Personalmente me encanta el ciclismo, porque vivo en un lugar donde desde pequeñita he ido en bicicleta a todos sitios. Todo el mundo aquí tiene una bici ya sea de montaña, de paseo, de carreras o con dos pedales atrás. Además, hay un club cicloturista y siempre se organizan carreras, contrarreloj y un sin fin de actividades relacionadas con el ciclismo. Hay hasta un día del pedal, que por cierto es el próximo 5 de agosto.
En este pueblo, todos los vecinos están esperando a que llegue el Giro, el Tour, el Mundial y la Vuelta a España. La gente se sienta delante de la tele a la hora de la siesta y es el tema de conversación del día siguiente. Como aquí, en la mayoría de hogares de España y del mundo pasa igual. El ciclismo mueve montañas o por lo menos las escala y a la gente le encanta. Es uno de los deportes más sacrificados que existe y la preparación de los corredores es digna de reportaje.
Pero cada competición, ahora parece más una broma pesada que una actividad deportiva de alto nivel. Uno por testosterona, otro por transfusión de sangre, el otro por EPO y el que no, porque se da una crema para las piernas que da positivo por algo más. Es una verdadera pena. Uno de los deportes más bellos que existe se está convirtiendo en un circo de especulaciones, malas jugadas, despotismo y antideportividad.
El doping está dejando mala huella en el mundo del ciclismo. Ahora, ver el Tour ya no es lo mismo, porque a la mínima el líder es líder porque se dopa y el que va detrás también y hasta el último del pelotón se tiene que ir, porque en su equipo hay dopados. No es esa competición de esfuerzo y belleza en el esfuerzo, no es esa competición de sufrimiento y recompensa al llegar a la meta tras subir el Tourmallet ni es esa competición con la que Indurain enamoró a la afición española hace años.
Es una pena, vuelvo a reiterar, pero esto es lo que hay. Lo que no hay que despreciar ni dejar de lado es el esfuerzo sobrehumano de Alberto Contador, líder del Tour y español. Tras superar una grave enfermedad está ahí, plantando cara a los Pirineos y con una sonrisa de campeón que no le cabe en la cara. No nos falles tú también y demuestra que estás donde estás, porque eres el número uno, porque trabajas como nadie y porque tienes una fuerza de superación que entierra a la enfermedad más grave del ciclismo, el doping.