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Etiquetas | Tenis | MUTUA MADRID OPEN | ANDY MURRAY | Rafa Nadal
El escocés se proclama campeón en Madrid tras derrotar con comodidad a un terrenal Nadal (6-3 y 6-2), que desciende a la séptima plaza ATP.

Demasiado Murray para Nadal en la final del Mutua Madrid Open (6-3; 6-2)

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El tenis de Andy Murray fue una montaña insuperable para Rafa Nadal. El escocés se hizo con el Mutua Madrid Open de manera brillante, solvente y contundente. El británico sumó su segundo entorchado en Madrid -venció en 2008 en el Madrid Arena-, el primero en la Caja Mágica y, curiosamente, su segundo trofeo sobre arcilla en menos de una semana tras su conquista de Múnich. El décimo Masters 1.000 de Murray resultó ser un paseo; dominó de principio a fin y sin inquietarse ante el ambiente hostil de las gradas, una legión de seguidores de su oponente, el ídolo de Madrid, Rafa Nadal.



Andy Murray suma segundo trofeo en Madrid, el primero en la Caja Mágica, tras hacerlo en el Madrid Arena en 2008.

Sin contemplaciones. En apenas 15 minutos de juego, Nadal ya había cedido el primer set. O salió tarde al encuentro o no acaba de coger sus sensaciones de buen tenis sobre arcilla. A pesar de caer, Nadal reconoció, al término del encuentro, que había “conseguido recuperar sensaciones gracias a la energía” del público, pero que se marcha apenado por la derrota: “Es de estos días que no vamos a recordar. No es agradable terminar una semana como esta así”.

Nadal estaba en lo cierto. Su discurso se ajustaba a los acontecimientos. Había completado una semana de buen tenis, mostrando síntomas de recuperación tras su preocupante arranque de temporada. Se había clasificado para una final, algo que no sucedía desde el Masters de Roma 2014, si exceptuamos Roland Garros. Pero cuando debió culminar su remontada se encontró con un muro insuperable: Andy Murray. El escocés está atravesando un momento de forma delicioso: en una semana suma dos trofeos sobre arcilla, rompe su estadística con Nadal (acumulaba 20 derrotas en otros tantos encuentros) y se posiciona como un tenista capaz de sumar éxitos sobre cualquier superficie.

Murray gobernó el primer set desde el comienzo. Hizo lo que quiso y cómo quiso hacerlo. Nadal apenas opuso resistencia. O bien no alcanzaba a golpear correctamente la bola (acabó con 26 errores no forzados) o era incapaz de devolver los duros raquetazos de Murray, con el revés y con la derecha. Y desde el fondo. Nadal fue dominado desde el fondo. Inaudito. Murray se mostró como un tenista sin fisuras, como cuando Nadal tuvo dos bolas de rotura y lo solventó de forma exquisita cuando servía con 4-2 a su favor. No hubo nervios. Se apuntó el primer set.

Nadal desciende al séptimo puesto ATP
Y prácticamente el segundo y el partido. El siguiente set apenas tuvo historia. Murray se sentía tan ganador como Nadal perdedor en este encuentro. Ni el empuje del público hizo encontrar a Nadal su tenis. Sólo dejó un par de puntos para la posteridad. Fue un encuentro marcado por los errores y un tenis sin sustancia. Errático. Su rostro lo decía todo. Sus gestos lo confirmaban. “No será ni una tarde ni un partido para recordar”, resumió durante la ceremonia de entrega de trofeos.

Los focos, por entonces, ya apuntaban a Andy Murray. El escocés está pletórico en este 2015. A este trofeo y el conseguido en Múnich se añade ser finalista en Australia y Miami. Los datos son consecuencia de un tenis sin fisura, con buen saque y certeros golpes angulados imparables hasta para el mismísimo Nadal. Murray se llevó el Mutua Madrid Open a casa y mandó a Nadal al diván, a reflexionar sobre cómo recuperar el tenis ganador en vísperas de Roma y de Roland Garros, adonde acudirá, por el momento, partiendo de séptimo puesto del ranking ATP. Y todo esto porque el tenis de Andy Murray fue una montaña insuperable para Rafa Nadal.

Demasiado Murray para Nadal en la final del Mutua Madrid Open (6-3; 6-2)

El escocés se proclama campeón en Madrid tras derrotar con comodidad a un terrenal Nadal (6-3 y 6-2), que desciende a la séptima plaza ATP.
Rafael Merino
domingo, 10 de mayo de 2015, 19:40 h (CET)

El tenis de Andy Murray fue una montaña insuperable para Rafa Nadal. El escocés se hizo con el Mutua Madrid Open de manera brillante, solvente y contundente. El británico sumó su segundo entorchado en Madrid -venció en 2008 en el Madrid Arena-, el primero en la Caja Mágica y, curiosamente, su segundo trofeo sobre arcilla en menos de una semana tras su conquista de Múnich. El décimo Masters 1.000 de Murray resultó ser un paseo; dominó de principio a fin y sin inquietarse ante el ambiente hostil de las gradas, una legión de seguidores de su oponente, el ídolo de Madrid, Rafa Nadal.



Andy Murray suma segundo trofeo en Madrid, el primero en la Caja Mágica, tras hacerlo en el Madrid Arena en 2008.

Sin contemplaciones. En apenas 15 minutos de juego, Nadal ya había cedido el primer set. O salió tarde al encuentro o no acaba de coger sus sensaciones de buen tenis sobre arcilla. A pesar de caer, Nadal reconoció, al término del encuentro, que había “conseguido recuperar sensaciones gracias a la energía” del público, pero que se marcha apenado por la derrota: “Es de estos días que no vamos a recordar. No es agradable terminar una semana como esta así”.

Nadal estaba en lo cierto. Su discurso se ajustaba a los acontecimientos. Había completado una semana de buen tenis, mostrando síntomas de recuperación tras su preocupante arranque de temporada. Se había clasificado para una final, algo que no sucedía desde el Masters de Roma 2014, si exceptuamos Roland Garros. Pero cuando debió culminar su remontada se encontró con un muro insuperable: Andy Murray. El escocés está atravesando un momento de forma delicioso: en una semana suma dos trofeos sobre arcilla, rompe su estadística con Nadal (acumulaba 20 derrotas en otros tantos encuentros) y se posiciona como un tenista capaz de sumar éxitos sobre cualquier superficie.

Murray gobernó el primer set desde el comienzo. Hizo lo que quiso y cómo quiso hacerlo. Nadal apenas opuso resistencia. O bien no alcanzaba a golpear correctamente la bola (acabó con 26 errores no forzados) o era incapaz de devolver los duros raquetazos de Murray, con el revés y con la derecha. Y desde el fondo. Nadal fue dominado desde el fondo. Inaudito. Murray se mostró como un tenista sin fisuras, como cuando Nadal tuvo dos bolas de rotura y lo solventó de forma exquisita cuando servía con 4-2 a su favor. No hubo nervios. Se apuntó el primer set.

Nadal desciende al séptimo puesto ATP
Y prácticamente el segundo y el partido. El siguiente set apenas tuvo historia. Murray se sentía tan ganador como Nadal perdedor en este encuentro. Ni el empuje del público hizo encontrar a Nadal su tenis. Sólo dejó un par de puntos para la posteridad. Fue un encuentro marcado por los errores y un tenis sin sustancia. Errático. Su rostro lo decía todo. Sus gestos lo confirmaban. “No será ni una tarde ni un partido para recordar”, resumió durante la ceremonia de entrega de trofeos.

Los focos, por entonces, ya apuntaban a Andy Murray. El escocés está pletórico en este 2015. A este trofeo y el conseguido en Múnich se añade ser finalista en Australia y Miami. Los datos son consecuencia de un tenis sin fisura, con buen saque y certeros golpes angulados imparables hasta para el mismísimo Nadal. Murray se llevó el Mutua Madrid Open a casa y mandó a Nadal al diván, a reflexionar sobre cómo recuperar el tenis ganador en vísperas de Roma y de Roland Garros, adonde acudirá, por el momento, partiendo de séptimo puesto del ranking ATP. Y todo esto porque el tenis de Andy Murray fue una montaña insuperable para Rafa Nadal.

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