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Óscar A. Matías

El móvil… ¿necesidad o divertimento?

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Es un hecho que la telefonía móvil ha adelantado a la fija en número de usuarios. Ya son más de 1.500 millones de personas las que la utilizan; y para finales de 2009 se prevé un total de 2.500 millones. Estas cifras se incrementan gracias al crecimiento de su uso, en especial, de tres grandes países demográficos: Brasil, India y China. La telefonía móvil es mucho más cómoda, práctica y ofrece servicios de bajo coste. Realmente tener un móvil es algo apetecible, a la vez que muy accesible para cualquiera. Y no solamente eso, sino que además, fuera de ser un utensilio práctico y útil, su uso puede desencadenar una cierta dependencia y esclavitud.

La consultora TNT, a través de un estudio sobre el uso del móvil, sacó a relucir un dato que produce algo más que sorpresa: el 64% de los usuarios no saben lo que pagan por un minuto. Es de suponer que si se desconoce lo que se paga por una llamada se acabará haciendo un uso desmedido. A la hora de pagar la factura, claramente vendrán los lamentos, pero no faltarán las falsas justificaciones quejosas sobre los altos precios de las tarifas. En estos casos, sería mucho más sencillo reconocer que la razón real del coste está en el alto consumo, y no en lo que cuestan.

“Cariño, ya estoy llegando”. “¿Ah sí? ¿Cuánto tiempo te queda?” “Menos de un minuto”. Si realmente el tiempo de llegada va a ser en menos de un minuto, probablemente sería más práctico evitar la llamada y dirigirse directamente a la puerta. El fácil uso del móvil nos lleva a realizar, en algunas ocasiones, llamadas innecesarias que, una tras otra, la suma de ellas alcanza un notable coste.

Otro caso es el de los jóvenes adolescentes. En un inicio, los padres permiten a sus hijos el teléfono móvil con la tranquilidad de poderlos tener más controlados. Incluso hay veces en las que su uso queda muy restringido y para ocasiones determinadas. Poco a poco el adolescente va conquistando terreno a sus padres, y de esta forma acaba adquiriendo un dominio total de su teléfono. Cuando en un principio éste debiera servir para casos de emergencia, acaba siendo la herramienta predilecta para llenar largas conversaciones insulsas, mensajes burdos o para pasar un buen rato jugando a la serpiente. Muchas veces me he encontrado con padres que, al recibir las notas de sus hijos, les han prohibido el uso del móvil. Esta actitud me llama la atención. Si su hijo dispone de móvil porque realmente es algo necesario, no tiene ningún sentido privarle de su uso (como tampoco lo sería prohibirle comer por el hecho de suspender). En caso contrario, cabe reconocer que esta necesidad no es tan real, y quizás se aproxime más a la satisfacción de un capricho personal del hijo.

Un 15,7% de usuarios disponen de más de un teléfono móvil. En algunos casos es debido a una justificada necesidad, y los hay para quienes este hecho es una manera de distinguirse. Mariela Mociulsky, que es la directora de Consumer Trens, afirma al respecto: “Es una cuestión de etiqueta social y laboral: ya no queda bien decir que no tienes móvil o negarte a dar el número cuando te lo piden. Por eso hay mucha gente que opta por tener dos números. Uno se lo dan a todo el mundo y el otro es más reservado”. Cabe decir que hay países, como Argentina, donde tener más de uno resulta más barato.

Que el móvil tiene un uso para el ocio es algo incuestionable. Incluso en este hecho existe una distinción de sexos. Los chicos representan el 58% de las personas que descargan juegos, mientras que el 70% de las personas que descargan melodías son mujeres menores de 35 años.

Está claro que desde que en 1990 la telefonía móvil irrumpía en España las cosas han cambiado de forma considerable. Ahora ya no sólo llamamos con el móvil, sino que jugamos, escuchamos música, grabamos, hacemos vídeos, fotografiamos… No está de más que nuestros jóvenes aprendan a hacer un uso correcto de este aparato. ¿Habrá en un futuro una asignatura que podría llamarse “Educación para el móvil” en nuestro sistema educativo español?

El móvil… ¿necesidad o divertimento?

Óscar A. Matías
Óscar A. Matías
miércoles, 1 de agosto de 2007, 01:05 h (CET)
Es un hecho que la telefonía móvil ha adelantado a la fija en número de usuarios. Ya son más de 1.500 millones de personas las que la utilizan; y para finales de 2009 se prevé un total de 2.500 millones. Estas cifras se incrementan gracias al crecimiento de su uso, en especial, de tres grandes países demográficos: Brasil, India y China. La telefonía móvil es mucho más cómoda, práctica y ofrece servicios de bajo coste. Realmente tener un móvil es algo apetecible, a la vez que muy accesible para cualquiera. Y no solamente eso, sino que además, fuera de ser un utensilio práctico y útil, su uso puede desencadenar una cierta dependencia y esclavitud.

La consultora TNT, a través de un estudio sobre el uso del móvil, sacó a relucir un dato que produce algo más que sorpresa: el 64% de los usuarios no saben lo que pagan por un minuto. Es de suponer que si se desconoce lo que se paga por una llamada se acabará haciendo un uso desmedido. A la hora de pagar la factura, claramente vendrán los lamentos, pero no faltarán las falsas justificaciones quejosas sobre los altos precios de las tarifas. En estos casos, sería mucho más sencillo reconocer que la razón real del coste está en el alto consumo, y no en lo que cuestan.

“Cariño, ya estoy llegando”. “¿Ah sí? ¿Cuánto tiempo te queda?” “Menos de un minuto”. Si realmente el tiempo de llegada va a ser en menos de un minuto, probablemente sería más práctico evitar la llamada y dirigirse directamente a la puerta. El fácil uso del móvil nos lleva a realizar, en algunas ocasiones, llamadas innecesarias que, una tras otra, la suma de ellas alcanza un notable coste.

Otro caso es el de los jóvenes adolescentes. En un inicio, los padres permiten a sus hijos el teléfono móvil con la tranquilidad de poderlos tener más controlados. Incluso hay veces en las que su uso queda muy restringido y para ocasiones determinadas. Poco a poco el adolescente va conquistando terreno a sus padres, y de esta forma acaba adquiriendo un dominio total de su teléfono. Cuando en un principio éste debiera servir para casos de emergencia, acaba siendo la herramienta predilecta para llenar largas conversaciones insulsas, mensajes burdos o para pasar un buen rato jugando a la serpiente. Muchas veces me he encontrado con padres que, al recibir las notas de sus hijos, les han prohibido el uso del móvil. Esta actitud me llama la atención. Si su hijo dispone de móvil porque realmente es algo necesario, no tiene ningún sentido privarle de su uso (como tampoco lo sería prohibirle comer por el hecho de suspender). En caso contrario, cabe reconocer que esta necesidad no es tan real, y quizás se aproxime más a la satisfacción de un capricho personal del hijo.

Un 15,7% de usuarios disponen de más de un teléfono móvil. En algunos casos es debido a una justificada necesidad, y los hay para quienes este hecho es una manera de distinguirse. Mariela Mociulsky, que es la directora de Consumer Trens, afirma al respecto: “Es una cuestión de etiqueta social y laboral: ya no queda bien decir que no tienes móvil o negarte a dar el número cuando te lo piden. Por eso hay mucha gente que opta por tener dos números. Uno se lo dan a todo el mundo y el otro es más reservado”. Cabe decir que hay países, como Argentina, donde tener más de uno resulta más barato.

Que el móvil tiene un uso para el ocio es algo incuestionable. Incluso en este hecho existe una distinción de sexos. Los chicos representan el 58% de las personas que descargan juegos, mientras que el 70% de las personas que descargan melodías son mujeres menores de 35 años.

Está claro que desde que en 1990 la telefonía móvil irrumpía en España las cosas han cambiado de forma considerable. Ahora ya no sólo llamamos con el móvil, sino que jugamos, escuchamos música, grabamos, hacemos vídeos, fotografiamos… No está de más que nuestros jóvenes aprendan a hacer un uso correcto de este aparato. ¿Habrá en un futuro una asignatura que podría llamarse “Educación para el móvil” en nuestro sistema educativo español?

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