insatisfacciones fueran irreales. Equilibristas necios o sabios. ¿Alguién lo sabrá?

Enrevesados
Paraísos en ofertas.
Vías corruptas.
El paraíso perdido hace tiempo que se fue, ni llegamos a comprender su ubicación, ni cuales fueron sus atractivos primordiales. Las pendencias impusieron su presencia frente a los acuerdos. ¿Un ambiente paradisíaco en el que nadie se pone de acuerdo? Por eso, las grandiosas ofertas de algún paisano alienado crujen por sus tramas ocultas. El horizonte no se libra de semejantes proyectos; en los cuales, son escasos los beneficiados y una multitud los perdedores que fueron encandilados por los dibujos.

Hablas de sueños,
Presencias tus recuerdos.
Estas despierto.
La implicación de los sueños y de los recuerdos en las actividades cotidianas forma parte de un oleaje de repercusiones imprevistas, pero efectivas. Sin embargo, los protagonismos desmedidos de quienes sólo aplican ensoñaciones a sus actividades, son peligrosos. También, los que tergiversan sueños y recuerdos en aras de sus maquinaciones alienadas. Ser consciente, estar despierto, introduce la capacidad de selección y la responsabilidad frente a las motivaciones intempestivas.

Decir lo visto.
Explicar lo sabido.
Locura cierta.
La fijación del lenguaje no contribuye a la expresión fiel. Las sensaciones arrastran matices inexplicables y las peculiaridades de los que cada uno percibe difieren de las demás percepciones. Son certeras las inquietudes de Samuel Beckett sobre estas dificultades; clama por el cómo decir, qué decir, qué transmitimos, qué conocemos. El ritmo visual y sensorial propio es casi imposible captarlo desde fuera, menos aún comprenderlo. Los malentendidos arrancan de tales carencias, porque nunca entenderemos del todo. No es absurdo, no; la extrañeza es la regla y los extrañados estamos ajetreados. ¿Escucharemos otros lenguajes comunes?

Ojeadas surrealistas

¿Lo seguiremos tolerando?
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 22 de mayo de 2015, 00:02 h (CET)
Más allá de la apariencia conformada de la realidad, bulle una red vital fascinante. Agrupa recursos inagotables aptos para la transformación de los diferentes cupos de penalidades. La experiencia propia nos desliza por las cercanías de tales redes; si bien, podemos pasar de largo, aturdidos por el ruido ambiental al uso. La superación de la realidad torpe nos exige la SANA REBELDÍA, centrada en una mayor atención hacia las posibles opciones. Intentarán mantenernos al margen. ¿Lo seguiremos tolerando?

Torpeza de alma
Disonante y calmosa.
Luces ocultas.
Nadie parece desalmado, aunque por su conducta lo parezca. Son las maniobras adoptadas con respecto al alma las que modelan a las personas; de manera peyorativa, cuando ponemos trabas al mejor uso de las cualidades anímicas. Aquella expresión de ir con toda el alma cobra valor; porque uno acude con todas sus posibilidades. Las conductas torpes en este sentido, realzan el valor de las maravillas dejadas de lado, que son auténticas y reales.

Captación fina
De los detalles bellos.
Focos sublimes.
Los sentidos ocultan o muestran, según analicemos la cuestión; porque asombra en los entornos cotidianos el gran despiste mostrado por la actitud de las gentes. Sobre todo a la hora del discernimiento entre las cualidades estupendas y las frivolidades mal encaradas. El enfoque distintivo deviene en componente primordial de la vida en sociedad; abocada a una elección insoslayable, que en demasiadas ocasiones opta por la desfachatez degradante.

Orden ansiado
De una belleza armónica.
Fugaz presencia.
El orden adopta figuras decretadas por las multinacionales, ideologías pretenciosas en sus absurdos, criterios dinerarios, núcleos de fuerza y abusos desmedidos. La armonía está recluida en terrenos recónditos o supuesta en atmósferas volátiles. Quizá aprendamos que los resplandores fugaces de armonía no pueden ser apropiados por los cantamañanas de triste presencia y sugerentes engaños.

Dogmas de arte y
Dogmas de los conceptos.
Mentiras bullen.
Osadas son las zarpas dibujadas con largos presupuestos, que dictaminan la configuración de lo artístico y de las ideas. Detectamos con sorpresa la plácida tolerancia de su recibimiento por el público. ¿Desidia? ¿Perversión? ¡Y tanto que la razón creó monstruos!...que la celosa y envidiosa sinrazón incrementa. El combate adquiere rasgos de permanencia entre el reinado arrogante de la estupidez.

Bello y feo andan
De la mano cautivos.
Gusto salvaje.
El carácter indómito mantiene los rasgos propios. No los impone, ni en eso piensa; pero tampoco permite presiones desconsideradas. El estímulo surge de los mazacotes de lo establecido, debido a la gran variedad de grietas aparecidas, que permiten espléndidas escapatorias, generadoras de sorpresas incesantes. En ellas radica la magia, cuando abunda tanto tedio uniformado de baja estofa. Gusto disponible y gratuito, que no equivale a su uso masivo. ¿A qué se debe?

Lleno de dudas,
Navegante mudable.
Madurez suma.
Ahora lo entiendo. La frivolidad tiene el encanto de mostrarnos seguros de todo; precisamente, por no preocuparnos de nada. Ahuyentamos los conceptos cargados de argumentos, por incómodos; la pereza nos impide los esfuerzos personales; mientras extrañamos la responsabilidad. Por número de adeptos frívolos, ocupa los rangos elevados de participación. Quizá sea la suprema conquista educativa y las insatisfacciones fueran irreales. Equilibristas necios o sabios. ¿Alguién lo sabrá?

Enrevesados
Paraísos en ofertas.
Vías corruptas.
El paraíso perdido hace tiempo que se fue, ni llegamos a comprender su ubicación, ni cuales fueron sus atractivos primordiales. Las pendencias impusieron su presencia frente a los acuerdos. ¿Un ambiente paradisíaco en el que nadie se pone de acuerdo? Por eso, las grandiosas ofertas de algún paisano alienado crujen por sus tramas ocultas. El horizonte no se libra de semejantes proyectos; en los cuales, son escasos los beneficiados y una multitud los perdedores que fueron encandilados por los dibujos.

Hablas de sueños,
Presencias tus recuerdos.
Estas despierto.
La implicación de los sueños y de los recuerdos en las actividades cotidianas forma parte de un oleaje de repercusiones imprevistas, pero efectivas. Sin embargo, los protagonismos desmedidos de quienes sólo aplican ensoñaciones a sus actividades, son peligrosos. También, los que tergiversan sueños y recuerdos en aras de sus maquinaciones alienadas. Ser consciente, estar despierto, introduce la capacidad de selección y la responsabilidad frente a las motivaciones intempestivas.

Decir lo visto.
Explicar lo sabido.
Locura cierta.
La fijación del lenguaje no contribuye a la expresión fiel. Las sensaciones arrastran matices inexplicables y las peculiaridades de los que cada uno percibe difieren de las demás percepciones. Son certeras las inquietudes de Samuel Beckett sobre estas dificultades; clama por el cómo decir, qué decir, qué transmitimos, qué conocemos. El ritmo visual y sensorial propio es casi imposible captarlo desde fuera, menos aún comprenderlo. Los malentendidos arrancan de tales carencias, porque nunca entenderemos del todo. No es absurdo, no; la extrañeza es la regla y los extrañados estamos ajetreados. ¿Escucharemos otros lenguajes comunes?

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