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Concentraciones humanas |
Pedro Serrano Martínez (Valladolid) |
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Redacción
viernes, 3 de agosto de 2007, 00:04 h (CET)
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Vivir en una gran ciudad aporta grandes ventajas a sus habitantes. Mayor oferta y más fácil acceso a la cultura, al ocio, a la salud, al empleo; y, en general, a un mayor número de oportunidades que no siempre se encuentran en núcleos menos poblados o rurales.
Ahora bien, también debemos reconocer los inconvenientes y peligros que conllevan las grandes concentraciones humanas. ¿Se han parado a pensar qué ocurriría si se produjeran situaciones graves de inestabilidad política, crisis económicas y empobrecimiento, catástrofes naturales, enfermedades infecciosas, guerras, o problemas de suministro y gestión de residuos? Sin olvidar problemas que ya estamos sufriendo en las grandes ciudades, como la grave contaminación del aire que ya está provocando enfermedades y muertes prematuras; o, también, el grave problema social creciente en las superciudades debido al aumento de guetos o barrios marginales, donde encuentran un adecuado caldo de cultivo la pobreza extrema y la delincuencia.
La población mundial, que está cifrada en más de 6.500 millones de almas, tiende a concentrarse cada vez más, de tal manera, que la mitad de esta población ya vive en áreas urbanas. Toda esta realidad debería ser un motivo de preocupación para ciudadanos, políticos y organismos internacionales; y debería movernos a una seria reflexión sobre la gestión y el futuro de las grandes urbes, de las grandes concentraciones humanas.
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