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No deseo más gloria que tener la conciencia bien tranquila

No vale la pena

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Mi ADN conduce inevitablemente a la verdad; ya le quiera dar las vueltas que desee a cualquier suceso no deseado que se haya dado en mi vida cotidiana, al final, por más que sienta que se ha cometido una injusticia con mi persona, le doy una media verónica al problema y lo dejo ir.

Esto me ha ocurrido en el mundo de las letras con un grupo muy reducido de amigos, especialmente con uno de ellos -al que consideraba más amigo- y la impotencia para decir y no decir, contar y no contar, asumir y no asumir los hechos me han llevado durante más de un año a vivir extrañamente amargo y, por tanto, amargando en parte la vida a los que no son culpables de nada, esencialmente a ella: la “pastora”.

Solicito el perdón de todos aquellos y aquellas que se hayan podido sentir ofendidos por algunos artículos que he vertido desde mi estómago al ordenador y desde este al público en general; claro es que ese perdón no quiere decir que todo aquello que haya narrado sea mentira, pues no es esa mi forma de vida.

A estas alturas de la vida -unos meses para ser octogenario-, la sabiduría, o sea, saber sacar “sabor a la vida” debe ser mi principal objetivo y a ello voy a intentar dedicarme; ello no excluye que cuando algunos o algunas crea un servidor que prostituyen lo que debería ser el saco imperio de la letras no les dedique unas “cariñosas” letras.

Durante este proceso de sentirme excluido, retirado y expulsado al cubo de la basura de los hombres inservibles lo he pasado mal, muy mal, pero bueno, ya pasó y paso página para seguir con lo mío que, en parte fue de ellos, por ejemplo “Papel Literario”, “el copo nuestro de cada día”, algún que otro poema por escribir y publicar, y desear que todo lo sufrido se vaya al garete.

No deseo más gloria, si es que deseo alguna, que tener la conciencia bien tranquila, fumar tranquilamente un cigarrillo, tomar un par de copas diarias, jugar a los “chinos”, sonreír de vez en cuando y cuidar, cuidar hasta la extenuación de mi compañera de vida; todo ello sin dejar de releer una y otra vez a Fernando Pessoa, confiar en que el Sevilla FC sea una vez Campeón de la Champion League y seguir besando con dulzura a mi hija y nietas, y a ella, a la “pastora”, quererla de todas las maneras posibles.

Suerte, amigos.

No vale la pena

No deseo más gloria que tener la conciencia bien tranquila
José García Pérez
miércoles, 6 de mayo de 2015, 22:04 h (CET)
Mi ADN conduce inevitablemente a la verdad; ya le quiera dar las vueltas que desee a cualquier suceso no deseado que se haya dado en mi vida cotidiana, al final, por más que sienta que se ha cometido una injusticia con mi persona, le doy una media verónica al problema y lo dejo ir.

Esto me ha ocurrido en el mundo de las letras con un grupo muy reducido de amigos, especialmente con uno de ellos -al que consideraba más amigo- y la impotencia para decir y no decir, contar y no contar, asumir y no asumir los hechos me han llevado durante más de un año a vivir extrañamente amargo y, por tanto, amargando en parte la vida a los que no son culpables de nada, esencialmente a ella: la “pastora”.

Solicito el perdón de todos aquellos y aquellas que se hayan podido sentir ofendidos por algunos artículos que he vertido desde mi estómago al ordenador y desde este al público en general; claro es que ese perdón no quiere decir que todo aquello que haya narrado sea mentira, pues no es esa mi forma de vida.

A estas alturas de la vida -unos meses para ser octogenario-, la sabiduría, o sea, saber sacar “sabor a la vida” debe ser mi principal objetivo y a ello voy a intentar dedicarme; ello no excluye que cuando algunos o algunas crea un servidor que prostituyen lo que debería ser el saco imperio de la letras no les dedique unas “cariñosas” letras.

Durante este proceso de sentirme excluido, retirado y expulsado al cubo de la basura de los hombres inservibles lo he pasado mal, muy mal, pero bueno, ya pasó y paso página para seguir con lo mío que, en parte fue de ellos, por ejemplo “Papel Literario”, “el copo nuestro de cada día”, algún que otro poema por escribir y publicar, y desear que todo lo sufrido se vaya al garete.

No deseo más gloria, si es que deseo alguna, que tener la conciencia bien tranquila, fumar tranquilamente un cigarrillo, tomar un par de copas diarias, jugar a los “chinos”, sonreír de vez en cuando y cuidar, cuidar hasta la extenuación de mi compañera de vida; todo ello sin dejar de releer una y otra vez a Fernando Pessoa, confiar en que el Sevilla FC sea una vez Campeón de la Champion League y seguir besando con dulzura a mi hija y nietas, y a ella, a la “pastora”, quererla de todas las maneras posibles.

Suerte, amigos.

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