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Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | Pedro Sánchez
Si el PSOE consiguiera ocupar la Moncloa, el primer problema con el que se enfrentaría sería con un nuevo órdago catalán

La táctica electoral de P.Sánchez puede acabar con la recuperación de España

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¿Es el enfoque que le está dando a su campaña electoral el señor Pedro Sánchez, el más apropiado y rentable para el PSOE? Si es que nos queremos fijar en lo que ocurre en el resto de Europa, me refiero a las naciones con más peso específico dentro de la UE; es evidente que no parece que sus propuestas políticas y sociales estén en sintonía con las que parece están tomando fuerza en los partidos de ideologías semejantes a la de nuestro PSOE, instalados en los gobiernos u oposición de los países que forman parte de nuestro entorno más cercano. Mucho nos tememos que la presencia en la lid política de partidos como el Podemos, del señor Pablo Iglesias, están condicionando de una forma excesiva las propuestas del señor Sánchez, de modo que da la sensación de haber abandonado aquel realismo pragmático que caracterizó el tiempo en que el POSE se mantuvo en el poder con el señor Felipe González, para regresar al leninismo que enterró Felipe González.

Lo cierto es que, el líder de los socialistas españoles, señor Sánchez, ha decidido plantear su campaña en dos vértices: el primero, basado en un ataque directo a la línea de flotación del PP, apelando al socorrido tema de la corrupción que afecta a los populares algo que, en efecto, ha conseguido restar votos a dicha formación política; pero que no garantiza, en absoluto, que le vaya a beneficiar a él y al PSOE, dados sus problemas de idéntica índole detectados dentro de su propio partido, en la Andalucía de Susana Díez; el segundo, intentar corregir el rumbo de partido de izquierda moderada y centrista que parecía ser el que había inspirado al partido a los inicios de la transición; para virar ostentosamente hacia una izquierda más radical, unas posturas menos sensatas y unos eslóganes más radicales que, en poco o nada, parecen diferenciarse de los de partidos como IU o el mismo Podemos, que nos podrían hacer recordar aquellos partidos de lucha radical que precedieron a la Guerra Civil española y que convirtieron a sus miembros en verdaderos matones y camorristas que transformaron las calles de las principales ciudades españolas en los lugares más peligrosos por los que circular, donde los peatones siempre estaban expuestos a ser víctimas de tiroteos o racias a cargo de descerebrados criminales, muchos de ellos de la CNT y la FAI.

Choca, no obstante, que en pleno siglo XXI, cuando el mundo ha sufrido cambios tan importantes, los inventos y los avances científicos tanto han hecho por la humanidad y las economías ya se han globalizado de modo que, lo que sucede en el Nepal inmediatamente repercute en cualquier otro punto del globo terráqueo; en España parezca que sigamos anclados en tratar los temas sociales, acudiendo a procedimientos propios de naciones infracivilizadas, consistentes en seguir hablando de “la lucha de clases” o considerar a los empresarios como enemigos de los trabajadores, en lugar de entender que para que una empresa funcione y progrese es preciso que, tanto unos como otros, aprendan a entenderse y solucionar sus diferencias en la tabla de negociaciones, utilizando la palabra, la inteligencia y la imaginación para acordar medidas que puedan ser convenientes para ambas partes.

Parece ser que, en nuestro país, algunos, entre ellos los sindicatos mayoritarios, siguen empeñados en ignorar la realidad, enfrentarse por cuestiones demagógicas, en muchas ocasiones que nada tienen que ver con la verdadera situación de la empresa, demonizando al empleador y presentando como víctima propiciatoria a los obreros; en un intento suicida de que, unos y otros, se puedan hacer el máximo daño posible. Y debemos decir que, por experiencia propia, en muchos casos lo consiguen. Pero, cuando quiebran las empresas, se arruinan los empresarios y miles de trabajadores se quedan sin trabajo nadie se responsabiliza de ello. Un ejemplo palpable de este procedimiento es lo que ha venido sucediendo en Grecia, donde parece que algunos de sus gobernantes y sindicatos ya se han olvidado de aquellos tiempos en que fueron la civilización más adelantada de todo el mundo conocido y la cuna de los filósofos, literatos, historiadores y matemáticos más importantes de su época. Hoy en día han conseguido ser el grano purulento que preocupa a toda Europa, mientras su subsistencia pende de un hilo, como la espada que pendía sobre uno de sus personajes históricos, Damocles, el cortesano de Dionisio el Viejo.

Sin duda alguna que, Pedro Sánchez, empezó siendo la esperanza de los socialistas, pero ahora viene demostrando una gran falta de visión política; una gran irresponsabilidad hacia lo que significa lo mejor para España y los españoles; un partidismo antipatriótico y, si me apuran, la estupidez de pretender ocupar el lugar de los partidos de la izquierda más obsoleta y trasnochada, mientras, sin darse cuenta del error, va dejando un espacio que, primero, intentó ocupar UPyD, sin éxito por el excesivo personalismo de Rosa Díez y luego, con aparente ventaja, pretende hacérselo suyo el exitoso partido de Albert Ribera, Ciudadanos que, consecuente con su ideario, con su pragmatismo contagioso y con el buen hacer de su líder, una persona moderada, valiente, inteligente y con recursos dialécticos sobrados, viene circulando por el sendero del triunfo augurando una importante victoria para su formación.

El líder del PSOE debiera haber aprovechado la ocasión para un acercamiento al PP, aunque no fuera más que por sentido de la responsabilidad. No para firmar pactos de gobernabilidad que, quizá, sus votantes no hubieran podido entender, pero sí para actuar, en determinados puntos esenciales para el país, de forma sincronizada, sin poner obstáculos ni anteponer intereses que se pudieran considerar como partidistas. Sin duda alguna el centro izquierda, desde Felipe González e, incluso, durante el desastroso gobierno de Rodríguez Zapatero, siempre ha sido el lugar al que ha aspirado la formación funda por el linotipista, señor Pablo Iglesias (no confundir con el líder de Podemos). El peligro de que estos políticos de nueva hornada, estos jefecillos improvisados, nacidos de las juventudes del partido; que están imbuidos de grandes ideas pero carecen de experiencia y de la practica necesaria para saber que, en política, más vale no correr, esperar el momento adecuado y aprovecharse de la experiencia de haber permanecido, antes de poder gobernar, unos años en la oposición adquiriendo “tablas” y sabiendo lo que es cuestión de Estado, en lo que no se debe improvisar o tomar decisiones a la ligera, de aquello en lo que se puede diferir y reprochar a quienes gobiernan.

Es posible que el señor Sánchez se haya creído de verdad que, el solo, será capaz de hacer olvidar quiénes fueron los causantes de esta crisis salvaje que ha azotado a España; es posible, incluso, que crea que, hundiendo al PP, vaya a conseguir eliminar a un enemigo y se va a poder aprovechar de ello: grave error. España necesita más que nunca que los dos partidos mayoritarios hasta ahora, puedan recuperarse de sus fracasos y ocupar, de nuevo, el puesto que les corresponde en la política de nuestra nación. Si el PSOE cree que entrando en el terreno de Podemos o imitando a la desangelada formación de Cayo Lara, en plena descomposición, va a conseguir la hegemonía para poder gobernar a su aire a la nación española; es ya hora de que se descabalgue del jumento y se apresure a entrar en razón, antes de que tenga que enterarse, demasiado tarde para rectificar, que sus mayores enemigos no son ni el PP ni Ciudadanos, sino los populistas de Podemos y los separatistas vascos y catalanes. O ¿es qué se ha tomado en serio lo de una España federal, con un gobierno central en Madrid?

Sólo alguien que no conoce lo que se viene tramando en Cataluña, puede pensar que lo que intentan es convertirse en un país federado o confederado con España. Si el PSOE consiguiera ocupar la Moncloa, el primer problema con el que se enfrentaría sería con un nuevo órdago catalán, con el que intentarían aprovecharse de la debilidad del nuevo gobierno, como sería, sin duda, el salido de las urnas, para conseguir lo que han estado buscando hasta ahora: la independencia.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con preocupación la deriva extremista del PSOE y los peligros que, para España, supone su evidente desvarío.

La táctica electoral de P.Sánchez puede acabar con la recuperación de España

Si el PSOE consiguiera ocupar la Moncloa, el primer problema con el que se enfrentaría sería con un nuevo órdago catalán
Miguel Massanet
domingo, 3 de mayo de 2015, 22:15 h (CET)
¿Es el enfoque que le está dando a su campaña electoral el señor Pedro Sánchez, el más apropiado y rentable para el PSOE? Si es que nos queremos fijar en lo que ocurre en el resto de Europa, me refiero a las naciones con más peso específico dentro de la UE; es evidente que no parece que sus propuestas políticas y sociales estén en sintonía con las que parece están tomando fuerza en los partidos de ideologías semejantes a la de nuestro PSOE, instalados en los gobiernos u oposición de los países que forman parte de nuestro entorno más cercano. Mucho nos tememos que la presencia en la lid política de partidos como el Podemos, del señor Pablo Iglesias, están condicionando de una forma excesiva las propuestas del señor Sánchez, de modo que da la sensación de haber abandonado aquel realismo pragmático que caracterizó el tiempo en que el POSE se mantuvo en el poder con el señor Felipe González, para regresar al leninismo que enterró Felipe González.

Lo cierto es que, el líder de los socialistas españoles, señor Sánchez, ha decidido plantear su campaña en dos vértices: el primero, basado en un ataque directo a la línea de flotación del PP, apelando al socorrido tema de la corrupción que afecta a los populares algo que, en efecto, ha conseguido restar votos a dicha formación política; pero que no garantiza, en absoluto, que le vaya a beneficiar a él y al PSOE, dados sus problemas de idéntica índole detectados dentro de su propio partido, en la Andalucía de Susana Díez; el segundo, intentar corregir el rumbo de partido de izquierda moderada y centrista que parecía ser el que había inspirado al partido a los inicios de la transición; para virar ostentosamente hacia una izquierda más radical, unas posturas menos sensatas y unos eslóganes más radicales que, en poco o nada, parecen diferenciarse de los de partidos como IU o el mismo Podemos, que nos podrían hacer recordar aquellos partidos de lucha radical que precedieron a la Guerra Civil española y que convirtieron a sus miembros en verdaderos matones y camorristas que transformaron las calles de las principales ciudades españolas en los lugares más peligrosos por los que circular, donde los peatones siempre estaban expuestos a ser víctimas de tiroteos o racias a cargo de descerebrados criminales, muchos de ellos de la CNT y la FAI.

Choca, no obstante, que en pleno siglo XXI, cuando el mundo ha sufrido cambios tan importantes, los inventos y los avances científicos tanto han hecho por la humanidad y las economías ya se han globalizado de modo que, lo que sucede en el Nepal inmediatamente repercute en cualquier otro punto del globo terráqueo; en España parezca que sigamos anclados en tratar los temas sociales, acudiendo a procedimientos propios de naciones infracivilizadas, consistentes en seguir hablando de “la lucha de clases” o considerar a los empresarios como enemigos de los trabajadores, en lugar de entender que para que una empresa funcione y progrese es preciso que, tanto unos como otros, aprendan a entenderse y solucionar sus diferencias en la tabla de negociaciones, utilizando la palabra, la inteligencia y la imaginación para acordar medidas que puedan ser convenientes para ambas partes.

Parece ser que, en nuestro país, algunos, entre ellos los sindicatos mayoritarios, siguen empeñados en ignorar la realidad, enfrentarse por cuestiones demagógicas, en muchas ocasiones que nada tienen que ver con la verdadera situación de la empresa, demonizando al empleador y presentando como víctima propiciatoria a los obreros; en un intento suicida de que, unos y otros, se puedan hacer el máximo daño posible. Y debemos decir que, por experiencia propia, en muchos casos lo consiguen. Pero, cuando quiebran las empresas, se arruinan los empresarios y miles de trabajadores se quedan sin trabajo nadie se responsabiliza de ello. Un ejemplo palpable de este procedimiento es lo que ha venido sucediendo en Grecia, donde parece que algunos de sus gobernantes y sindicatos ya se han olvidado de aquellos tiempos en que fueron la civilización más adelantada de todo el mundo conocido y la cuna de los filósofos, literatos, historiadores y matemáticos más importantes de su época. Hoy en día han conseguido ser el grano purulento que preocupa a toda Europa, mientras su subsistencia pende de un hilo, como la espada que pendía sobre uno de sus personajes históricos, Damocles, el cortesano de Dionisio el Viejo.

Sin duda alguna que, Pedro Sánchez, empezó siendo la esperanza de los socialistas, pero ahora viene demostrando una gran falta de visión política; una gran irresponsabilidad hacia lo que significa lo mejor para España y los españoles; un partidismo antipatriótico y, si me apuran, la estupidez de pretender ocupar el lugar de los partidos de la izquierda más obsoleta y trasnochada, mientras, sin darse cuenta del error, va dejando un espacio que, primero, intentó ocupar UPyD, sin éxito por el excesivo personalismo de Rosa Díez y luego, con aparente ventaja, pretende hacérselo suyo el exitoso partido de Albert Ribera, Ciudadanos que, consecuente con su ideario, con su pragmatismo contagioso y con el buen hacer de su líder, una persona moderada, valiente, inteligente y con recursos dialécticos sobrados, viene circulando por el sendero del triunfo augurando una importante victoria para su formación.

El líder del PSOE debiera haber aprovechado la ocasión para un acercamiento al PP, aunque no fuera más que por sentido de la responsabilidad. No para firmar pactos de gobernabilidad que, quizá, sus votantes no hubieran podido entender, pero sí para actuar, en determinados puntos esenciales para el país, de forma sincronizada, sin poner obstáculos ni anteponer intereses que se pudieran considerar como partidistas. Sin duda alguna el centro izquierda, desde Felipe González e, incluso, durante el desastroso gobierno de Rodríguez Zapatero, siempre ha sido el lugar al que ha aspirado la formación funda por el linotipista, señor Pablo Iglesias (no confundir con el líder de Podemos). El peligro de que estos políticos de nueva hornada, estos jefecillos improvisados, nacidos de las juventudes del partido; que están imbuidos de grandes ideas pero carecen de experiencia y de la practica necesaria para saber que, en política, más vale no correr, esperar el momento adecuado y aprovecharse de la experiencia de haber permanecido, antes de poder gobernar, unos años en la oposición adquiriendo “tablas” y sabiendo lo que es cuestión de Estado, en lo que no se debe improvisar o tomar decisiones a la ligera, de aquello en lo que se puede diferir y reprochar a quienes gobiernan.

Es posible que el señor Sánchez se haya creído de verdad que, el solo, será capaz de hacer olvidar quiénes fueron los causantes de esta crisis salvaje que ha azotado a España; es posible, incluso, que crea que, hundiendo al PP, vaya a conseguir eliminar a un enemigo y se va a poder aprovechar de ello: grave error. España necesita más que nunca que los dos partidos mayoritarios hasta ahora, puedan recuperarse de sus fracasos y ocupar, de nuevo, el puesto que les corresponde en la política de nuestra nación. Si el PSOE cree que entrando en el terreno de Podemos o imitando a la desangelada formación de Cayo Lara, en plena descomposición, va a conseguir la hegemonía para poder gobernar a su aire a la nación española; es ya hora de que se descabalgue del jumento y se apresure a entrar en razón, antes de que tenga que enterarse, demasiado tarde para rectificar, que sus mayores enemigos no son ni el PP ni Ciudadanos, sino los populistas de Podemos y los separatistas vascos y catalanes. O ¿es qué se ha tomado en serio lo de una España federal, con un gobierno central en Madrid?

Sólo alguien que no conoce lo que se viene tramando en Cataluña, puede pensar que lo que intentan es convertirse en un país federado o confederado con España. Si el PSOE consiguiera ocupar la Moncloa, el primer problema con el que se enfrentaría sería con un nuevo órdago catalán, con el que intentarían aprovecharse de la debilidad del nuevo gobierno, como sería, sin duda, el salido de las urnas, para conseguir lo que han estado buscando hasta ahora: la independencia.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, vemos con preocupación la deriva extremista del PSOE y los peligros que, para España, supone su evidente desvarío.

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