El verano tiende a su fin, y como no podía ser menos nos ha dejado verdaderas perlas en lo que a política se refiere. La última y cargada de polémica por el debate que ha generado es la famosa izada de banderas. Una imposición por ley pero sin razón.
Gracias a los “gladiadores” populares y su innegable lucha por buscar ocho patas al gato y enrarecer así mucho más los sentimientos de los vascos y vascas, hoy tenemos una nueva polémica sobre la mesa. Los populares son los encargados de llevar bajo el hombro el estandarte de la democracia, esa democracia que lleva por lema “una, grande y libre”. Una vez más, estos muchachos, cargados de valor, han reavivado la lucha por las banderas. Por decisión del Tribunal Supremo, con recurso de casación por parte del Gobierno Vasco de por medio, se obliga a ondear la bandera española en todos los edificios autonómicos, entre ellos la Academia de la Ertzaintza en Arkaute, donde jamás ha ondeado.
Por si esto fuera poco, encontramos otro caso relevante. Regina Otaola, del Partido Popular, “nombrada” Alcadesa de Lizartza (Gipuzkoa) con tan solo 27 votos ha protagonizado otra acción similar. Esta Señora, que lleva sobre su espalda el peso de ser alcaldesa con un 15% de los votos, en vez de buscar una política de consenso e intentar apaciguar los ánimos en el municipio históricamente abertzale, se dedica a realizar provocaciones inútiles constantemente. Regina nada más entrar en el gobierno municipal encargó la compra de dos banderas españolas para su posterior colocación en el interior y exterior del Ayuntamiento. Su izada, como era de prever ha estado cargada de polémica, insultos y menosprecios que desde aquí critico fuertemente.
Volviendo a los orígenes, en la Academia de la Ertzaintza nunca ha ondeado tal bandera y no veo porque una ley que lleva 20 años sin cumplirse y sobretodo sin que nadie pidiese la izada de la misma en la Academia, debe cumplirse ahora sabiendo la problemática que entraña la izada de la misma. Cierto es, la ley esta para cumplirla, pero no podemos pretender ser una comunidad aislada de sentimientos y de planteamientos políticos. Esa ideología es la que nos hace ser como somos y defender aquello en lo que creemos. La ley es ley, y como tal principio democrático indisoluble, pero las leyes son consecuencias de contextos históricos y no podemos alterar esta simbiosis. El contexto histórico de un pueblo no puede ser nunca la consecuencia de una ley porque entonces estaríamos entregando el futuro de nuestros hijos a las leyes, leyes impuestas desde fuera, leyes que jamás decidirán nuestros hijos.
Cualquier analista político sabe que el sentimiento identitario hacia la bandera española en Euskal Herria goza de niveles paupérrimos, teniendo un claro componente disgregador dentro de la misma sociedad.
Recopilando los dos casos me retumba en la cabeza una pregunta. ¿Por qué ahora, y por qué en contra del sentir de sus ciudadanos?. No entiendo porque en municipios donde se es conocedor de la realidad social se intenta crear un clima de conflicto mayor al que por desgracia ya vivimos. ¿Qué necesidad hay de izar la bandera española en Lizartza, si sabemos que con ello vamos a perjudicar la convivencia entre consistorio y ciudadanos?. ¿Qué necesidad hay de izar la bandera española en todos aquellos municipios o instituciones que no quieran izarla?. Señores es una bandera, nada más que una bandera, una bandera que desune y enfrenta más aún a sus ciudadanos. Más allá de que muchas personas no nos sintamos españoles están las ridiculeces y tonterías a las que estamos siendo testigos. Es una cuestión de respeto hacia el prójimo. La única forma que convivamos vascos y españoles en paz se basa en el respeto y la aceptación de la identidad nacional del otro y para esto aún falta mucho tiempo por desgracia con acciones como estas últimas.