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Se ha convertido en masa sectaria que se deja arrastrar por sus jefes supremos, aplaude inconsciente todo aquello que digan sus superiores

Valiente país

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Todo este desaguisado que estamos viviendo en el numerito de la investidura de la Presidenta de la Junta de Andalucía viene desde aquellos tiempos en que la presencia del notario de turno acabó con el apretón de manos como medida para llevar un trato a feliz término; lógicamente no estoy culpando de ello a los notarios, sino a que la falta de la palabra dada se ha convertido en carta de ciudadanía y anda por ahí el público político diciendo cosas que ni ellos mismos se creen.

Lo digo porque doña Susana ha prometido cambiar la Ley Electoral en el sentido de que cuando un partido político no obtenga la mayoría absoluta se convoquen elecciones y que Dios, o sea, el pueblo, dictamine lo que estime oportuno.

Pero como el pueblo ha dejado de serlo en su gran mayoría y, por lo tanto, se ha convertido en masa sectaria que se deja arrastrar por sus jefes supremos, aplaude inconsciente todo aquello que digan sus superiores.

Digo lo anterior porque esto de la segunda vuelta ya lo propuso tímidamente Rajoy allá por septiembre del año pasado, pero se arrugó ante las cuantiosas pataletas que recibió de la oposición y, con una cierta cobardía, echó marcha atrás para que los perdedores se puedan agrupar para zurrar de lo lindo al partido vencedor, y ya fue incapaz de hacer valer su sólida mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

Y no es que haya perdido doña Susana, que sí, pero ha dejado caer que le encargará a Pedro Sánchez que, cuando llegue al Palacete de la Moncloa, cambie la citada ley para que las minorías no se conviertan en un peligro de estabilidad en el futuro, pero no en el presente más actual: su investidura.

Bien, escrito lo anterior de corrido nos encontramos -todo hace suponer que así será- con un numerito tal que se prevé que en la primera sesión de investidura tanto Podemos, como PP, Izquierda Unida y Ciudadanos van a votar NO a la propuesta de que el PSOE de doña Susana nos gobierne; pues punto y pelota. Pero no queridos lectores, porque después habrá otra y otra sesión para que algún partido, en este caso, Ciudadanos, según los profetas, se abstenga y Susana sea investida con 47 SÍES contra 46 NOES, mientras los que no son carne o pescado, me refiero a Ciudadanos, se abstengan y plaf, consumado lo de la Notaría, o sea, las leyes, y a tomar por saco lo del apretón de manos, la dignidad.

Valiente país

Se ha convertido en masa sectaria que se deja arrastrar por sus jefes supremos, aplaude inconsciente todo aquello que digan sus superiores
José García Pérez
lunes, 4 de mayo de 2015, 20:37 h (CET)
Todo este desaguisado que estamos viviendo en el numerito de la investidura de la Presidenta de la Junta de Andalucía viene desde aquellos tiempos en que la presencia del notario de turno acabó con el apretón de manos como medida para llevar un trato a feliz término; lógicamente no estoy culpando de ello a los notarios, sino a que la falta de la palabra dada se ha convertido en carta de ciudadanía y anda por ahí el público político diciendo cosas que ni ellos mismos se creen.

Lo digo porque doña Susana ha prometido cambiar la Ley Electoral en el sentido de que cuando un partido político no obtenga la mayoría absoluta se convoquen elecciones y que Dios, o sea, el pueblo, dictamine lo que estime oportuno.

Pero como el pueblo ha dejado de serlo en su gran mayoría y, por lo tanto, se ha convertido en masa sectaria que se deja arrastrar por sus jefes supremos, aplaude inconsciente todo aquello que digan sus superiores.

Digo lo anterior porque esto de la segunda vuelta ya lo propuso tímidamente Rajoy allá por septiembre del año pasado, pero se arrugó ante las cuantiosas pataletas que recibió de la oposición y, con una cierta cobardía, echó marcha atrás para que los perdedores se puedan agrupar para zurrar de lo lindo al partido vencedor, y ya fue incapaz de hacer valer su sólida mayoría absoluta en el Congreso de los Diputados.

Y no es que haya perdido doña Susana, que sí, pero ha dejado caer que le encargará a Pedro Sánchez que, cuando llegue al Palacete de la Moncloa, cambie la citada ley para que las minorías no se conviertan en un peligro de estabilidad en el futuro, pero no en el presente más actual: su investidura.

Bien, escrito lo anterior de corrido nos encontramos -todo hace suponer que así será- con un numerito tal que se prevé que en la primera sesión de investidura tanto Podemos, como PP, Izquierda Unida y Ciudadanos van a votar NO a la propuesta de que el PSOE de doña Susana nos gobierne; pues punto y pelota. Pero no queridos lectores, porque después habrá otra y otra sesión para que algún partido, en este caso, Ciudadanos, según los profetas, se abstenga y Susana sea investida con 47 SÍES contra 46 NOES, mientras los que no son carne o pescado, me refiero a Ciudadanos, se abstengan y plaf, consumado lo de la Notaría, o sea, las leyes, y a tomar por saco lo del apretón de manos, la dignidad.

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