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Etiquetas | Cartas a un ex guerrillero
Sor Clara Tricio

¿Qué atrae más que la verdad?

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Querido Efraín: “Nadie puede venir a mi, si no lo atrae el Padre”, dejó dicho expresamente el Buen Jesús. No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor.

No debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas, pudieran hacer algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: "¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?", Y San Agustín responde: "Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer."

¿Qué significa ser atraídos con placer? Si el Señor es tu interés, él te dará lo que pide tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este alimento del cielo le sabe muy dulce. Y, por otra parte, si el poeta pudo decir: "Cada cual va en pos de su apetito", no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?

¿Acaso tendrán los sentidos su deleite y dejará de tenerlos el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría haberse dicho: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz?

Preséntame un corazón amante, y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón, y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo.

Muestra una rama verde a una oveja, y verás cómo le atrae; enséñale dulces a un niño, y verás cómo lo atraes también, y viene corriendo hacia el lugar a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman, porque es cierto que "cada cual es atraído por su deseo" ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? Y, ¿para qué desea tener sano el paladar de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?

"Dichosos, por tanto -dice-, los que tienen hambre y sed de la justicia –aquí, en la tierra-, porque -allí, en el cielo-, ellos quedarán saciados. Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los muertos, porque yo los resucitaré en el último día."

Os envío los mejores deseos, y con la esperanza de que sigáis todos bien, recibir un cariñoso saludo, CTA.

¿Qué atrae más que la verdad?

Sor Clara Tricio
Sor Clara Tricio
domingo, 30 de septiembre de 2007, 22:34 h (CET)
Querido Efraín: “Nadie puede venir a mi, si no lo atrae el Padre”, dejó dicho expresamente el Buen Jesús. No vayas a creer que eres atraído contra tu voluntad; el alma es atraída también por el amor.

No debemos temer el reproche que, en razón de estas palabras evangélicas, pudieran hacer algunos hombres, los cuales, fijándose sólo en la materialidad de las palabras, están muy ajenos al verdadero sentido de las cosas divinas. En efecto, tal vez nos dirán: "¿Cómo puedo creer libremente si soy atraído?", Y San Agustín responde: "Me parece poco decir que somos atraídos libremente; hay que decir que somos atraídos incluso con placer."

¿Qué significa ser atraídos con placer? Si el Señor es tu interés, él te dará lo que pide tu corazón. Existe un apetito en el alma al que este alimento del cielo le sabe muy dulce. Y, por otra parte, si el poeta pudo decir: "Cada cual va en pos de su apetito", no por necesidad, sino por placer, no por obligación, sino por gusto, ¿no podremos decir nosotros, con mayor razón, que el hombre se siente atraído por Cristo si sabemos que el deleite del hombre es la verdad, la justicia, la vida sin fin, y todo esto es Cristo?

¿Acaso tendrán los sentidos su deleite y dejará de tenerlos el alma? Si el alma no tuviera sus deleites, ¿cómo podría haberse dicho: Los humanos se acogen a la sombra de tus alas; se nutren de lo sabroso de tu casa, les das a beber del torrente de tus delicias, porque en ti está la fuente viva, y tu luz nos hace ver la luz?

Preséntame un corazón amante, y comprenderá lo que digo. Preséntame un corazón inflamado en deseos, un corazón hambriento, un corazón que, sintiéndose solo y desterrado en este mundo, esté sediento y suspire por las fuentes de la patria eterna, preséntame un tal corazón, y asentirá en lo que digo. Si, por el contrario, hablo a un corazón frío, éste nada sabe, nada comprende de lo que estoy diciendo.

Muestra una rama verde a una oveja, y verás cómo le atrae; enséñale dulces a un niño, y verás cómo lo atraes también, y viene corriendo hacia el lugar a donde es atraído; es atraído por el amor, es atraído sin que se violente su cuerpo, es atraído por aquello que desea. Si, pues, estos objetos, que no son más que deleites y aficiones terrenas, atraen, por su simple contemplación, a los que tales cosas aman, porque es cierto que "cada cual es atraído por su deseo" ¿no va a atraernos Cristo revelado por el Padre? ¿Qué otra cosa desea nuestra alma con más vehemencia que la verdad? ¿De qué otra cosa el hombre está más hambriento? Y, ¿para qué desea tener sano el paladar de la inteligencia sino para descubrir y juzgar lo que es verdadero, para comer y beber la sabiduría, la justicia, la verdad y la eternidad?

"Dichosos, por tanto -dice-, los que tienen hambre y sed de la justicia –aquí, en la tierra-, porque -allí, en el cielo-, ellos quedarán saciados. Les doy ya lo que aman, les doy ya lo que desean; después verán aquello en lo que creyeron aun sin haberlo visto; comerán y se saciarán de aquellos bienes de los que estuvieron hambrientos y sedientos. ¿Dónde? En la resurrección de los muertos, porque yo los resucitaré en el último día."

Os envío los mejores deseos, y con la esperanza de que sigáis todos bien, recibir un cariñoso saludo, CTA.

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