Se acabó el plazo de fichajes. Los equipos ya han configurado sus plantillas en función de la idea de fútbol que esperan desarrollar a lo largo de la temporada. Muchos técnicos han sido satisfechos en sus peticiones, otros menos…pero todos han intentado plasmar sus convicciones en una plantilla de 25 jugadores.
Muchísimos millones invertidos, la mayor cifra desde hace más de un lustro, y numerosas incorporaciones. Algunas llamativas como la de Henry, otras sorprendentes como la de Helguera, otros infravalorados como Pepe (aunque el futuro dirá si se han equivocado)…
Todos los equipos tienen sus estrellas pero no todos los ases han encontrado equipo. Ese es el caso de uno de los mejores jugadores del planeta: Juan Román Riquelme. El argentino parece abocado a seis meses de ostracismo en la grada del Madrigal, al menos hasta la apertura del mercado en invierno.
Y es que sorprende que Román no haya encontrado un emplazamiento donde se valore su fútbol, o mejor dicho, que no haya ningún club capaz de hacer una apuesta arriesgada por un futbolista diferente a todos los demás.
Román es un genio, pero como tal tiene un carácter complicado. Cuando no está feliz parece caer en una especia de crisis de creatividad, de depresión futbolística y su magia se apaga. Pero sólo necesita motivación y sentirse valorado, como cualquier otra persona.
Curioso ha sido el tema del Atlético. La operación estaba hecha pero al final se tuvo miedo de lo que repercutiría su fichaje en el equipo. Miedo a lo diferente. Porque un hombre de su calidad puede cambiar la forma de jugar.
Pero el cuerpo técnico colchonero debió ver que una apuesta por él podría haber reflotado su calidad. En el Calderón hace tiempo que se echa en falta un hombre capaz de crearjuego por sí solo. Jugar a la contra ya no convence. Riquelme podría haber sido el salto de nivel que necesitan los rojiblancos.
Pero el fútbol actual es así. Va encaminado hacia lo físico y genios como Román son apartados. Parece que están desapareciendo los mediocentros constructores a favor de jugadores más fuertes y defensivos. Pero el arte siempre tiene hueco. Sólo hace falta que algún entrenador se dé cuenta.