A quiénes son capaces de mirar en su interior y anotar las sensaciones que al corazón atormentan de un modo sincero, con el único objetivo de mejorar su condición humana , serán capaces de observar con perspectiva el desastre que frente a nuestras fronteras ocurre día a día.
El privilegio que poseemos por el mero hecho de haber nacido en el lado afortunado del mediterráneo, nos permite observar al semejante mientras es destrozado por la maquinaria. Miramos aliviados, no por goce ni por diabólico gusto, si no por el mero hecho de observar el sufrimiento del que se nos exime. Este terror, es necesario extirparlo de raíz, no cerrando la puerta, porque la solución está en abrir los brazos, el corazón y destinar la ayuda dónde realmente hace falta, en detener los conflictos que están provocando este éxodo masivo.
En el pasado, nos aprovechamos de estos países, los esquilmamos y arrasamos. Ahora que necesitan nuestra ayuda, elegantemente les dejamos ahogarse, pero lo más triste de todo es ver cómo hemos perdido la sensibilidad que nos caracterizo un día, ya lejano…
Aquí es donde muere la razón del hombre y es un terror que me acomete, pero mi deseo por hacer justicia no lo cedo. Cada uno puedo pensar y sentir o no propio éste dolor y quizás pueda entonces entender el grosor de la situación actual, que supera todas las fronteras imaginables.
Me atrevería a decir que no hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aún en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene un sentido. Para nuestros vecinos ese sentido no es otro que la libertad y nunca un sentido tuvo tanto valor como éste.
¿Seremos capaces de negar la libertad y la dignidad humana?
Hay mucha sabiduría en Nietzsche cuando dice: «Quien tiene un porqué para vivir puede soportar cualquier cómo». Yo veo en estas palabras una reflexión moral que debemos aplicarnos como conjunto y llegaremos a la conclusión, de que el porqué de nuestros vecinos es el más potente motor de la humanidad.
Miro al otro lado del espejo y también te veo a tí, a mí, a todos…