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Etiquetas | El arte de la guerra
Santi Benítez

Liturgia

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Los japoneses dicen que todo acto hecho en vida conlleva una liturgia determinada; acostarse, levantarse, comer, hacer el amor, vestirse, tomar el té... Cuando muchos realizan esa liturgia de la misma manera se convierte en una disciplina. Es en ese momento cuando los muchos se dan cuenta de que unos pocos se entregan a dicha disciplina de una forma que raya la perfección. Y entonces esa disciplina se convierte en un arte que pasa a formar parte de la cultura y la tradición propias de los grupos humanos. Esos pocos que se acercan a la perfección se convierten en artistas dignos de admiración y recuerdo. En Japón existen disciplinas que llegan a refinarse de tal manera que los individuos que no pertenecen a su sociedad no logran entender en que consiste en realidad la liturgia. Y aquellos pocos que logran entenderlo quedan fascinados y sobrecogidos por su belleza.

No es de extrañar que quien, bajo mi punto de vista, mejor me ha definido el arte de la tauromaquia haya sido un amigo japonés, también aspirante a escritor, de nombre Hikimaru Inoue: “Es la comunión más absoluta entre el instinto de un animal y el afán de un ser humano por dar salida y entender su fiereza y belleza”. Por si queda alguna duda, aunque creo que ya lo he escrito en algún que otro artículo, me gusta la fiesta del toro, la liturgia de la lidia. No es del todo culpa mía. El verdadero culpable fue mi abuelo, al que también tengo que atribuirle que disfrute como un enano con el boxeo, la esgrima, el ping pong o el ajedrez, y que me deje tal cual un gol de Messi o una canasta de Gasol. Aunque no lo digo como excusa.

Yo soy de izquierdas, y aunque no niego el anacronismo que significa la suerte de matar en una corrida de toros, no puedo evitar que me hierva la sangre cuando veo bien hecha una verónica, una navarra, una suerte de tijera, una aragonesa, un farol, una suerte al costado, una gaonera, una media verónica, una suerte al alimón, un natural, un cambiado, un ayudado, un adorno, una manoletina, o unas banderillas al topacarnero, al quiebro, al cuarteo, o al cuarteo entrando de frente, al sesgo o al recorte. Y no puedo evitarlo porque lo mamé desde muy pequeñito.

Hace muy poco leía a Don Ricardo Royo-Villanova, que tiene un blog más que recomendable, comparando la fiesta taurina con el lanceado del toro en Tordesillas. Es evidente que desde la más absoluta ignorancia sobre lo que significa la lidia – conste que no censuro lo que dice en esa entrada, lo que está claro es que Don Ricardo adolece de una falta de cultura taurina absoluta que le lleva a decir cosas como esa–. En realidad el lanceado del toro es una tradición bastante vieja, sale en la tauromaquia de Diego Ramírez de Haro, la de Torres Villarroel, en 1726, y Goya la reflejó en sus grabados sobre la tauromaquia. Con esto no defiendo el lanceado del toro, precisamente porque la liturgia taurina la eliminó cambiándola por la suerte de picar, ya sea a toro levantado, toro de frente, a caballo levantado, al Zahonero o al Atienza. Pero no dejo de reconocer que el origen de la suerte de picar es ese, el lanceado del toro.
Y aquí quisiera dar mi punto de vista como amante de los toros que soy. Como dije antes, en España existen fiestas como las del toro de la Vega, en Tordesillas, el toro de San Juan de Coria, en Caceres, o en la misma fiesta taurina la suerte de matar, que son verdaderos anacronismos en los tiempos en los que vivimos. En el caso del toro de Vega porque incluso la fiesta taurina desechó el lanceado del toro por el arte de picar hace mucho porque era una barbaridad sin sentido. En el caso del toro de San Juan de Coria no por los dardos de cartón que se le tiran al toro, el toro tiene una piel lo suficientemente gruesa como para ni enterarse, sino porque al final se le mata de un tiro, cosa que ni es necesaria ni puede aportar absolutamente nada a la fiesta. En el caso de la suerte de matar en la fiesta taurina tengo que decir que nuestros vecinos portugueses han demostrado con creces que ni es necesaria ni hace falta para poder disfrutar de la lidia. Es más, no creo que nadie niegue la belleza del toreo como tal, ni siquiera las asociaciones antitaurinas, lo que está de más es el sufrimiento del animal y su derramamiento de sangre.

En el caso de la fiesta taurina el cambio depende de las normativas municipales que pueden adaptarse sin problema al sistema luso. La cuestión es que quieran hacerlo. Y pondré el mismo ejemplo que puse en el blog de Don Ricardo Royo. Rosa Aguilar ha sido alcaldesa de Córdoba por IU durante muchos años. Durante su mandato han toreado en Cabra muchos toreros, aparte de Finito, se han hecho exhibiciones de forcados y de quiebro auspiciados por la Unión de Criadores de Toros de Lidia. La mayoría de las veces con toros de Isaías y Tulio Vázquez. Lo que no se ha hecho es cambiar la ordenanza municipal y adaptarla. Está claro que serán muchos los puristas que pondrán el grito en el cielo cuando desaparezca la suerte de matar y las ordenanzas se adapten al sistema luso – también lo hicieron cuando se le puso peto a los caballos o desapareció de la liturgia barbaridades como la suiza–, y también está claro que serán muchas las asociaciones antitaurinas que no se darán por satisfechas con que la lidia se adapte a los tiempos. Como siempre digo, cuando se hace algo y nadie queda del todo contento es porque tan mal no se ha hecho.

Ya es hora de que la fiesta se adapte a los tiempos, tal y como lo ha venido haciendo desde sus orígenes. Le guste o no le guste a los monosabios, y le guste o no le guste a las asociaciones antitaurinas.

Suena de fondo “Santa María”, de Gotan Project.

Buenas noches, y buena suerte...

Liturgia

Santi Benítez
Santi Benítez
domingo, 16 de septiembre de 2007, 22:03 h (CET)
Los japoneses dicen que todo acto hecho en vida conlleva una liturgia determinada; acostarse, levantarse, comer, hacer el amor, vestirse, tomar el té... Cuando muchos realizan esa liturgia de la misma manera se convierte en una disciplina. Es en ese momento cuando los muchos se dan cuenta de que unos pocos se entregan a dicha disciplina de una forma que raya la perfección. Y entonces esa disciplina se convierte en un arte que pasa a formar parte de la cultura y la tradición propias de los grupos humanos. Esos pocos que se acercan a la perfección se convierten en artistas dignos de admiración y recuerdo. En Japón existen disciplinas que llegan a refinarse de tal manera que los individuos que no pertenecen a su sociedad no logran entender en que consiste en realidad la liturgia. Y aquellos pocos que logran entenderlo quedan fascinados y sobrecogidos por su belleza.

No es de extrañar que quien, bajo mi punto de vista, mejor me ha definido el arte de la tauromaquia haya sido un amigo japonés, también aspirante a escritor, de nombre Hikimaru Inoue: “Es la comunión más absoluta entre el instinto de un animal y el afán de un ser humano por dar salida y entender su fiereza y belleza”. Por si queda alguna duda, aunque creo que ya lo he escrito en algún que otro artículo, me gusta la fiesta del toro, la liturgia de la lidia. No es del todo culpa mía. El verdadero culpable fue mi abuelo, al que también tengo que atribuirle que disfrute como un enano con el boxeo, la esgrima, el ping pong o el ajedrez, y que me deje tal cual un gol de Messi o una canasta de Gasol. Aunque no lo digo como excusa.

Yo soy de izquierdas, y aunque no niego el anacronismo que significa la suerte de matar en una corrida de toros, no puedo evitar que me hierva la sangre cuando veo bien hecha una verónica, una navarra, una suerte de tijera, una aragonesa, un farol, una suerte al costado, una gaonera, una media verónica, una suerte al alimón, un natural, un cambiado, un ayudado, un adorno, una manoletina, o unas banderillas al topacarnero, al quiebro, al cuarteo, o al cuarteo entrando de frente, al sesgo o al recorte. Y no puedo evitarlo porque lo mamé desde muy pequeñito.

Hace muy poco leía a Don Ricardo Royo-Villanova, que tiene un blog más que recomendable, comparando la fiesta taurina con el lanceado del toro en Tordesillas. Es evidente que desde la más absoluta ignorancia sobre lo que significa la lidia – conste que no censuro lo que dice en esa entrada, lo que está claro es que Don Ricardo adolece de una falta de cultura taurina absoluta que le lleva a decir cosas como esa–. En realidad el lanceado del toro es una tradición bastante vieja, sale en la tauromaquia de Diego Ramírez de Haro, la de Torres Villarroel, en 1726, y Goya la reflejó en sus grabados sobre la tauromaquia. Con esto no defiendo el lanceado del toro, precisamente porque la liturgia taurina la eliminó cambiándola por la suerte de picar, ya sea a toro levantado, toro de frente, a caballo levantado, al Zahonero o al Atienza. Pero no dejo de reconocer que el origen de la suerte de picar es ese, el lanceado del toro.
Y aquí quisiera dar mi punto de vista como amante de los toros que soy. Como dije antes, en España existen fiestas como las del toro de la Vega, en Tordesillas, el toro de San Juan de Coria, en Caceres, o en la misma fiesta taurina la suerte de matar, que son verdaderos anacronismos en los tiempos en los que vivimos. En el caso del toro de Vega porque incluso la fiesta taurina desechó el lanceado del toro por el arte de picar hace mucho porque era una barbaridad sin sentido. En el caso del toro de San Juan de Coria no por los dardos de cartón que se le tiran al toro, el toro tiene una piel lo suficientemente gruesa como para ni enterarse, sino porque al final se le mata de un tiro, cosa que ni es necesaria ni puede aportar absolutamente nada a la fiesta. En el caso de la suerte de matar en la fiesta taurina tengo que decir que nuestros vecinos portugueses han demostrado con creces que ni es necesaria ni hace falta para poder disfrutar de la lidia. Es más, no creo que nadie niegue la belleza del toreo como tal, ni siquiera las asociaciones antitaurinas, lo que está de más es el sufrimiento del animal y su derramamiento de sangre.

En el caso de la fiesta taurina el cambio depende de las normativas municipales que pueden adaptarse sin problema al sistema luso. La cuestión es que quieran hacerlo. Y pondré el mismo ejemplo que puse en el blog de Don Ricardo Royo. Rosa Aguilar ha sido alcaldesa de Córdoba por IU durante muchos años. Durante su mandato han toreado en Cabra muchos toreros, aparte de Finito, se han hecho exhibiciones de forcados y de quiebro auspiciados por la Unión de Criadores de Toros de Lidia. La mayoría de las veces con toros de Isaías y Tulio Vázquez. Lo que no se ha hecho es cambiar la ordenanza municipal y adaptarla. Está claro que serán muchos los puristas que pondrán el grito en el cielo cuando desaparezca la suerte de matar y las ordenanzas se adapten al sistema luso – también lo hicieron cuando se le puso peto a los caballos o desapareció de la liturgia barbaridades como la suiza–, y también está claro que serán muchas las asociaciones antitaurinas que no se darán por satisfechas con que la lidia se adapte a los tiempos. Como siempre digo, cuando se hace algo y nadie queda del todo contento es porque tan mal no se ha hecho.

Ya es hora de que la fiesta se adapte a los tiempos, tal y como lo ha venido haciendo desde sus orígenes. Le guste o no le guste a los monosabios, y le guste o no le guste a las asociaciones antitaurinas.

Suena de fondo “Santa María”, de Gotan Project.

Buenas noches, y buena suerte...

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