Cargado de optimismo describo la actual situación internacional como un precipicio al que nos acercamos y no tardaremos en caer al vacío por el. No todo esta perdido y amarrado desde una silla puedo decir que aún estamos a tiempo para solucionar los conflictos internacionales que nos asolan con diplomacia y sin el uso de la fuerza. El tan recurrido por unos “uso de la fuerza, a la fuerza” sería como caer al vacío por el precipicio.
El reciente apoyo de Rusia a Irán en su programa nuclear y su tacita alianza política frente a EE.UU. deja el panorama internacional en una situación desoladora. La inestabilidad de la región podríamos calificarla sin duda como el embrión de una posible guerra global. Cuando menciono el término “guerra global” describo una guerra como el enfrentamiento entre dos o más países en al menos uno de los aspectos globales de la vida: la economía, los recursos energéticos, la religión, etc.
Es evidente que la guerra global económicamente está declarada. Muchos países, no sólo Cuba, sufren un embargo que les impide salir de la miseria con la que se ahogan, si a esto sumamos que la zona está poblada de países que su deuda con Occidente es 10 veces mayor que su PIB, la zona se identifica claramente como un volcán a punto de entrar en erupción.
Al antiquísimo conflicto palestino-israelí se unen la invasión estadounidense y la actual guerra civil en Irak; las luchas internas en Afganistán provocadas una vez más por nuestro amigo Bush; las persecuciones de Kurdos por parte de Siria y Turquía en la frontera de Irak; el clima revolucionario que se vive en Pakistán y como no, el desarrollo del programa nuclear de Irán.
Este último, con Ahmanideyad a la cabeza ha sido el único que internacionalizado su conflicto hasta el punto de encontrar amigos en el camino. Después de visitar “las américas”, Ahmanideyad ha encontrado en Putin un fiel aliado para rivalizar contra su homónimo estadounidense Bush. El tan socorrido “Eje del Mal” toma forma y pretende plantar cara a las aspiraciones imperialistas de Bush en Asia. Si a esto sumamos el “Gigante Chino” que crece a un ritmo imparable y que pronto puede llegar a ser la primera potencia mundial, el continente se presenta como el futuro inmediato del resto de habitantes del mundo. Por tanto, nuestro futuro está en manos de Asia, o mejor dicho, de nuestra labor, colaboración, enfrentamiento o entendimiento para con Asia.
Los planes imperialistas de EE.UU. de hacerse con el control estratégico de la zona y de paso también con todos los recursos energéticos de la misma hacen de la coyuntura actual mucho más delicada por su tratamiento. El posicionamiento de Europa frente a estos conflictos derivados de invasiones extranjeras, conflictos religiosos y demás menesteres históricos es clave para la aseguración de un futuro para los habitantes del mundo.
Se que puede parecer alarmante la situación tal y como la describo pero mi intención no es otra que intentar hacer ver la realidad a la que nos enfrentamos y esa realidad es que ha llegado la hora de tomar decisiones y decisiones tan o más importantes de las que hemos tomado a lo largo de la historia.
La hipocresía se ha tornado como el aire que respiramos, “no podemos vivir sin el”. ...Que el país que más personas ha matado a lo largo de la historia obligue a destruir las armas de destrucción masiva y los programas o bombas nucleares de otros países simplemente porque no se fía de ellos, mientras dicho país posee el mayor armamento nuclear del mundo y no tiene pensado deshacerlo de él... es ¡hipocresía!, bueno hipocresía y mucha geta.
Sé que parece un cuento de hadas pero es la cruda realidad. Ese país no podía ser otro que los Estados Unidos de América. Esos Estados Unidos de América que ayudaron a Irán en la década de los cincuenta, durante el mandato del Sah Mohammad Reza Pahlevi a crear y afincar su programa nuclear.