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El poder del cielo que nos ampara desde sus ángeles halados en nubes de algodón

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¡Oh! Clamo al cielo,
el poder de este mágico don que me regaló aquella estrella de la nueva vida,
cuál destino más cruel el de aquél que no tiene las migas del pan de la buena fortuna.

¡Oh! Clamo al cielo,
la dulce melodía de este drama calmado empieza a sonar suavemente...
la que se va agitando mientras se eleva el compás de esta tensión en el nuevo y desconocido ritmo erótico del encrespado ambiente.

¡Oh! Clamo al cielo,
la astuta necesidad de ser el mejor competentemente falso feliz,
aquél que no cede esa felicidad trucada por este sino tan afortunado en momentos de esta roja pasión.

¡Oh! Clamo al cielo,
dos estrellas de la buena fortuna caen hoy en picado, fueron a cambio de tu alma,
la hipoteca más suciamente rentable, dos velas al ángel que libera del nuevo infortunio, el que avanza por este tablero de partidas trampeadas.

El enviado del guardián de los sueños,
desde el cielo ha bajado para reposar en tus sábanas de seda vieja, la nueva luna del soneto de este porvenir lejano,
te velará tiernamente de tus tormentos, aquellos demonios que robaron tu paz interior mientras soñabas que eras tú otra vez...

¡Oh! Clamo al cielo,
el final de mis trágicos compases de vida, en esta triste melodía de intentar ser yo,
tras la mera pérdida del falso reposo de este agotado y cansado alma, no hay más cambio que el del trágico entierro en luto de mis tenues y turbios malos días.

El poder del cielo que nos ampara desde sus ángeles halados en nubes de algodón

Esther Videgain
lunes, 27 de abril de 2015, 00:12 h (CET)
¡Oh! Clamo al cielo,
el poder de este mágico don que me regaló aquella estrella de la nueva vida,
cuál destino más cruel el de aquél que no tiene las migas del pan de la buena fortuna.

¡Oh! Clamo al cielo,
la dulce melodía de este drama calmado empieza a sonar suavemente...
la que se va agitando mientras se eleva el compás de esta tensión en el nuevo y desconocido ritmo erótico del encrespado ambiente.

¡Oh! Clamo al cielo,
la astuta necesidad de ser el mejor competentemente falso feliz,
aquél que no cede esa felicidad trucada por este sino tan afortunado en momentos de esta roja pasión.

¡Oh! Clamo al cielo,
dos estrellas de la buena fortuna caen hoy en picado, fueron a cambio de tu alma,
la hipoteca más suciamente rentable, dos velas al ángel que libera del nuevo infortunio, el que avanza por este tablero de partidas trampeadas.

El enviado del guardián de los sueños,
desde el cielo ha bajado para reposar en tus sábanas de seda vieja, la nueva luna del soneto de este porvenir lejano,
te velará tiernamente de tus tormentos, aquellos demonios que robaron tu paz interior mientras soñabas que eras tú otra vez...

¡Oh! Clamo al cielo,
el final de mis trágicos compases de vida, en esta triste melodía de intentar ser yo,
tras la mera pérdida del falso reposo de este agotado y cansado alma, no hay más cambio que el del trágico entierro en luto de mis tenues y turbios malos días.

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