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Xabier López de Armentia

El lastre de siempre

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La sociedad vasca cuenta con un lastre anexionado, una carga que le impide avanzar en su proceso democratizador y de normalización política. La cohabitación de la lucha armada y el nacionalismo democrático se entrelazan en un mismo fin, con diferentes medios, siendo estos los que impiden a los vascos y vascas divisar la luz al final del túnel.

Las demandas del nacionalismo democrático con el EAJ-PNV a la cabeza, flanqueado por otros partidos políticos, avanzan muy lentamente por un lastre adquirido bajo la atenta mirada de un Estado español que prefiere juntar ambas premisas antes que solucionar un conflicto antiquísimo, anterior a la lucha armada, aunque a algunos les cueste reconocerlo.

Nos encontramos en una situación verdaderamente traumática para la ciudadanía vasca ya que todos los intentos de avanzar en el autogobierno vasco o el derecho a decidir del pueblo vasco, son frenados por el Estado bajo la premisa de que las mismas pesquisas son defendidas por E.T.A., un grupo político basado en la lucha armada. Y digo un grupo político porque a diferencia de muchos otros partidos, E.T.A. tiene la capacidad de cambiar la agenda política, inferir en la política diaria de un país y condicionarla hasta el punto de no dejar avanzar más en sus demandas al resto de partidos políticos democráticos. Nos guste o no, E.T.A. actúa más como un grupo de presión a la vieja usanza que como una banda terrorista.

El Estado español arremete contra el nacionalismo democrático, acusándole de querer desvertebrar su idílico “Estado de barro” con sus demandas secesionistas e independistas, emplazándole a abandonar todas sus demandas hasta que la lucha armada acabe. Lo que pretende el Estado no es que se aparquen demandas, sino que se abandonen los principios bajo los que se asienta el nacionalismo vasco: la independencia y el autogobierno entre ellos. Esta pretensión roza, por no decir que se adentra plenamente en posiciones dictatoriales, negando la defensa de los derechos de un pueblo exclusivamente por vías democráticas. Para cualquiera democracia avanzada esta pretensión seria inviable. ¿Acaso se le pide al Partido Popular o al PSOE que abandone sus demandas?.

Con la discusión sobre la mesa si abandonar los principios básicos de un partido político y de una sociedad o no, me pregunto yo ¿Han dejado de celebrarse elecciones en el Estado español por la presencia de E.T.A.? ¡No!, y seria absurdo supeditar la política de un Estado o de un país a la existencia de una banda armada. No podemos paralizar nuestra vida por la presencia de E.T.A.. Si aparcamos nuestras demandas, nuestros deseos por la simple razón de ser los mismos (en gran medida) que los defendidos por E.T.A. estamos entrando en una vorágine sin rumbo tutelados en todo momento por las acciones de unos cuantos. Desde el plano teórico es la entrada en una verdadera dictadura.

No entiendo como el Estado español puede condicionar el autogobierno vasco o la independencia a la existencia de E.T.A.. Es una forma caciquil de manchar el currículum intachable del nacionalismo vasco democrático en su lucha por los derechos humanos y colectivos. Una forma demagógica de solapar las aspiraciones democráticas de un pueblo con la lucha armada. Un intento más por confundir a los ciudadanos y hacer pensar que todos somos lo mismo y que todos tenemos el mismo fin y los mismos medios.

Es vergonzoso que el Estatuto de Gernika aprobado el 25 de Octubre de 1979 siga aún sin cumplirse íntegramente, es vergonzoso que durante los últimos 11 años sólo haya sido traspasada una competencia, es vergonzoso que en pleno siglo XXI una consulta popular a favor o en contra de la autodeterminación sea vetada sistemáticamente por el Estado español. Aquel que dícese estandarte de los derechos humanos.

El lastre de siempre

Xabier López de Armentia
Lectores
martes, 18 de septiembre de 2007, 21:55 h (CET)
La sociedad vasca cuenta con un lastre anexionado, una carga que le impide avanzar en su proceso democratizador y de normalización política. La cohabitación de la lucha armada y el nacionalismo democrático se entrelazan en un mismo fin, con diferentes medios, siendo estos los que impiden a los vascos y vascas divisar la luz al final del túnel.

Las demandas del nacionalismo democrático con el EAJ-PNV a la cabeza, flanqueado por otros partidos políticos, avanzan muy lentamente por un lastre adquirido bajo la atenta mirada de un Estado español que prefiere juntar ambas premisas antes que solucionar un conflicto antiquísimo, anterior a la lucha armada, aunque a algunos les cueste reconocerlo.

Nos encontramos en una situación verdaderamente traumática para la ciudadanía vasca ya que todos los intentos de avanzar en el autogobierno vasco o el derecho a decidir del pueblo vasco, son frenados por el Estado bajo la premisa de que las mismas pesquisas son defendidas por E.T.A., un grupo político basado en la lucha armada. Y digo un grupo político porque a diferencia de muchos otros partidos, E.T.A. tiene la capacidad de cambiar la agenda política, inferir en la política diaria de un país y condicionarla hasta el punto de no dejar avanzar más en sus demandas al resto de partidos políticos democráticos. Nos guste o no, E.T.A. actúa más como un grupo de presión a la vieja usanza que como una banda terrorista.

El Estado español arremete contra el nacionalismo democrático, acusándole de querer desvertebrar su idílico “Estado de barro” con sus demandas secesionistas e independistas, emplazándole a abandonar todas sus demandas hasta que la lucha armada acabe. Lo que pretende el Estado no es que se aparquen demandas, sino que se abandonen los principios bajo los que se asienta el nacionalismo vasco: la independencia y el autogobierno entre ellos. Esta pretensión roza, por no decir que se adentra plenamente en posiciones dictatoriales, negando la defensa de los derechos de un pueblo exclusivamente por vías democráticas. Para cualquiera democracia avanzada esta pretensión seria inviable. ¿Acaso se le pide al Partido Popular o al PSOE que abandone sus demandas?.

Con la discusión sobre la mesa si abandonar los principios básicos de un partido político y de una sociedad o no, me pregunto yo ¿Han dejado de celebrarse elecciones en el Estado español por la presencia de E.T.A.? ¡No!, y seria absurdo supeditar la política de un Estado o de un país a la existencia de una banda armada. No podemos paralizar nuestra vida por la presencia de E.T.A.. Si aparcamos nuestras demandas, nuestros deseos por la simple razón de ser los mismos (en gran medida) que los defendidos por E.T.A. estamos entrando en una vorágine sin rumbo tutelados en todo momento por las acciones de unos cuantos. Desde el plano teórico es la entrada en una verdadera dictadura.

No entiendo como el Estado español puede condicionar el autogobierno vasco o la independencia a la existencia de E.T.A.. Es una forma caciquil de manchar el currículum intachable del nacionalismo vasco democrático en su lucha por los derechos humanos y colectivos. Una forma demagógica de solapar las aspiraciones democráticas de un pueblo con la lucha armada. Un intento más por confundir a los ciudadanos y hacer pensar que todos somos lo mismo y que todos tenemos el mismo fin y los mismos medios.

Es vergonzoso que el Estatuto de Gernika aprobado el 25 de Octubre de 1979 siga aún sin cumplirse íntegramente, es vergonzoso que durante los últimos 11 años sólo haya sido traspasada una competencia, es vergonzoso que en pleno siglo XXI una consulta popular a favor o en contra de la autodeterminación sea vetada sistemáticamente por el Estado español. Aquel que dícese estandarte de los derechos humanos.

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