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“Mientras tiene aspiraciones el hombre se mueve en el error” J.W.Goethe

¿El primer tropezón de Albert Rivera y su Ciudadanos?

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No sabemos que embrujo especial tiene la tierra andaluza que impulsa a los políticos de todas las ideologías, fueren de izquierdas o de derechas, a partirse el pecho para intentar hacerse con ella en cualquier confrontación electoral. Sin duda, en cuanto a número de habitantes se puede decir que el censo de las provincias andaluzas supera al del resto de autonomías, acerándose a los 8.400.000 habitantes cuando, la que le sigue en número, Catalunya sólo alcanza los 7.500.000 tratándose, como se trata en este último caso, de una región que ha ido atrayendo la inmigración de otras comunidades por las especiales circunstancias que concurren en ella respecto a potencial industrial, turismo, puerto marítimo de primera clase y comercio.

Ni el PP, en su momento más dulce, en las pasadas elecciones legislativas del 20N del 2011, pudo lograr desbancar del gobierno de Andalucía al PSA, aunque hay que decir que éste no consiguió la mayoría absoluta y tuvo que pactar para poder gobernar con la IU andaluza. En las últimas elecciones autonómicas, adelantadas por Susana Díez, de nuevo ha salido vencedor el PSA, pese a que la corrupción que ha salpicado al partido y a sus dirigentes y la cuantía de lo defraudado a los trabajadores, por la distracción de las subvenciones destinados a ellos, por quienes, presuntamente se apoderaron de una parte de ellas para beneficiar a su partido y alegrar sus propias faltriqueras. Sin embargo, como ya sucedió en las anteriores elecciones andaluzas, tampoco han conseguido la mayoría absoluta para poder gobernar el Parlamento a solas y van a tener que pactar, primero para que puede hacerse la investidura de la nueva presidenta, Alicia Díez, y más tarde, para distribuirse los puestos de gobierno entre los distintos partidos mas votados, para que la comunidad andaluza sea gobernable.

Es posible que, en el peor de los casos, la señora Díez se decida a gobernar en minoría, en cuyo caso van a tener que pactarse, una a una, todas las propuestas que se presenten en el Parlamento andaluz, con las dificultades, retrasos y tropezones que ello supone, para poder ejercer una gobernación fluida y eficaz. Pero no adelantemos sucesos porque, en estos momentos, todo está en el aire ya que la Presidenta in péctore, para ser investida precisa, al menos, de la abstención de las formaciones de Ciudadanos y Podemos, ambas con muy buenos resultados en las pasadas elecciones (9 y 15 escaños).

Parece ser, por las informaciones que se han publicado, que en primera vuelta, salvo sorpresa, los dos partidos clave para la investidura de Susana Díez no parecen dispuestos a darle el apoyo necesario ni, tampoco, a abstenerse para que pudiera salir elegida con el resto de los votos. Ahora se trata de averiguar lo que piensan hacer dichas formaciones en una segunda votación, en la que a la Presidenta una mayoría simple le bastaría para conseguir su investidura. Otra vez precisaría que tanto Podemos como Ciudadanos, por lo menos uno de ellos, decidieran abstenerse. Y aquí es donde, señores, se puede producir la gran paradoja, una paradoja que puede poner contra las cuerdas al partido de Albert Ribera, una formación que se ha pronunciado contraria a la corrupción y a los partidos en la que se haya producido, afirmando que nunca pactaría con ellos.

En las conversaciones previas, sin acuerdo por supuesto, tanto Podemos como Ciudadanos pusieron como condición sine qua non que los dos ex presidentes comunitarios socialistas, Chaves y Griñán fueran expulsados del partido. Sin embargo, les resulta muy goloso, tanto a Ribera como a Iglesias, el tener a algunos de los suyos dentro del Parlamento de Andalucía en puestos directivos, desde los cuales podrían irse labrando una mayor proyección entre los ciudadanos andaluces que, en unas próximas legislativas, les permitiera obtener un resultado que, ¿porqué no? les pudiera colocar en una posición favorable para aspirar a gobernar, solos o con apoyo de otros partidos, a la nación española. No se ha producido la expulsión de los dos personajes mencionados y sólo existen unas vagas promesas, en el caso de Chaves, todavía menos fiables, de que no se van a volver a presentar a las elecciones ¿nos referimos a las andaluzas o también a las legislativas? No se sabe y, por tanto, tanto Podemos como Ciudadanos se encuentran en un brete.

Podemos parece que es, de momento, la que está menos decidida a apoyar a la candidata y queda por ver si, valorados los pros y contras de un acuerdo con el PSA, deciden abstenerse o prefieren no mojarse y seguir en su papel de contrarios a la investidura. El caso más peliagudo, no obstante, está centrado en la actitud de Ciudadanos que, al parecer, han dado por buenas las manifestaciones de los señores Chavez y Griñán aunque no cumplan los requisitos que, en un principio, exigieron a los socialistas para abstenerse en la votación definitiva, permitiendo la investidura de la candidata del PSA. ¿Van a entender, los futuros votantes de Ciudadanos, este comportamiento, que significa un paso atrás en lo que respecta a sus promesas de no transigir con la corrupción y no aliarse en forma alguna con los partidos en los que existan casos de corruptelas? Les ha costado años, y el señor Albert Ribera lo sabe mejor que nadie, el construirse una reputación de partido incorruptible, de fieles defensores de España, de anteponer sus ideas de diafanidad moral y de repulsa a cualquier tipo de componenda de tipo político que los pudiera desprestigiar ante su electorado. En este caso, puede que un pacto semejante pueda despertar dudas razonables en aquellos que confiaron en que eran un partido distinto de todos los demás, a los que, Ciudadanos, les viene recriminando que, cuando lo han precisado, no han tenido inconveniente en venderse, aunque fuera al diablo, con tal de mantenerse en el poder.

Andalucía puede representar para el señor Ribera el cruce del Rubicón de Cayo Julio César o la quema de las naves de Hernán Cortés, un “alea iacta est” peligroso, porque la carrera de Ciudadanos ha sido vertiginosa y, en estos casos, con la misma rapidez puede deshincharse la burbuja de la fama , si no se miden bien los efectos que, un intento apresurado de implantarse con fuerza en la comunidad andaluza, no pudiera representar perder bazas en otras comunidades en las que, estos escarceos con los socialistas, no sean bien vistos. Hemos observado estos días lo que se podría considerar como un tropiezo importante en las ambiciones de Pablo Iglesias, respecto a sus posibilidades electorales para las legislativas de finales de este 2015; estas luchas por el poder siempre dejan víctimas en el camino y raras veces son perdonadas por aquellos que han puesto su confianza en los partidos donde tienen lugar. Afortunadamente para España, todavía quedan unos meses para que los ciudadanos, a veces deslumbrados por espejismos utópicos e imposibles de realizar, puedan reflexionar sobre la conveniencia de no dejarse impresionar por aquellos que lo prometen todo pero que, al fin y a la postre, nada tienen que ofrecer, como no sea el llevar a la nación a un punto de no retorno que, en la actualidad, cuando todos los países dependen de los demás, puede ser una condena a la inmolación del país, a su auto destrucción y a su aislamiento de las relaciones económicas internacionales. Una verdadera catástrofe.

O así es como. Señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se valora lo que pudiera ser un grave traspiés de un partido que, hasta ahora, había recibido el apoyo y las simpatías de muchos ciudadanos. ¡Cuidado, no sea que las esperanzas se tornen lamentos!

¿El primer tropezón de Albert Rivera y su Ciudadanos?

“Mientras tiene aspiraciones el hombre se mueve en el error” J.W.Goethe
Miguel Massanet
lunes, 4 de mayo de 2015, 20:32 h (CET)
No sabemos que embrujo especial tiene la tierra andaluza que impulsa a los políticos de todas las ideologías, fueren de izquierdas o de derechas, a partirse el pecho para intentar hacerse con ella en cualquier confrontación electoral. Sin duda, en cuanto a número de habitantes se puede decir que el censo de las provincias andaluzas supera al del resto de autonomías, acerándose a los 8.400.000 habitantes cuando, la que le sigue en número, Catalunya sólo alcanza los 7.500.000 tratándose, como se trata en este último caso, de una región que ha ido atrayendo la inmigración de otras comunidades por las especiales circunstancias que concurren en ella respecto a potencial industrial, turismo, puerto marítimo de primera clase y comercio.

Ni el PP, en su momento más dulce, en las pasadas elecciones legislativas del 20N del 2011, pudo lograr desbancar del gobierno de Andalucía al PSA, aunque hay que decir que éste no consiguió la mayoría absoluta y tuvo que pactar para poder gobernar con la IU andaluza. En las últimas elecciones autonómicas, adelantadas por Susana Díez, de nuevo ha salido vencedor el PSA, pese a que la corrupción que ha salpicado al partido y a sus dirigentes y la cuantía de lo defraudado a los trabajadores, por la distracción de las subvenciones destinados a ellos, por quienes, presuntamente se apoderaron de una parte de ellas para beneficiar a su partido y alegrar sus propias faltriqueras. Sin embargo, como ya sucedió en las anteriores elecciones andaluzas, tampoco han conseguido la mayoría absoluta para poder gobernar el Parlamento a solas y van a tener que pactar, primero para que puede hacerse la investidura de la nueva presidenta, Alicia Díez, y más tarde, para distribuirse los puestos de gobierno entre los distintos partidos mas votados, para que la comunidad andaluza sea gobernable.

Es posible que, en el peor de los casos, la señora Díez se decida a gobernar en minoría, en cuyo caso van a tener que pactarse, una a una, todas las propuestas que se presenten en el Parlamento andaluz, con las dificultades, retrasos y tropezones que ello supone, para poder ejercer una gobernación fluida y eficaz. Pero no adelantemos sucesos porque, en estos momentos, todo está en el aire ya que la Presidenta in péctore, para ser investida precisa, al menos, de la abstención de las formaciones de Ciudadanos y Podemos, ambas con muy buenos resultados en las pasadas elecciones (9 y 15 escaños).

Parece ser, por las informaciones que se han publicado, que en primera vuelta, salvo sorpresa, los dos partidos clave para la investidura de Susana Díez no parecen dispuestos a darle el apoyo necesario ni, tampoco, a abstenerse para que pudiera salir elegida con el resto de los votos. Ahora se trata de averiguar lo que piensan hacer dichas formaciones en una segunda votación, en la que a la Presidenta una mayoría simple le bastaría para conseguir su investidura. Otra vez precisaría que tanto Podemos como Ciudadanos, por lo menos uno de ellos, decidieran abstenerse. Y aquí es donde, señores, se puede producir la gran paradoja, una paradoja que puede poner contra las cuerdas al partido de Albert Ribera, una formación que se ha pronunciado contraria a la corrupción y a los partidos en la que se haya producido, afirmando que nunca pactaría con ellos.

En las conversaciones previas, sin acuerdo por supuesto, tanto Podemos como Ciudadanos pusieron como condición sine qua non que los dos ex presidentes comunitarios socialistas, Chaves y Griñán fueran expulsados del partido. Sin embargo, les resulta muy goloso, tanto a Ribera como a Iglesias, el tener a algunos de los suyos dentro del Parlamento de Andalucía en puestos directivos, desde los cuales podrían irse labrando una mayor proyección entre los ciudadanos andaluces que, en unas próximas legislativas, les permitiera obtener un resultado que, ¿porqué no? les pudiera colocar en una posición favorable para aspirar a gobernar, solos o con apoyo de otros partidos, a la nación española. No se ha producido la expulsión de los dos personajes mencionados y sólo existen unas vagas promesas, en el caso de Chaves, todavía menos fiables, de que no se van a volver a presentar a las elecciones ¿nos referimos a las andaluzas o también a las legislativas? No se sabe y, por tanto, tanto Podemos como Ciudadanos se encuentran en un brete.

Podemos parece que es, de momento, la que está menos decidida a apoyar a la candidata y queda por ver si, valorados los pros y contras de un acuerdo con el PSA, deciden abstenerse o prefieren no mojarse y seguir en su papel de contrarios a la investidura. El caso más peliagudo, no obstante, está centrado en la actitud de Ciudadanos que, al parecer, han dado por buenas las manifestaciones de los señores Chavez y Griñán aunque no cumplan los requisitos que, en un principio, exigieron a los socialistas para abstenerse en la votación definitiva, permitiendo la investidura de la candidata del PSA. ¿Van a entender, los futuros votantes de Ciudadanos, este comportamiento, que significa un paso atrás en lo que respecta a sus promesas de no transigir con la corrupción y no aliarse en forma alguna con los partidos en los que existan casos de corruptelas? Les ha costado años, y el señor Albert Ribera lo sabe mejor que nadie, el construirse una reputación de partido incorruptible, de fieles defensores de España, de anteponer sus ideas de diafanidad moral y de repulsa a cualquier tipo de componenda de tipo político que los pudiera desprestigiar ante su electorado. En este caso, puede que un pacto semejante pueda despertar dudas razonables en aquellos que confiaron en que eran un partido distinto de todos los demás, a los que, Ciudadanos, les viene recriminando que, cuando lo han precisado, no han tenido inconveniente en venderse, aunque fuera al diablo, con tal de mantenerse en el poder.

Andalucía puede representar para el señor Ribera el cruce del Rubicón de Cayo Julio César o la quema de las naves de Hernán Cortés, un “alea iacta est” peligroso, porque la carrera de Ciudadanos ha sido vertiginosa y, en estos casos, con la misma rapidez puede deshincharse la burbuja de la fama , si no se miden bien los efectos que, un intento apresurado de implantarse con fuerza en la comunidad andaluza, no pudiera representar perder bazas en otras comunidades en las que, estos escarceos con los socialistas, no sean bien vistos. Hemos observado estos días lo que se podría considerar como un tropiezo importante en las ambiciones de Pablo Iglesias, respecto a sus posibilidades electorales para las legislativas de finales de este 2015; estas luchas por el poder siempre dejan víctimas en el camino y raras veces son perdonadas por aquellos que han puesto su confianza en los partidos donde tienen lugar. Afortunadamente para España, todavía quedan unos meses para que los ciudadanos, a veces deslumbrados por espejismos utópicos e imposibles de realizar, puedan reflexionar sobre la conveniencia de no dejarse impresionar por aquellos que lo prometen todo pero que, al fin y a la postre, nada tienen que ofrecer, como no sea el llevar a la nación a un punto de no retorno que, en la actualidad, cuando todos los países dependen de los demás, puede ser una condena a la inmolación del país, a su auto destrucción y a su aislamiento de las relaciones económicas internacionales. Una verdadera catástrofe.

O así es como. Señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, se valora lo que pudiera ser un grave traspiés de un partido que, hasta ahora, había recibido el apoyo y las simpatías de muchos ciudadanos. ¡Cuidado, no sea que las esperanzas se tornen lamentos!

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