¡Cómo está el patio!. En plena temporada veraniega, mientras los comunes estamos casi a puñados batallando por una parcela playera de metro cuadrado, otros, a la sombra de sus despachos y aireando cual ventilador sus vergüenzas, se enzarzan en disputas postelectorales, o mejor dicho preelectorales -con las miras puestas dentro de 4 años-, a costa del erario público, esa gran arca popular y tentadora. Me refiero al lugar desde el que escribo, Torrelavega (Cantabria), ciudad que vive la centenaria celebración del club decano en el fútbol regional y, al mismo tiempo, su hecatombe deportiva con la reciente pérdida de categoría y numerosos conflictos administrativos con jugadores y políticos.
Seguramente, si no en estas mismas circunstancias, sí que en sus diferentes lugares se han vivido situaciones similares. A veces, no se sabe si el interés municipal ha traspasado la línea del gol. Equipos de fútbol convertidos en empresas privadas desempeñando sus labores en terrenos municipales... Aprovechando la temporada: ¡menudo helado!. No es de extrañar que se acabe derritiendo.
En la capital del Besaya, el conflicto futbolístico ha quedado en fuera de juego, y lo que realmente sigue trascendiendo es la moviola dialéctica entre dirigentes políticos con esquemas distintos en busca de una victoria que les permita situarse en lo más alto de la clasificación, electoral por supuesto. Quien consiga rematar, solo, en el área pequeña, no podrá desaprovechar la ocasión, pues el marcaje es pegajoso.
Reproches y recriminaciones, acusaciones y propagandas en un ir y venir que ni las operaciones salida o retorno de vacaciones. Y todo ello con acentuado carácter recíproco. La vejiga se hincha cada vez más de tanto aguantar y soltar, un ejercicio nada saludable que puede hacer salir malparado a más de uno a medio plazo. El sistema económico mundial -ante el incipiente descalabro inmobiliario y consumista de préstamos e hipotecas sin saldar-, ha tenido que ser ayudado por sucesivas insuflaciones de distintos Bancos Centrales.
A escala reducida, la falta de solvencia económica de un emblema ciudadano que se queja, precisamente, de apoyo popular, busca el mismo remedio. Ya hay precedentes. El Racing tuvo el respaldo monetario del Gobierno Regional, ahora le siguen otros. Y digo yo: ¿por qué no ocurre lo mismo con cientos de empresas que tienen que cerrar sus puertas de la noche a la mañana?. ¿Qué ocurre con esos empresarios y trabajadores que quedan en la cuneta del mercado laboral?. Por no hablar de cada uno de nosotros. El euribor y los tipos de interés siguen subiendo como la marea que devora playas, así que, ante la lúgubre visión del embargo, ¿nuestras hipotecas quién nos las paga?